Vampiromanía: Están entre nosotros


Son criaturas de leyenda, personajes de la literatura y el cine, pero también una realidad que ha tomado cuerpo en nuestro mundo moderno, creado su propio universo y dado vida a los más antiguos mitos y creencias. De moda otra vez gracias a películas y novelas como Crepúsculo y otras muchas, los vampiros ya están entre nosotros.
Se los puede ver en cualquier gran ciudad del mundo. De Tokio a Madrid, de Londres a Nueva York o de París a Barcelona, los vampiros caminan entre nosotros bajo las parpadeantes luces de neón de la noche del siglo XXI. Son jóvenes que pueden confundirse a veces con la masa de góticos y siniestros habituales, pero en realidad forman una tribu aparte, bien diferenciada. Muchos llevan colmillos protésicos y sus pálidos rostros destacan entre sus negras vestiduras, casacas y capas oscuras, combinadas con mallas o vaqueros ajustados también negros. Los más atrevidos se han hecho implantes dentales o, más allá, se han afilado sus propios dientes para ofrecer una peligrosa y puntiaguda sonrisa. A veces también usan lentillas inyectadas en sangre. En definitiva, tratan de parecer a toda costa lo que sienten que son en su interior. Vampiros. Naturalmente, no son muertos que han vuelto a la vida. Ni se pueden convertir en lobos, murciélagos o niebla. Si les clavas una estaca de madera, mueren, claro... Pero si les pegas un tiro, también. Sin embargo, han asumido que el personaje del vampiro ofrece una suerte de filosofía de la vida –o de la muerte– que es posible seguir y en la que encuentran respuesta a sus inquietudes más profundas. Dentro de este moderno mundo vampírico encontramos, obviamente, distintos grados. Los hay que son solo vampiros de noche y de día llevan una vida más o menos normal, aquellos que toman su disfraz por poco más que eso, un disfraz, y su vampirismo como una diversión estética. Pero también hay quienes imitan al vampiro en su intimidad, quienes duermen todo el día para vivir solo de noche y, además, lo hacen a veces en el interior de un auténtico ataúd. Y quienes beben sangre. De animales, la propia... y de “víctimas” que se ofrecen voluntariamente para esta práctica, ligada al oscuro mundo del sexo sadomasoquista, aunque siempre de forma legal y consensuada. No es fácil tratar con los vampiros, pero Internet, con sus infinitos webs, chats y blogs vampíricos, ofrece las posibilidades de comunicación más sofisticadas del mundo moderno a las más antiguas criaturas de la noche y crea una red de vampirismo mundial en la que todo es posible.

ENTREVISTA CON LOS VAMPIROS


Durante años quienes se sentían atraídos por la forma de vida vampírica tuvieron que permanecer ocultos, muchas veces aislados entre sí, sin saber siquiera si había otros como ellos. Pero hoy las redes sociales de Internet permiten contactar y dar cobijo a toda suerte de vampiros modernos, que utilizan chats y blogs para encontrar a sus almas gemelas y sumarse así también a covens vampíricos y a distintos cultos y asociaciones a lo largo y ancho del mundo. A través de la
eb se manifiestan también sus deseos, pasiones y opiniones. E incluso confesiones íntimas que quizá en persona no se atreverían a hacer: “Suelo tomar sangre –cuenta M.– cada tres o cuatro semanas. Pero solo la tomo de mis amigos y, a veces, la mía propia, que es mi favorita”. Por el contrario, J. se horroriza:
“¡Nunca bebáis vuestra propia sangre. Es debilitarse uno mismo. Como tomar veneno”. La mayoría de los vampiros aficionados a la sangre se alimentan los unos de los otros, o de quienes se ofrecen como donantes voluntarios, pero no muerden a sus víctimas, ni mucho menos. Lo habitual es utilizar algún objeto cortante, como una navaja de afeitar, y realizar leves incisiones en zonas del cuerpo sin peligro y con cierto simbolismo erótico para ofrecer la herida a la boca del vampiro dominante. Este hábito, a veces rodeado de parafernalia ritual, está muy próximo a determinadas prácticas sadomasoquistas, pero, tal y como nos recuerda Gary Laderman en su artículo Vampire Culture para Religion and American Cultures, “en la religión vampírica el sadomasoquismo es considerado teológicamente una forma de alimentarse”. Aunque no todos los vampiros modernos aceptan los rituales de sangre, cada vez son más quienes los practican, reuniéndose para ello en los clubes más privados... o en zonas concretas de la gran ciudad: “Una vez a la semana, en el parque de Ciudad Jardín, aquí en México –informa E.–, se reúnen grupos de vampiros para beber sangre”. Sin embargo, lo más corriente es que los intercambios tengan lugar en espacios íntimos, locales en los que ni siquiera los vampiros aficionados, los simpatizantes o quienes simplemente forman parte de la escena gótica pueden entrar. La comunidad de genuinos chupadores de sangre es conocida en la jerga vampírica como “cabal” –término inglés que viene a significar “conspiración”, “complot”, y que designa también a un grupo secreto que se reúne para, precisamente, conspirar– y se aplica al “círculo interior” y más poderoso del mundo vampírico, el habitual de los bloodbars o bares de sangre, legendarios lugares, de dudosa existencia, en los que se sirve sangre auténtica y hay siempre un buen número de donantes voluntarios al servicio de sus “señores”. Pero no todos los vampiros “reales” aceptan el dogma de la sangre como algo fundamental. Incluso hay quienes lo rechazan, pues lo consideran una mixtificación literaria de algo que viene a ser una metáfora de simbolismo religioso más profundo, similar a la comunión cristiana. Así, hay vampiros incluso vegetarianos, y para muchos grupos la verdadera esencia de su poder es lo que se denomina “vampirismo psíquico” y, a veces, “vampirismo astral”: la capacidad de “alimentarse” de la energía de otros seres humanos por medio de la dominación mental y psicológica. Un tipo de vampirismo que, cultivado por quienes se consideran auténticos magos, puede llevar, teóricamente, al desdoblamiento astral y conducir al agotamiento espiritual –e incluso a la muerte– a la víctima del supuesto vampiro o parásito mental. Este tema ya fue tratado extensamente por la ocultista Dion Fortune en su clásico Autodefensa psíquica (Ed. Kier).
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LA IGLESIA DEL VAMPIRISMO EN ESTADOS UNIDOS

Si el vampiro no va a la iglesia, la iglesia va al vampiro. Después de siglos huyendo de las cruces y de las iglesias cristianas, el vampiro ha encontrado refugio en una religión de nuevo cuño, inspirada en los poderes míticos del vampirismo y en sus conexiones esotéricas con la tradición mágica y pagana. Solo en Estados Unidos se calcula que el número de seguidores de la religión vampírica está en torno a los 100.000, contando únicamente a aquellos que se identifican como tales o que están afiliados a alguna de las iglesias que la practican abiertamente. Lo cierto es que el concepto de religión vampírica es bastante amplio, lo que ha dado lugar a numerosas variantes, aunque todas comparten en común la oposición al cristianismo, el culto al yo, una estructura jerarquizada y la práctica de determinados rituales de inspiración vampírica, que pueden o no incluir la ingesta de sangre. Como es habitual en las organizaciones de este tipo, algunas se encuentran abiertamente enfrentadas entre sí y todas y cada una de ellas se otorgan la posesión del auténtico y verdadero sentido del vampirismo. El Templo del Vampiro fue creada hacia 1989 y en la actualidad es una religión registrada y reconocida por el Gobierno de Estados Unidos. Como tal, posee sus propios libros sagrados –principalmente La Biblia vampira–, su Credo y sus “mandamientos”. En contra de lo que podría suponerse, el Templo del Vampiro tiene un sólido fundamento moral, que puede resumirse en la actitud de depredadores “compasivos” del resto de los humanos que defienden sus miembros:

“El vampiro no da muerte a su presa humana, sino que consume su exceso de energía, el exceso de fuerza vital humana. Esto no daña a los seres vivos (...). En cualquier caso, el vampiro acepta su naturaleza dominante como un depredador majestuoso, como el león o el lobo”. Con numerosas conexiones con la Iglesia de Satán, fundada por Anton LaVey (MÁS ALLÁ, 106), el Templo del Vampiro ha sido, sin embargo, acusado últimamente de haber abandonado la Vía de la Mano Izquierda para aproximarse más a posturas propias de la New Age. Por su parte, Sanguinarium es algo más que una red social vampírica: es una ambiciosa asociación nacida de Internet en 1995 y fundada por el Padre Sebastian –como Clan Dientes de Sable– para agrupar y poner en contacto a los verdaderos seguidores del vampirismo y a todos los empresarios o propietarios de clubes inspirados en las Crónicas vampíricas de Anne Rice y en la escenografía del vampiro gótico. El resultado es una auténtica sociedad secreta vampírica que comparte filosofía y modos de vida, ha creado una sólida jerarquía del mundo de los vampiros, con un código de conducta propio, resumido en el texto conocido como El velo negro, y que organiza todo tipo de eventos internacionales: conciertos, covens, convenciones, etc. Aunque oficialmente disuelta en el año 2002, en realidad Sanguinarium se ha escindido y expandido en numerosas asociaciones ligadas entre sí, entre ellas la Ordo Strigoii Vii, reconocida como religión en Holanda y relacionada también con la Iglesia de Satán. En el extremo opuesto la una de la otra están la Orden del Vampiro, perteneciente a la Orden del Templo de Set de Michael Aquino, que se reafirma en la Vía de la Mano Izquierda avisando de que se trata de una organización “única y separada de las varias comunidades de vampiros on line que siguen la Vía de la Mano Derecha, grupos y ‘casas’ que se han extendido en los últimos años (...) y que promueven una versión débil y sin poder del arquetipo del vampiro, entre una miríada de ridículas ideas New Age”, y la Casa de Kheperu, asociación que toma su nombre del antiguo término egipcio para aludir a la “transformación” y que enseña a sus adeptos cómo captar la energía vital e interactuar con ella en su propio beneficio pero sin hacer daño a los demás. La Casa de Kheperu no pretende ser una religión y reniega también del vampirismo, en tanto que este posee claras connotaciones negativas: “Verás que en algunas partes se refieren a nosotros como ‘vampiros’, pero nos denominamos a nosotros mismos ‘kheprianos’, que para nosotros significa que somos espíritus inmortales, buscadores de sabiduría, catalizadores, maestros y estudiantes eternos”. En una línea parecida, aunque orgullosa del término “vampiro”, cabría situar a la Iglesia del Vampiro, que preconiza el vampirismo bioenergético y que no se presenta como secta o religión organizada, sino como organización investigadora y fuente de recursos para sus seguidores. No cabe duda de que hay una religión vampírica para cada vampiro, pero tampoco de que en los últimos años estas se han aproximado cada vez más a la brujería wicca y al neopaganismo; resultado, quizá, de que el vampiro haya pasado de ser un mito masculino a formar parte del universo femenino de las adoradoras de la Diosa. En una obra de recargado erotismo sadomasoquista como El descendiente de la oscuridad (La Factoría de Ideas), de Nancy Kilpatrick,
podemos asistir a toda una ceremonia de iniciación vampírica que posee los rasgos propios de un rito wiccano. Y en la serie de novelas iniciada con Marcada (La Factoría de Ideas), sus autoras, P. C. Cast y Kristin Cast, ofrecen una versión
del vampirismo llena de toques New Age y brujeriles, incluyendo una escuela para vampiros que no puede dejar de recordarnos al Hogwarts de Harry Potter.
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LA RELIGIÓN DE LOS VAMPIROS EN ESTADOS UNIDOS

Si el vampiro no va a la iglesia, la iglesia va al vampiro. Después de siglos huyendo de las cruces y de las iglesias cristianas, el vampiro ha encontrado refugio en una religión de nuevo cuño, inspirada en los poderes míticos del vampirismo y en sus conexiones esotéricas con la tradición mágica y pagana. Solo en Estados Unidos se calcula que el número de seguidores de la religión vampírica está en torno a los 100.000, contando únicamente a aquellos que se identifican como tales o que están afiliados a alguna de las iglesias que la practican abiertamente. Lo cierto es que el concepto de religión vampírica es bastante amplio, lo que ha dado lugar a numerosas variantes, aunque todas comparten en común la oposición al cristianismo, el culto al yo, una estructura jerarquizada y la práctica de determinados rituales de inspiración vampírica, que pueden o no incluir la ingesta de sangre. Como es habitual en las organizaciones de este tipo, algunas se encuentran abiertamente enfrentadas entre sí y todas y cada una de ellas se otorgan la posesión del auténtico y verdadero sentido del vampirismo. El Templo del Vampiro fue creada hacia 1989 y en la actualidad es una religión registrada y reconocida por el Gobierno de Estados Unidos. Como tal, posee sus propios libros sagrados –principalmente La Biblia vampira–, su Credo y sus “mandamientos”. En contra de lo que podría suponerse, el Templo del Vampiro tiene un sólido fundamento moral, que puede resumirse en la actitud de depredadores “compasivos” del resto de los humanos que defienden sus miembros:

“El vampiro no da muerte a su presa humana, sino que consume su exceso de energía, el exceso de fuerza vital humana. Esto no daña a los seres vivos (...). En cualquier caso, el vampiro acepta su naturaleza dominante como un depredador majestuoso, como el león o el lobo”. Con numerosas conexiones con la Iglesia de Satán, fundada por Anton LaVey (MÁS ALLÁ, 106), el Templo del Vampiro ha sido, sin embargo, acusado últimamente de haber abandonado la Vía de la Mano Izquierda para aproximarse más a posturas propias de la New Age. Por su parte, Sanguinarium es algo más que una red social vampírica: es una ambiciosa asociación nacida de Internet en 1995 y fundada por el Padre Sebastian –como Clan Dientes de Sable– para agrupar y poner en contacto a los verdaderos seguidores del vampirismo y a todos los empresarios o propietarios de clubes inspirados en las Crónicas vampíricas de Anne Rice y en la escenografía del vampiro gótico. El resultado es una auténtica sociedad secreta vampírica que comparte filosofía y modos de vida, ha creado una sólida jerarquía del mundo de los vampiros, con un código de conducta propio, resumido en el texto conocido como El velo negro, y que organiza todo tipo de eventos internacionales: conciertos, covens, convenciones, etc. Aunque oficialmente disuelta en el año 2002, en realidad Sanguinarium se ha escindido y expandido en numerosas asociaciones ligadas entre sí, entre ellas la Ordo Strigoii Vii, reconocida como religión en Holanda y relacionada también con la Iglesia de Satán. En el extremo opuesto la una de la otra están la Orden del Vampiro, perteneciente a la Orden del Templo de Set de Michael Aquino, que se reafirma en la Vía de la Mano Izquierda avisando de que se trata de una organización “única y separada de las varias comunidades de vampiros on line que siguen la Vía de la Mano Derecha, grupos y ‘casas’ que se han extendido en los últimos años (...) y que promueven una versión débil y sin poder del arquetipo del vampiro, entre una miríada de ridículas ideas New Age”, y la Casa de Kheperu, asociación que toma su nombre del antiguo término egipcio para aludir a la “transformación” y que enseña a sus adeptos cómo captar la energía vital e interactuar con ella en su propio beneficio pero sin hacer daño a los demás. La Casa de Kheperu no pretende ser una religión y reniega también del vampirismo, en tanto que este posee claras connotaciones negativas: “Verás que en algunas partes se refieren a nosotros como ‘vampiros’, pero nos denominamos a nosotros mismos ‘kheprianos’, que para nosotros significa que somos espíritus inmortales, buscadores de sabiduría, catalizadores, maestros y estudiantes eternos”. En una línea parecida, aunque orgullosa del término “vampiro”, cabría situar a la Iglesia del Vampiro, que preconiza el vampirismo bioenergético y que no se presenta como secta o religión organizada, sino como organización investigadora y fuente de recursos para sus seguidores. No cabe duda de que hay una religión vampírica para cada vampiro, pero tampoco de que en los últimos años estas se han aproximado cada vez más a la brujería wicca y al neopaganismo; resultado, quizá, de que el vampiro haya pasado de ser un mito masculino a formar parte del universo femenino de las adoradoras de la Diosa. En una obra de recargado erotismo sadomasoquista como El descendiente de la oscuridad (La Factoría de Ideas), de Nancy Kilpatrick,
podemos asistir a toda una ceremonia de iniciación vampírica que posee los rasgos propios de un rito wiccano. Y en la serie de novelas iniciada con Marcada (La Factoría de Ideas), sus autoras, P. C. Cast y Kristin Cast, ofrecen una versión
del vampirismo llena de toques New Age y brujeriles, incluyendo una escuela para vampiros que no puede dejar de recordarnos al Hogwarts de Harry Potter.
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Mito la Llorona


Mito la Llorona

Por los valles y montañas, cerca de los grandes ríos y lagunas, se ha visto a una mujer con una larga bata negra que cubre todo su cuerpo. Un cabello largo, oscuro y negro, lleno de insectos como luciérnagas, grillos y mariposas. En vez de su cabeza, tiene una calavera, y sus ojos son dos bolas en llamas ardiendo. En sus manos huesudas y llenas de sangre, lleva y mece a un bebe muerto.

Mito la Llorona

Es conocida en los pueblos como la Llorona. Derraman con sus lagrimas sangre sobre la criatura que arrulla. El bebe muerto siempre tiene una mirada acusadora con su madre, por haberle quitado la vida. Se dice que se escuchan sus llantos cuando no hay ningún ruido, y que asusta a las mujeres y jóvenes que hacen actos malos que desobedezcan a sus padres.
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Mito la Caja de Pandora


Mito la Caja de Pandora

Llegó un momento en que los mortales e inmortales se separaron. Mediante un engaño, Prometeo logró que cuando los hombres hicieran sacrificios a los dioses, los hombre se quedaran con los huesos y los inmortales pudieran disfrutar de la carne y los órganosZeus, en venganza, le quitó el fuego a los hombres. Sin embargo, nuevamente Prometeo se las arregló para devolvérselos.

Mito la Caja de Pandora

Zeus se puso furioso, y ordenó a Hefesto que creará la figura de una hermosa princesa en arcilla, tan bella como un inmortal, y le diera vida. Entre varias ninfas, le dieron sensualidad, cualidades para telar, y por último con el fin de darle un toque de algo "bello malo", le dieron el poder deseducirmentir crear caos.

A esta imagen, se le llamó Pandora. Y es conocida como la primera mujer, que traía consigo el mal. El hombre entonces debía escoger entre:
  • Evitar el matrimonio, y tener una vida donde no perdería sus riquezas materiales, pero sin la posibilidad de tener una descendencia que mantenga sus posesiones luego de su muerte.
  • Casarse, y vivir constantemente con los males que traía la mujer.
Prometeo había advertido a Pandora que no recibiera ningún regalo por parte de Zeus, sin embargo ella hizo caso omiso de la advertencia. Recibió la que hora comúnmente llamamos la Caja de Pandora (Ánfora de PandoraJarra de Pandora), que contenía dentro todos los males y que fueron liberados cuando ella abrió la caja. La jarra se cerró momentos antes de que la esperanza pudiera salir. De aquí se atribuyen la existencia de todos los males del hombre.
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Vampiromanía: Están entre nosotros


Son criaturas de leyenda, personajes de la literatura y el cine, pero también una realidad que ha tomado cuerpo en nuestro mundo moderno, creado su propio universo y dado vida a los más antiguos mitos y creencias. De moda otra vez gracias a películas y novelas como Crepúsculo y otras muchas, los vampiros ya están entre nosotros.
Se los puede ver en cualquier gran ciudad del mundo. De Tokio a Madrid, de Londres a Nueva York o de París a Barcelona, los vampiros caminan entre nosotros bajo las parpadeantes luces de neón de la noche del siglo XXI. Son jóvenes que pueden confundirse a veces con la masa de góticos y siniestros habituales, pero en realidad forman una tribu aparte, bien diferenciada. Muchos llevan colmillos protésicos y sus pálidos rostros destacan entre sus negras vestiduras, casacas y capas oscuras, combinadas con mallas o vaqueros ajustados también negros. Los más atrevidos se han hecho implantes dentales o, más allá, se han afilado sus propios dientes para ofrecer una peligrosa y puntiaguda sonrisa. A veces también usan lentillas inyectadas en sangre. En definitiva, tratan de parecer a toda costa lo que sienten que son en su interior. Vampiros. Naturalmente, no son muertos que han vuelto a la vida. Ni se pueden convertir en lobos, murciélagos o niebla. Si les clavas una estaca de madera, mueren, claro... Pero si les pegas un tiro, también. Sin embargo, han asumido que el personaje del vampiro ofrece una suerte de filosofía de la vida –o de la muerte– que es posible seguir y en la que encuentran respuesta a sus inquietudes más profundas. Dentro de este moderno mundo vampírico encontramos, obviamente, distintos grados. Los hay que son solo vampiros de noche y de día llevan una vida más o menos normal, aquellos que toman su disfraz por poco más que eso, un disfraz, y su vampirismo como una diversión estética. Pero también hay quienes imitan al vampiro en su intimidad, quienes duermen todo el día para vivir solo de noche y, además, lo hacen a veces en el interior de un auténtico ataúd. Y quienes beben sangre. De animales, la propia... y de “víctimas” que se ofrecen voluntariamente para esta práctica, ligada al oscuro mundo del sexo sadomasoquista, aunque siempre de forma legal y consensuada. No es fácil tratar con los vampiros, pero Internet, con sus infinitos webs, chats y blogs vampíricos, ofrece las posibilidades de comunicación más sofisticadas del mundo moderno a las más antiguas criaturas de la noche y crea una red de vampirismo mundial en la que todo es posible.

ENTREVISTA CON LOS VAMPIROS


Durante años quienes se sentían atraídos por la forma de vida vampírica tuvieron que permanecer ocultos, muchas veces aislados entre sí, sin saber siquiera si había otros como ellos. Pero hoy las redes sociales de Internet permiten contactar y dar cobijo a toda suerte de vampiros modernos, que utilizan chats y blogs para encontrar a sus almas gemelas y sumarse así también a covens vampíricos y a distintos cultos y asociaciones a lo largo y ancho del mundo. A través de la
eb se manifiestan también sus deseos, pasiones y opiniones. E incluso confesiones íntimas que quizá en persona no se atreverían a hacer: “Suelo tomar sangre –cuenta M.– cada tres o cuatro semanas. Pero solo la tomo de mis amigos y, a veces, la mía propia, que es mi favorita”. Por el contrario, J. se horroriza:
“¡Nunca bebáis vuestra propia sangre. Es debilitarse uno mismo. Como tomar veneno”. La mayoría de los vampiros aficionados a la sangre se alimentan los unos de los otros, o de quienes se ofrecen como donantes voluntarios, pero no muerden a sus víctimas, ni mucho menos. Lo habitual es utilizar algún objeto cortante, como una navaja de afeitar, y realizar leves incisiones en zonas del cuerpo sin peligro y con cierto simbolismo erótico para ofrecer la herida a la boca del vampiro dominante. Este hábito, a veces rodeado de parafernalia ritual, está muy próximo a determinadas prácticas sadomasoquistas, pero, tal y como nos recuerda Gary Laderman en su artículo Vampire Culture para Religion and American Cultures, “en la religión vampírica el sadomasoquismo es considerado teológicamente una forma de alimentarse”. Aunque no todos los vampiros modernos aceptan los rituales de sangre, cada vez son más quienes los practican, reuniéndose para ello en los clubes más privados... o en zonas concretas de la gran ciudad: “Una vez a la semana, en el parque de Ciudad Jardín, aquí en México –informa E.–, se reúnen grupos de vampiros para beber sangre”. Sin embargo, lo más corriente es que los intercambios tengan lugar en espacios íntimos, locales en los que ni siquiera los vampiros aficionados, los simpatizantes o quienes simplemente forman parte de la escena gótica pueden entrar. La comunidad de genuinos chupadores de sangre es conocida en la jerga vampírica como “cabal” –término inglés que viene a significar “conspiración”, “complot”, y que designa también a un grupo secreto que se reúne para, precisamente, conspirar– y se aplica al “círculo interior” y más poderoso del mundo vampírico, el habitual de los bloodbars o bares de sangre, legendarios lugares, de dudosa existencia, en los que se sirve sangre auténtica y hay siempre un buen número de donantes voluntarios al servicio de sus “señores”. Pero no todos los vampiros “reales” aceptan el dogma de la sangre como algo fundamental. Incluso hay quienes lo rechazan, pues lo consideran una mixtificación literaria de algo que viene a ser una metáfora de simbolismo religioso más profundo, similar a la comunión cristiana. Así, hay vampiros incluso vegetarianos, y para muchos grupos la verdadera esencia de su poder es lo que se denomina “vampirismo psíquico” y, a veces, “vampirismo astral”: la capacidad de “alimentarse” de la energía de otros seres humanos por medio de la dominación mental y psicológica. Un tipo de vampirismo que, cultivado por quienes se consideran auténticos magos, puede llevar, teóricamente, al desdoblamiento astral y conducir al agotamiento espiritual –e incluso a la muerte– a la víctima del supuesto vampiro o parásito mental. Este tema ya fue tratado extensamente por la ocultista Dion Fortune en su clásico Autodefensa psíquica (Ed. Kier).

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LA IGLESIA DEL VAMPIRISMO EN ESTADOS UNIDOS

Si el vampiro no va a la iglesia, la iglesia va al vampiro. Después de siglos huyendo de las cruces y de las iglesias cristianas, el vampiro ha encontrado refugio en una religión de nuevo cuño, inspirada en los poderes míticos del vampirismo y en sus conexiones esotéricas con la tradición mágica y pagana. Solo en Estados Unidos se calcula que el número de seguidores de la religión vampírica está en torno a los 100.000, contando únicamente a aquellos que se identifican como tales o que están afiliados a alguna de las iglesias que la practican abiertamente. Lo cierto es que el concepto de religión vampírica es bastante amplio, lo que ha dado lugar a numerosas variantes, aunque todas comparten en común la oposición al cristianismo, el culto al yo, una estructura jerarquizada y la práctica de determinados rituales de inspiración vampírica, que pueden o no incluir la ingesta de sangre. Como es habitual en las organizaciones de este tipo, algunas se encuentran abiertamente enfrentadas entre sí y todas y cada una de ellas se otorgan la posesión del auténtico y verdadero sentido del vampirismo. El Templo del Vampiro fue creada hacia 1989 y en la actualidad es una religión registrada y reconocida por el Gobierno de Estados Unidos. Como tal, posee sus propios libros sagrados –principalmente La Biblia vampira–, su Credo y sus “mandamientos”. En contra de lo que podría suponerse, el Templo del Vampiro tiene un sólido fundamento moral, que puede resumirse en la actitud de depredadores “compasivos” del resto de los humanos que defienden sus miembros:

“El vampiro no da muerte a su presa humana, sino que consume su exceso de energía, el exceso de fuerza vital humana. Esto no daña a los seres vivos (...). En cualquier caso, el vampiro acepta su naturaleza dominante como un depredador majestuoso, como el león o el lobo”. Con numerosas conexiones con la Iglesia de Satán, fundada por Anton LaVey (MÁS ALLÁ, 106), el Templo del Vampiro ha sido, sin embargo, acusado últimamente de haber abandonado la Vía de la Mano Izquierda para aproximarse más a posturas propias de la New Age. Por su parte, Sanguinarium es algo más que una red social vampírica: es una ambiciosa asociación nacida de Internet en 1995 y fundada por el Padre Sebastian –como Clan Dientes de Sable– para agrupar y poner en contacto a los verdaderos seguidores del vampirismo y a todos los empresarios o propietarios de clubes inspirados en las Crónicas vampíricas de Anne Rice y en la escenografía del vampiro gótico. El resultado es una auténtica sociedad secreta vampírica que comparte filosofía y modos de vida, ha creado una sólida jerarquía del mundo de los vampiros, con un código de conducta propio, resumido en el texto conocido como El velo negro, y que organiza todo tipo de eventos internacionales: conciertos, covens, convenciones, etc. Aunque oficialmente disuelta en el año 2002, en realidad Sanguinarium se ha escindido y expandido en numerosas asociaciones ligadas entre sí, entre ellas la Ordo Strigoii Vii, reconocida como religión en Holanda y relacionada también con la Iglesia de Satán. En el extremo opuesto la una de la otra están la Orden del Vampiro, perteneciente a la Orden del Templo de Set de Michael Aquino, que se reafirma en la Vía de la Mano Izquierda avisando de que se trata de una organización “única y separada de las varias comunidades de vampiros on line que siguen la Vía de la Mano Derecha, grupos y ‘casas’ que se han extendido en los últimos años (...) y que promueven una versión débil y sin poder del arquetipo del vampiro, entre una miríada de ridículas ideas New Age”, y la Casa de Kheperu, asociación que toma su nombre del antiguo término egipcio para aludir a la “transformación” y que enseña a sus adeptos cómo captar la energía vital e interactuar con ella en su propio beneficio pero sin hacer daño a los demás. La Casa de Kheperu no pretende ser una religión y reniega también del vampirismo, en tanto que este posee claras connotaciones negativas: “Verás que en algunas partes se refieren a nosotros como ‘vampiros’, pero nos denominamos a nosotros mismos ‘kheprianos’, que para nosotros significa que somos espíritus inmortales, buscadores de sabiduría, catalizadores, maestros y estudiantes eternos”. En una línea parecida, aunque orgullosa del término “vampiro”, cabría situar a la Iglesia del Vampiro, que preconiza el vampirismo bioenergético y que no se presenta como secta o religión organizada, sino como organización investigadora y fuente de recursos para sus seguidores. No cabe duda de que hay una religión vampírica para cada vampiro, pero tampoco de que en los últimos años estas se han aproximado cada vez más a la brujería wicca y al neopaganismo; resultado, quizá, de que el vampiro haya pasado de ser un mito masculino a formar parte del universo femenino de las adoradoras de la Diosa. En una obra de recargado erotismo sadomasoquista como El descendiente de la oscuridad (La Factoría de Ideas), de Nancy Kilpatrick,
podemos asistir a toda una ceremonia de iniciación vampírica que posee los rasgos propios de un rito wiccano. Y en la serie de novelas iniciada con Marcada (La Factoría de Ideas), sus autoras, P. C. Cast y Kristin Cast, ofrecen una versión
del vampirismo llena de toques New Age y brujeriles, incluyendo una escuela para vampiros que no puede dejar de recordarnos al Hogwarts de Harry Potter.

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LA RELIGIÓN DE LOS VAMPIROS EN ESTADOS UNIDOS

Si el vampiro no va a la iglesia, la iglesia va al vampiro. Después de siglos huyendo de las cruces y de las iglesias cristianas, el vampiro ha encontrado refugio en una religión de nuevo cuño, inspirada en los poderes míticos del vampirismo y en sus conexiones esotéricas con la tradición mágica y pagana. Solo en Estados Unidos se calcula que el número de seguidores de la religión vampírica está en torno a los 100.000, contando únicamente a aquellos que se identifican como tales o que están afiliados a alguna de las iglesias que la practican abiertamente. Lo cierto es que el concepto de religión vampírica es bastante amplio, lo que ha dado lugar a numerosas variantes, aunque todas comparten en común la oposición al cristianismo, el culto al yo, una estructura jerarquizada y la práctica de determinados rituales de inspiración vampírica, que pueden o no incluir la ingesta de sangre. Como es habitual en las organizaciones de este tipo, algunas se encuentran abiertamente enfrentadas entre sí y todas y cada una de ellas se otorgan la posesión del auténtico y verdadero sentido del vampirismo. El Templo del Vampiro fue creada hacia 1989 y en la actualidad es una religión registrada y reconocida por el Gobierno de Estados Unidos. Como tal, posee sus propios libros sagrados –principalmente La Biblia vampira–, su Credo y sus “mandamientos”. En contra de lo que podría suponerse, el Templo del Vampiro tiene un sólido fundamento moral, que puede resumirse en la actitud de depredadores “compasivos” del resto de los humanos que defienden sus miembros:

“El vampiro no da muerte a su presa humana, sino que consume su exceso de energía, el exceso de fuerza vital humana. Esto no daña a los seres vivos (...). En cualquier caso, el vampiro acepta su naturaleza dominante como un depredador majestuoso, como el león o el lobo”. Con numerosas conexiones con la Iglesia de Satán, fundada por Anton LaVey (MÁS ALLÁ, 106), el Templo del Vampiro ha sido, sin embargo, acusado últimamente de haber abandonado la Vía de la Mano Izquierda para aproximarse más a posturas propias de la New Age. Por su parte, Sanguinarium es algo más que una red social vampírica: es una ambiciosa asociación nacida de Internet en 1995 y fundada por el Padre Sebastian –como Clan Dientes de Sable– para agrupar y poner en contacto a los verdaderos seguidores del vampirismo y a todos los empresarios o propietarios de clubes inspirados en las Crónicas vampíricas de Anne Rice y en la escenografía del vampiro gótico. El resultado es una auténtica sociedad secreta vampírica que comparte filosofía y modos de vida, ha creado una sólida jerarquía del mundo de los vampiros, con un código de conducta propio, resumido en el texto conocido como El velo negro, y que organiza todo tipo de eventos internacionales: conciertos, covens, convenciones, etc. Aunque oficialmente disuelta en el año 2002, en realidad Sanguinarium se ha escindido y expandido en numerosas asociaciones ligadas entre sí, entre ellas la Ordo Strigoii Vii, reconocida como religión en Holanda y relacionada también con la Iglesia de Satán. En el extremo opuesto la una de la otra están la Orden del Vampiro, perteneciente a la Orden del Templo de Set de Michael Aquino, que se reafirma en la Vía de la Mano Izquierda avisando de que se trata de una organización “única y separada de las varias comunidades de vampiros on line que siguen la Vía de la Mano Derecha, grupos y ‘casas’ que se han extendido en los últimos años (...) y que promueven una versión débil y sin poder del arquetipo del vampiro, entre una miríada de ridículas ideas New Age”, y la Casa de Kheperu, asociación que toma su nombre del antiguo término egipcio para aludir a la “transformación” y que enseña a sus adeptos cómo captar la energía vital e interactuar con ella en su propio beneficio pero sin hacer daño a los demás. La Casa de Kheperu no pretende ser una religión y reniega también del vampirismo, en tanto que este posee claras connotaciones negativas: “Verás que en algunas partes se refieren a nosotros como ‘vampiros’, pero nos denominamos a nosotros mismos ‘kheprianos’, que para nosotros significa que somos espíritus inmortales, buscadores de sabiduría, catalizadores, maestros y estudiantes eternos”. En una línea parecida, aunque orgullosa del término “vampiro”, cabría situar a la Iglesia del Vampiro, que preconiza el vampirismo bioenergético y que no se presenta como secta o religión organizada, sino como organización investigadora y fuente de recursos para sus seguidores. No cabe duda de que hay una religión vampírica para cada vampiro, pero tampoco de que en los últimos años estas se han aproximado cada vez más a la brujería wicca y al neopaganismo; resultado, quizá, de que el vampiro haya pasado de ser un mito masculino a formar parte del universo femenino de las adoradoras de la Diosa. En una obra de recargado erotismo sadomasoquista como El descendiente de la oscuridad (La Factoría de Ideas), de Nancy Kilpatrick,
podemos asistir a toda una ceremonia de iniciación vampírica que posee los rasgos propios de un rito wiccano. Y en la serie de novelas iniciada con Marcada (La Factoría de Ideas), sus autoras, P. C. Cast y Kristin Cast, ofrecen una versión
del vampirismo llena de toques New Age y brujeriles, incluyendo una escuela para vampiros que no puede dejar de recordarnos al Hogwarts de Harry Potter.

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Mito la Llorona


Mito la Llorona

Por los valles y montañas, cerca de los grandes ríos y lagunas, se ha visto a una mujer con una larga bata negra que cubre todo su cuerpo. Un cabello largo, oscuro y negro, lleno de insectos como luciérnagas, grillos y mariposas. En vez de su cabeza, tiene una calavera, y sus ojos son dos bolas en llamas ardiendo. En sus manos huesudas y llenas de sangre, lleva y mece a un bebe muerto.

Mito la Llorona

Es conocida en los pueblos como la Llorona. Derraman con sus lagrimas sangre sobre la criatura que arrulla. El bebe muerto siempre tiene una mirada acusadora con su madre, por haberle quitado la vida. Se dice que se escuchan sus llantos cuando no hay ningún ruido, y que asusta a las mujeres y jóvenes que hacen actos malos que desobedezcan a sus padres.

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Mito la Caja de Pandora


Mito la Caja de Pandora

Llegó un momento en que los mortales e inmortales se separaron. Mediante un engaño, Prometeo logró que cuando los hombres hicieran sacrificios a los dioses, los hombre se quedaran con los huesos y los inmortales pudieran disfrutar de la carne y los órganosZeus, en venganza, le quitó el fuego a los hombres. Sin embargo, nuevamente Prometeo se las arregló para devolvérselos.

Mito la Caja de Pandora

Zeus se puso furioso, y ordenó a Hefesto que creará la figura de una hermosa princesa en arcilla, tan bella como un inmortal, y le diera vida. Entre varias ninfas, le dieron sensualidad, cualidades para telar, y por último con el fin de darle un toque de algo "bello malo", le dieron el poder deseducirmentir crear caos.

A esta imagen, se le llamó Pandora. Y es conocida como la primera mujer, que traía consigo el mal. El hombre entonces debía escoger entre:
  • Evitar el matrimonio, y tener una vida donde no perdería sus riquezas materiales, pero sin la posibilidad de tener una descendencia que mantenga sus posesiones luego de su muerte.
  • Casarse, y vivir constantemente con los males que traía la mujer.
Prometeo había advertido a Pandora que no recibiera ningún regalo por parte de Zeus, sin embargo ella hizo caso omiso de la advertencia. Recibió la que hora comúnmente llamamos la Caja de Pandora (Ánfora de PandoraJarra de Pandora), que contenía dentro todos los males y que fueron liberados cuando ella abrió la caja. La jarra se cerró momentos antes de que la esperanza pudiera salir. De aquí se atribuyen la existencia de todos los males del hombre.

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