Dos Papas

Entre las referencias que más destacan respecto al Anticristo, a quien el mismo San Pablo llamó también el “impío”, el “hombre sin ley”, el “hijo de la perdición”, el “adversario”, hay un elemento que nos indica en qué momento será su manifestación pública en el escenario mundial, por el hecho de que lo precede inmediatamente y se relaciona directamente con él.

Ese signo se encuentra en la segunda carta que el Apóstol escribió a la comunidad cristiana de Tesalónica, en seguimiento a la visita pastoral que realizó a esa ciudad. En dicho documento, San Pablo establece que antes de que se manifieste públicamente el Anticristo tiene que ser quitada de en medio una persona que “retiene” o retrasa esa manifestación:

“…Que nadie os engañe de ninguna manera; porque antes (del Retorno de Cristo) tiene que darse la apostasía y manifestarse el impío, el hijo de la perdición, el adversario que se levanta y se opone contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el templo de Dios, haciéndose adorar como Dios. ¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros? Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene, para que se manifieste en su momento oportuno. Porque el misterio de la impiedad ya está actuando.Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con la Manifestación de su Venida” (2 Tes 2, 3-8).

El motivo de la carta era suscitar esperanza en medio de las pruebas, pero también moderar el fervor de los tesalonicenses. San Pablo había predicado con tanto vigor en Tesalónica sobre el misterio de iniquidad, que los tesalonicenses llegaron a pensar que los Últimos Tiempos eran ya inminentes. Por ello, San Pablo les da a conocer la existencia de un “obstáculo” (en griego katejon) que primero tiene que ser removido, para que entonces pueda manifestarse públicamente el Anticristo.

En el versículo 6 utiliza el participio presente con pronombre neutro (to katejon) “Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene. En el versículo 7 lo utiliza con pronombre personal (ho katejon) “Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío”.

Una lectura cuidadosa del texto paulino nos lleva a concluir que el Apóstol deliberadamente utilizó dos géneros diversos para diferenciar realidades diferentes: el sentido neutro, para designar una realidad de impiedad y apostasía que ya actuaba desde aquella época y que los discípulos conocían perfectamente, y el masculino, para referirse a un personaje concreto cuya identidad ha sido un misterio para muchos a lo largo de la historia de la Iglesia, y que será precisamente el causante de que la manifestación pública del impío se retrase hasta que aquel no sea removido.

De esta forma, el katejon no puede ser tomado en sentido neutro, como si se tratase de una institución, o de un estado de cosas, o de un movimiento favorable al cristianismo. La referencia inmediatamente anterior de San Pablo para referirse a la apostasía y a la impiedad en el versículo 6 pone serias dificultades a esa interpretación, ya que el Apóstol habría utilizado las mismas palabras en el versículo siguiente.

Por ello, y porque San Pablo también se refiere al Anticristo en el sentido de un personaje concreto y preciso, se puede concluir que “el retenedor” es necesariamente una persona física, y que su acepción debe ser tomada en género masculino.

El sentido integral del versículo 7 parece indicar que San Pablo contrapone una persona, el Anticristo, a otra persona, precisamente la que retrasa u obstaculiza su manifestación pública. Es decir, nos encontramos ente una persona humana concreta, y una que no es histórica, sino futura.

Aparentemente, el señalamiento de San Pablo no aporta suficientes elementos para concluir a qué persona se refiere. Sin embargo, una detenida reflexión sobre el texto nos ayuda a encontrar dos indicaciones que apuntan a su identidad.

La primera, como ya dijimos, es que, al retrasar la manifestación pública del Anticristo, se trata necesariamente de alguien contemporáneo y con alguna relación directa al “impío”, por lo que no puede tratarse de un personaje lejano en la historia.

Lo segundo, es que esa relación se sitúa en el ámbito de lo espiritual, pues la manifestación del “impío” va ligada a la apostasía, abandono o negación de la verdadera religión. Es decir, el retenedor es un líder religioso, pastor ó místico, cuyo desempeño evita o retrasa que la doctrina apóstata tome preponderancia.

Analicemos nuevamente el texto: “…Que nadie os engañe de ninguna manera; porque antes tiene que darse la apostasía y manifestarse el impío (…) Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío…”

Con esos dos elementos, y dado que sólo a una persona Jesucristo prometió la asistencia particular del Espíritu Santo para garantizar la preservación del depósito de la fe, en contra de las diversas formas de apostasía, al Apóstol San Pedro y a sus sucesores legítimos, se podría concluir que el “retenedor” sea el Papa reinante cuando la disolución doctrinal llegue a tal nivel que el Anticristo pueda embaucar y fascinar al mundo.

Otra consideración importante es que ser quitado de en medio no es sinónimo de ser muerto. Un hecho tan grave lo hubiera señalado San Pablo con toda claridad. Aquí se trata de ser retirado, excluido, separado del cargo o del lugar desde el cual ejerce la función que precisamente retrasa la aparición pública del Anticristo, bien mediante la acción que ejerce, bien mediante la función que desempeña, o ambas.

Esta realidad lleva a preguntarnos si la profecía paulina del katejon pudiera ser la predicción y el fundamento escriturístico de la revelación que tuvo el Papa San Pío X y otros místicos católicos que hablan de una persecución violenta que le espera a un Papa, y de que un antipapa tome en ese momento el lugar físico de su Sede.

En 1909, el Papa San Pío X confió a su secretario particular y a otros eclesiásticos cercanos una revelación muy especial: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”.

Ese acontecimiento, que aún no ha sucedido, coincide casi literalmente con el contenido de la visión que tuvieron los niños de Fátima en 1917. A ellos, la Virgen María les mostró la escena de un obispo vestido de blanco huyendo de una ciudad en ruinas, sobre los cadáveres de muchos sacerdotes y laicos, para posteriormente ser asesinado.

Lo primero que salta a la vista es que ese hecho no ha tenido verificación, y que no se refiere, como El Vaticano quiso hacer creer el 26 de junio de 2000, al atentado que Juan Pablo II sufrió en 1981, ya que el Papa no huyó de Roma, esta ciudad no estaba en ruinas, no había cadáveres de sacerdotes y laicos por su camino, y no murió posteriormente asesinado.

Por otro lado, creciente número de investigaciones documentadas y serias demuestran que el Tercer Secreto de Fátima en realidad está compuesto de dos documentos diversos: las páginas que la Hermana Lucía escribió con la visión del obispo vestido de blanco que huye de una ciudad en ruinas, y otro, consistente en un pedazo de papel en el que escribió las palabras de la Santísima Virgen con las que explicó el sentido de la visión.

La historia es sencilla. La Hermana Lucía se enfermó gravemente en junio de 1943. Su superior, Monseñor Da Silva, Obispo de Leiría-Fátima, temiendo que pudiera fallecer por la enfermedad, le ordenó, el 15 de septiembre, escribir el Secreto de Fátima. La Hermana le pidió la orden formalmente y por escrito. A partir de que la recibió, a la monja le atacó una extraña parálisis que ella consideró de tipo sobrenatural. Finalmente, el 2 de enero de 1944, la misma Virgen María se le aparece nuevamente confirmándole que esa era la voluntad de Dios, y que le daría la fuerza y la luz necesarias para poder escribirlo, cosa que hizo al día siguiente. Sin embargo, por el decaimiento tan severo que tuvo, la Hermana Lucía sólo pudo escribir, en su diario, la visión, pero no las palabras de la Virgen que interpretan la visión.

No fue sino hasta el 9 de enero que la Hermana Lucía volvió a tener fuerzas y finalmente escribió, en una hoja, las palabras de la Virgen, hecho que sucedió en la Capilla del Convento de Tuy.

Lo que El Vaticano dio a conocer el 26 de junio de 2000 fue el primer documento, el de la visión, pero omitió dar a conocer el documento que contiene la interpretación.

Existen diversos testigos que confirman la existencia del documento no dado a conocer: el Cardenal Ottaviani, Monseñor Capovilla, secretario particular del Papa Juan XXIII, y el Padre Agustín Fuentes, sacerdote mexicano postulador de las causas de beatificación de Francisco y Jacinta y de los mártires mexicanos asesinados bajo el régimen de Plutarco Elías Calles. El Padre Fuentes entrevistó a la Hermana Lucía el 26 de diciembre de 1957.

Se sabe en qué fechas –diversas- llegaron ambos documentos a El Vaticano, en dónde se guardó cada uno, en qué fecha los Papas los leyeron. Toda esta historia contemporánea se haya reportada en diversas obras recientes como la de Andrea Tornielli (Il Segreto Svelato, Italia, 2000); la del vaticanista Marco Tossati (Il Segreto Nos Svelato, Italia, 2002), la de Solideo Paolini (Fátima, non Disprezate le Profezie, Italia, 2005), la de Antonio Socci (Il Quarto Segreto di Fatima, Italia, 2006), y la de Luís Eduardo López Padilla (Dos Papas en Roma, México, 2007). A pesar de todas las evidencias, El Vaticano sigue negando la existencia del segundo documento prefiriendo no dar a conocer las palabras de la Virgen, sino solo el primero, el de la visión.

Con todo, gracias a las concordancias y a varios testimonios como los señalados arriba es posible concluir que el segundo documento habla de una prueba máxima para la Iglesia Católica y Occidente en la que se dará una grave oposición de cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, laicos contra laicos, fruto de un cisma en el que un Papa legítimo tendrá que huir y refugiarse, mientras que un antipapa se encargará de liderar la “nueva iglesia” y difundir la apostasía desde la misma sede de Roma.

En palabras del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II: “El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia”.

En palabras del P. Paul Kramer, “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.

No sería algo nuevo. En la historia de la Iglesia han habido 37 antipapas, es decir, eclesiásticos elegidos ilegítimamente estando en vida el Papa legítimo. La gravedad de este cisma es que el contenido será eminentemente doctrinal. Puede ser que su génesis sea de poder, como una presión sobre el Papa legítimo para renunciar, o fingiendo su entierro cuando en realidad pudo huir de Roma. Pero lo grave será la oposición entre la nueva iglesia y la Iglesia de la Tradición, la iglesia adaptada al mundo y la Iglesia fiel.

Desde luego, la revelación de Fátima no tienen carácter infalible y de fe, como sí lo tiene la profecía pública sobre el katejon de San Pablo, pero Fátima es una de las pocas revelaciones marianas aceptadas por la Iglesia y de mayor credibilidad, sea por la señal cósmica acontecida el 13 de octubre de 1917, sea por el cumplimiento de una parte de la profecía que ya tuvo verificación, sea, sobre todo, por los frutos espirituales y de conversión.

Además de Fátima encontramos otras revelaciones privadas que coinciden con dicha profecía:

  • La más importante y conocida es la de San Francisco de Asís: “Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que causarán que muchos duden, aún aquellos en las distintas órdenes religiosas, hasta estar de acuerdo con aquellos herejes que causarán que mi Orden se divida. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran, aún los elegidos se perderían”.
  • Pero también están las palabras de Juan de Vitiguero, en el Siglo XIII: “Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia”.
  • De Juan de Rocapartida, un siglo después: “Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio”.
  • Nicolas de Fluh, en el siglo XV: “El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo”.
  • El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: “Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo”.
  • Las palabras de la Virgen reveladas en La Salette a Melania: “Roma perderá la fe, y se convertirá en la sede del Anticristo”.
  • La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: “Italia será sacudida por una gran revolución (…) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro”.
  • La beata Ana Catlina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.
  • Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: “El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro”.
  • Enzo Alocci: “El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia”.
  • La Beata Ana María Taigi: “La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”.
  • La mística María Steiner: “La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor”.
  • Las revelaciones en Garabandal: “El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse”.
  • El P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal: “Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo”.
Jesucristo relacionó una parte del discurso de la Última Cena con el hecho de que, una vez arrestado, sus discípulos lo abandonarían. Pero, en sentido más amplio, Jesús citaba una profecía del profeta Zacarías que tiene referencia a un pastor de los Últimos Tiempos, y que señala que a la Gran Tribulación sobrevivirá tan solo una tercera parte de la humanidad. Sus palabras son: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas, y tornaré mi mano contra los pequeños. Y sucederá en toda esta tierra –oráculo del Señor- que dos tercios serán exterminados, y el otro tercio quedará en ella”(Zac 13, 7-8).

Aquí, no solo encontramos un paralelismo entre la pasión del Maestro y la que tendrá que sufrir la Iglesia durante el Día del Señor y la Gran Tribulación, periodo en el que perecerán millones, sino que también contiene un anuncio para el Papa que esté reinando inmediatamente antes de la manifestación pública del Anticristo, haciéndole saber que su persona será objeto de un ataque, con la finalidad de dispersar a las ovejas unidas a él, para después arremeter contra los más débiles en la fe.

Además, la profecía de Zacarías no dice que el pastor será matado, como sucedió a Jesús, sino que será herido. La diferencia entre ambas situaciones es patente, y sirve para distinguir lo que sufrió Cristo, de lo que sucederá al pastor que reine cuando inicie el Día del Señor y la Gran Tribulación.

Por otro lado, el contexto específico de la apostasía generalizada apunta a que la dispersión de las ovejas debe ser moral más que física. Además, la herida debe contener algún elemento que pueda remover al katejon que retiene la manifestación pública de quien se beneficiará de la apostasía.

Un elemento adicional de las acciones que hieren al pastor es que estas permiten a los conjurados controlar la estructura eclesiástica para facilitar la entrada al lobo. Esta hipótesis encontraría su cumplimiento en el hecho de que el impostor pudiera arrebatar el lugar geográfico del verdadero pastor, es decir, Roma, lo cual expresaría la “abominable desolación” instalada “donde no debe”.

Los apóstoles conocían la amenaza y la identificaban con claridad, siendo conscientes de que los adversarios entrarían en medio de ellos como lobos feroces: salieron de entre ellos pero no eran de ellos, precisaría San Juan. El mismo Jesús les había advertido que entre el trigo crecería también la cizaña, hasta que llegase el tiempo de la siega en que Él mismo los habría de separar.

Contemplando que la apostasía está ya en curso, que la Iglesia ha sido infiltrada por la masonería iluminista-satánica para destruirla desde dentro con un cristianismo adaptado al mundo, y que altos eclesiásticos de ese grupo llegaron a la monstruosidad de asesinar al Papa Juan Pablo I el 28 de septiembre de 1978, y de atentar en diversas ocasiones contra la vida del Papa Juan Pablo II, es altamente probable que el katejon que debe ser removido para que se manifieste públicamente el Anticristo vaya a ser un Papa, uno que no comulga con los propósitos de ese grupo, y que por lo mismo les estorba.

Sobre el homicidio de Juan Pablo I por mano de cardenales afiliados a la masonería eclesiástica, hay que leer la obra del Obispo Jesús López Sáez, El Día de la Cuenta, Ed. Mediterráneo, Madrid, 2002. López Sáez es fundador de la comunidad de Ayala, experto en Juan Pablo I, miembro del Equipo Europeo de Catecumenado, responsable de la Comisión de Pastoral de los Adultos en el Secretariado Nacional de Catequesis de España. Desde 1985, López Sáez emprendió una investigación exhaustiva sobre los móviles que condujo a un grupo dentro de El Vaticano a asesinar al Papa recién electo. Su obra es, sin lugar a dudas, una de las más documentadas y reveladoras.

Dicho círculo de eclesiásticos masones promoverá en la sede de Pedro a un Papa que aceptará el matrimonio de los sacerdotes, la anticoncepción, las uniones homosexuales, el sacerdocio de la mujer, la autoridad colegiada de los obispos, la espiritualidad New Age, etc., etc… La mayoría de los católicos se alegrará de que finalmente haya llegado un Papa que entiende la modernidad y es capaz de adaptar la Iglesia al mundo.

Por el contrario, los fieles que mantengan la Tradición predicada por Juan Pablo II y Benedicto XVI serán ridiculizados y perseguidos.

El texto de la segunda carta de San Pablo a los Tesalonicenses sobre el katejon puede ser el fundamento escriturístico de la revelación privada que Lucía, Jacinta y Francisco recibieron hace poco más de noventa años, y que a su vez es confirmada por distintas revelaciones privadas, entre las que destaca la del Papa San Pío X, en el sentido de que a un Sumo Pontífice le espera el destino de una cruenta persecución y de una muerte brutal en cautiverio, y que esa situación provoque el mayor cisma de la Iglesia.

Lo más grave de todo, es que tal situación vaya a ser propiciada por altos jerarcas de la Iglesia que operan en la dirección del enemigo, y que la favorecen precisamente para sentar en el trono de Pedro a un impostor que más fácilmente pueda desviar a los fieles hacia la aceptación de sus modernas enseñanzas. Esa es precisamente la “abominación desoladora” predicha por el profeta Daniel, por San Juan y por San Pablo.
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Armagedón

La batalla de Armagedón es un conflicto mundial, posterior a la Tercera Guerra Mundial conocida como Guerra de Ezequiel o “Guerra de Gog y Magog”, que se llevará a cabo hacia el final de la Gran Tribulación, una vez que el Anticristo haya roto el acuerdo de paz que firmó al inicio de la Gran Tribulación y se vuelva contra los mismos judíos, para destruir Israel. La campaña de Aramagedón es descrita por el apóstol San Juan en el libro del Apocalipsis (Ap 16, 12-16), y es la que propiciará la Parusía, pues Jesús en persona volverá para salvar a Israel de la destrucción que le pretenderá infligir el Anticristo.

Paradójicamente, Jesucristo volverá por segunda vez no invocado por los cristianos, sino por los judíos, quienes viéndose acorralados por el Anticristo pensarán: si este, que nosotros pensábamos era el Mesías, ahora nos traiciona y se vuelve contra nosotros para destruirnos, a ver si el Mesías no es el que murió crucificado hace dos mil años. Entonces, los propios judíos clamarán a Cristo para que los libre de la destrucción, llevándose a cumplimiento la profecía de la conversión en masa de los judíos al cristianismo.

El Valle de Armagedón, llanura de Meguido, al norte de Israel, será el lugar físico donde tendrá lugar la Parusía o Retorno de Cristo. Allí volverá para derrotar al Anticristo “con el soplo de su aliento”.

Después de ese acontecimiento, Jesús subirá al Monte de los Olivos para llevar a cabo el Juicio a las Naciones y posteriormente dar inicio a su Reino en el mundo.
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Anticristo

La palabra “Anticristo” tiene dos acepciones: “el que combate a Cristo” o bien “el que suplanta a Cristo”. Este último es el sentido usado por San Juan. Al inicio, no se mostrará como un personaje violento, malévolo y cruel, sino como un líder carismático positivo que solucionará los principales problemas de la humanidad (la guerra, el hambre, el colapso financiero) seduciendo a la mayor parte de la humanidad con su ingenio y su aparente bondad.

El Anticristo, quien será tomado por los judíos como el Mesías prometido, celebrará un pacto con varios gobernantes, en favor de Israel, siendo un estratega y un embaucador que someterá a la humanidad, primero con seducción y argucia, y después mediante la fuerza. San Juan dice que, a la mitad de la semana (3 años y medio), reclamará para sí la adoración divina, promoviendo una religión apóstata universal y única, después de lo cual desatará la persecución no sólo contra los cristianos fieles, sino contra todos los que se resistieron a su dominio, incluidos los propios judíos hacia el final.

Acerca de la persona del Anticristo sabemos varios detalles: que recibirá el poder de Satanás (Ap 13, 2); que se hará adorar como Dios (2 Ts 2, 4); que será abatido de muerte y al tercer día se levantará (Ap 13, 12 y 14); que su reinado durará tres años y medio (Ap 13, 5); que será apoyado por un falso profeta que realizará prodigios embaucadores, el cual promoverá la unión de las religiones; que el “número de su nombre” (gematría) es 666, socializando y controlando a la humanidad mediante un sistema económico biotecnológico implantado en la mano derecha y en la frente, hecho que implica una adhesión a él por lo cual, quien lo reciba, no entrará al Reino de Cristo (Ap 13, 15-18).

Según la Tradición, el Anticristo será un judío de la tribu de Dan.

El Anticristo acabará con la guerra brindando a la humanidad su más profundo anhelo, la paz universal, si bien una paz sacrílega y falsa.

Igualmente, solucionará los problemas económicos y sociales, ofreciendo para todos sustento y bienestar, si bien dentro de una igualdad socialista forzada.

Liderará la más grande e impía confederación mundial. Negará, apoyado por su falso profeta, que Jesús es el Salvador (1Jn 2, 22), será recibido en lugar de Cristo por la mayoría de la humanidad (Jn 5, 43), se autodivinizará (2 Ts 2, 4), combatirá a los creyentes y someterá a los pueblos y a las religiones (Dn 7, 23).

Sin embargo, a pesar de que el demonio va a imperar mediante el gobierno de su ungido durante la Gran Tribulación, finalmente será derrotado y limitado su influjo sobre la creación.

Así lo reveló San Juan al hablar del futuro milenio del Reino de Cristo (Ap 20, 1) y así lo expresó el Papa Juan Pablo II poco antes de morir: “El incremento de la violencia y la injusticia en el mundo es obra de un Satanás furioso, al cual no le queda mucho tiempo. Él sabe que no le queda mucho porque la historia está a punto de experimentar un cambio radical en la liberación del mal, por lo cual Él está reaccionando con grande furia” (Audiencia General del 12/01/2005).
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"Pedro Romano: el ULTIMO Papa está Aquí"


Petrus Romanus
Se ha publicado en los Estados Unidos el libro "Petrus Romanus: The FINAL Pope Is Here", escrito por Thomas Horn y Cris Putnam. Se trata de una extensa obra que cruza dos líneas: la investigación periodística sobre acontecimientos internos de El Vaticano, y las profecías que se refieren al Papa que habrá de guiar la Iglesia durante la Gran Tribulación, último Papa de la serie romana.
El título se refiere a una de las principales profecías respecto a los Papas, la de San Malaquías, obispo irlandés que tuvo una revelación sobre la sucesión de romanos pontífices desde Celestino II hasta el último Papa de los tiempos actuales. La profecía está compuesta de lemas descriptivos correspondientes a cada uno de esos 112 Papas.
Los lemas pueden referirse a un símbolo de su país de origen, a su nombre, a su escudo de familia, o a alguna característica de su pontificado o de su vida.

Los últimos Papas son:
108: "Flos florum" (Flor de las flores) Pablo VI. Su escudo contenía una flor de lis, "flor de las flores".
109: "De medietate Lunae" (De la Media Luna) Juan Pablo I. Nació en la diócesis de Belluno, conocida como de bella luna.
110: "De labore solis" (Del eclipse del sol) Juan Pablo II. El día de su nacimiento y el día de su muerte hubieron eclipses de sol.
111: "Gloria Olivae" (La gloria del olivo) Benedicto XVI. Tomó su nombre de San Benito. Los monjes benedictinos, conocidos como olivetanos, tienen ramas de oliva en su heráldica.
Falta solo uno según la lista:
112: "Petrus Romanus" (Pedro Romano) Será el último Papa que gobierne la Iglesia desde Roma, inmediatamente antes de que acontezca el Retorno de Cristo.
El número 112 es del todo particular pues, a diferencia de los demás, es el único que lleva un párrafo descriptivo además del lema:
"En la persecución final contra la Santa Iglesia Romana reinará Pedro Romano, quien pastoreará a su grey en medio de muchas tribulaciones. Después de esto, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez justo volverá para juzgar a su pueblo".
Antes de abordar el contenido del libro "Petrus Romanus" es necesario hacer algunas precisiones. Cuando se habla de "el último Papa" no significa que nos encontramos ante el fin de la Iglesia o del mundo. La profecía se mueve dentro del esquema escatológico lacunziano que estipula, basado en las Escrituras, tres venidas de Cristo: 1) la de Belén, hace dos mil años; 2) la de su Parusía, retorno glorioso al final de los siete años de la Gran Tribulación: según San Juan y San Pablo, Cristo descenderá en el Valle de Armaguedón para derrotar al Anticristo y a sus ejércitos, y posteriormente llevar a cabo el Juicio a las Naciones; 3) la del fin del mundo, en el Cielo, para llevar a cabo el Juicio Universal.
Después de la Parusía y el Juicio a las Naciones la historia humana continuará en este mundo, si bien totalmente transformado, en un Reino de Dios en el que habrá paz, justicia y santidad verdaderas. Cuando Cristo inaugure su reino en el mundo, fruto social de la Parusía, Roma habrá sido destruida (según San Juan y coincidiendo con el lema 112 de San Malaquías), y el Papado volverá a ser ejercido desde Jerusalén, como lo fue en los inicios. Allí comenzará la serie de Papas jerosolimitanos, de la que a San Malaquías ya no le fue revelado nada.
También hay que decir, antes de abordar el punto central del libro, que además de San Malaquías existen otras muchas profecías sobre el futuro próximo del Papado y de la Iglesia, y que coinciden con el pontificado de Pedro Romano. De todas ellas podemos resumir varios elementos:
  1. Una elección confusa de la que surgen un Papa legítimo y un antipapa.
  2. Un Papa obligado a salir de Roma en circunstancias calamitosas.
  3. El antipapa usurpa la Silla de Pedro por la maniobra de una secta masónico-satánica que opera dentro de El Vaticano.
  4. Un gran cisma para la Iglesia, resultado de esa situación de dos Papas antagónicos.
Algunas de esas profecías:
  • San Francisco de Asís: "Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que causarán que muchos duden, aún aquellos en las distintas órdenes religiosas, hasta estar de acuerdo con aquellos herejes que causarán que mi Iglesia se divida. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran, aún los elegidos se perderían".[1]
  • Juan de Vitiguero, en el Siglo XIII: "Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia".
  • Juan de Rocapartida, un siglo después: "Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio".
  • Nicolas de Fluh, en el siglo XV: "El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo".
  • El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: "Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo".
  • Las palabras de la Virgen reveladas en La Salette a Melania: "Roma perderá la fe, y se convertirá en la sede del Anticristo".[2]
  • La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: "Italia será sacudida por una gran revolución (...) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro".[3]
  • La beata Ana Catalina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo".
  • Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: "El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro".[4]
  • Enzo Alocci: "El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia".[5]
  • La Beata Ana María Taigi: "La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma".[6]
  • La mística María Steiner: "La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor".
  • Las revelaciones en Garabandal: "El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse".[7]
  • Al P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, la Santísima Virgen le reveló: "Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo".[8]
  • Sor Agnes de Akita: "La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos".
  • Sor Sofía María Gabriel: "Habrán dos Papas rivales y una gran crisis centrada en el papado vaticano, y la Iglesia quedará dividida en dos bandos".
  • Cardenal Mario Luigi Ciappi: "La pérdida de la fe en la Iglesia, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia".
  • Papa San Pío X: "He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel".[9]
  • Padre Paul Kramer: "El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como lo dijo la Hermana Lucía, los partidarios de Satanás, quienes trabajan para el mal y no tienen miedo de nada".
  • Sor Lucía dos Santos, revelando el Tercer Secreto de Fátima: "Vimos a un obispo vestido de blanco, que temíamos fuera el Santo Padre, huir de una ciudad en ruinas, tembloroso y con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por los cadáveres que encontraba por el camino".
  • Cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: "Estamos ante la confrontación histórica más grande que la humanidad haya tenido. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar".
En diversas secciones, el libro "Petrus Romanus" menciona como la masonería iluminista (satánica) logró introducirse dentro de la Iglesia con el objeto de manipularla, destruyendo su fe, para poder convertirla en instrumento colaborador del gobierno mundial que en su momento ejercerá el Anticristo.
Esa tarea de infiltración lleva casi un siglo, y obedece a la estrategia del Caballo de Troya: introducirse para destruir desde dentro.
Si bien ya muchos miembros de la masonería eclesiástica han llegado hasta el nivel de obispos y cardenales, nunca han podido lograr su objetivo esencial, que es posicionar como Papa a uno de sus miembros.
La infiltración formal data de 1926 cuando, en Aix-La Chapelle de Aachen, los sacerdotes jesuitas Herman Gruber y Berteloot se reunieron con los tres eminentes masones Kurt Reichl, del Consejo Supremo de Austria, Eugen Lenhoff, gran maestre de la Logia Austriaca, y el doctor H. Ossian Lang, secretario general de la Gran Logia de Nueva York.
Posteriormente, en 1937, los dignatarios del Consejo Supremo de Francia emprendieron, con el cabalista Oswald Wirth y con el gran maestro grado 33 Albert Lantoine, del Supremo Consejo Escocés, la tarea explícita de propiciar el acercamiento entre sacerdotes católicos y la corriente espiritualista de la masonería negra. Participaban, entre otros, los sacerdotes Gruber y Mukermann. Todos coincidían en el empeño por crear un "socialismo cristiano global" vinculado al Marxismo.
El libro "Petrus Romanus" recuerda el caso significativo de un cardenal adherido a la masonería que estuvo a punto de llegar a ser Papa, el Cardenal Mariano Rampola.
A la muerte del Papa León XIII, todos daban por segura la elección del cardenal Mariano Rampolla, Secretario de Estado, como sucesor al trono pontificio. Sin embargo, durante el cónclave, el cardenal metropolitano de Cracovia marcó el alto mediante un telegrama de Su Majestad Franz Josef, del imperio Austro-Húngaro vetando esa nominación. Años después se supo que la objeción se debió a la notificación de que Rampolla pertenecía a la Gran Logia del Ordo Templis Orienti, en la que había sido iniciado en Suiza, llegando a escalar hasta el grado de Gran Maestro.
El libro también menciona el extraño caso del cardenal Giuseppe Siri mencionando que él ganó la mayoría de votos en los cónclaves de 1958 y 1963 pero, por presiones incomprensibles de la masonería, rechazó asumir el papado. Se cita la respuesta de Siri cuando veinte años después se le preguntó si era cierto que en ambos cónclaves él había sido inicialmente electo: "Estoy obligado al secreto. Ese secreto es horrible. Podría escribir libros acerca de lo que sucedió en esos cónclaves. Cosas verdaderamente serias acontecieron, pero no puedo decir nada"[10]
En Petrus Romanus se narra un acontecimiento que ya había sido dado a conocer en 1998 por el Padre Malachi Martin, la entronización de Satanás dentro de El Vaticano. Pero el libro lo relaciona con el tema de los Papas al subrayar que en esa misa negra fue consagrado a Satanás el sacerdote que habrá de ser el último Papa (antipapa) coincidiendo con Pedro Romano.
En efecto, en su libro "Windswept House" (Casa Azotada por el Viento), Malachi Martin (q.e.p.d.), sacerdote irlandés jesuita, cultísimo, gran teólogo, exorcista por 30 años y experto en Iglesia Católica, secretario del Cardenal Bea y consultor de varios Papas, dio a conocer que apenas electo Paulo VI se llevó a cabo, el 29 de junio de 1963, en la Capilla Paulina de El Vaticano, un ritual satánico en el que se entronizó a Satanás, y en el que participaron varios cardenales y obispos.[11]
Según Martin, se estaba cumpliendo una profecía del satanismo que anunciaba el comienzo de la"Era de Satanás dentro de El Vaticano" cuando un Papa tomara el nombre de Paulo. El último había sido Paulo V, Camilo Borghese, muerto en 1621. Montini fue electo el 21 de junio de 1963, y a los ocho días se llevó a cabo el ritual satánico, entre la noche del 28 y del 29. Se invocó a Satanás, afirman Horn y Putnam, siguiendo a Martin, no solo para entronizar a Satanás, sino para que éste invistiera con su poder a un joven sacerdote destinado a ser el antipapa que será el coincidente con Pedro Romano.
Se combinaron dos rituales que se llevaron a cabo simultáneamente, en El Vaticano, que fue incruento, y otro en una iglesia parroquial en Charleston, Carolina del Sur, que fue sangriento, los dos intercomunicados telefónicamente. Según Martin, el ritual en Charleston incluyó la violencia sexual contra un niño, en primer lugar drogado y abusado, y posteriormente sacrificado. A partir de esa misa negra simultánea comenzó a difundirse el abuso sexual de menores por parte de sacerdotes, así como otra serie de actos homosexuales y satánicos entre miembros del clero.
En otro 29 de junio, pero de 1972, el Papa Paulo VI admitió públicamente con amargura: "El humo de Satanás se ha introducido por las grietas de la Iglesia", refiriéndose sobre todo a la desacralización que se estaba llevando a cabo en la liturgia.
La Capilla Paulina, donde se llevó a cabo el ritual satánico, fue clausurada, y se reabrió en junio de 2009 cuando, después de haber sido restaurada, el Papa Benedicto XVI la volvió a consagrar a Dios.
El Padre Gabriele Amorth, experto exorcista y autor del libro "Habla un Exorcista" coincide con todo lo anterior y añade: "En El Vaticano hay cultos satánicos. No se ven, pero están en el mismo centro de la Cristiandad".
El hecho es que a partir de los años sesenta y posteriormente al Concilio Vaticano II, comenzó a fraguarse un cisma dentro de la Iglesia. Clérigos comenzaron a realizar todo tipo de cambios en la liturgia y en la disciplina, hasta llegar a nuestros días en que se promueve la abierta rebeldía contra el Papa y se presiona para que éste derogue el celibato sacerdotal, acepte los métodos anticonceptivos y abra las puertas al sacerdocio de la mujer y al gobierno colegiado de los obispos.
Pero ese cisma de la Iglesia, que hoy es soterrado, llegará a cristalizarse y a hacerse público, el día en que Pedro Romano ascienda al trono y un antipapa reclame el pontificado con un grupo de cardenales y obispos. Volvamos a la profecía de la beata Ana Catalina Emmerick, religiosa Agustina: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta".
En la historia de la Iglesia han habido 38 antipapas, es decir, Papas que han ejercido ilegítimamente el pontificado por una elección irregular. Pero la gravedad del antipapa que será reinante con Pedro Romano es del todo singular, pues es la primera vez que se da como infiltración de una secta masónico-satánica, y porque atacará directamente la doctrina con el fin de que la Iglesia sea puesta al servicio del gobierno mundial del Anticristo.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 675: "Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes". Y en el número 677 especifica: "La Iglesia sólo entrará en la gloria del reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección".
El libro menciona la predicción de Ronald Conte con relación al Papa Pedro Romano. Ronald L. Conte Jr. es teólogo, traductor de la Biblia, escritor experto en Iglesia Católica y en escatología. En el año 2002, Conte predijo correctamente que el Papa después de Juan Pablo II tomaría el nombre de Benedicto XVI.
Ahora en cambio, Conte afirma que el próximo Papa, al que tocará el lema de "Petrus Romanus", llevará el nombre de Pío XIII.[12] Conte escribe que el nombre de Pío está asociado históricamente a Papas que han enfatizado la autoridad doctrinal y disciplinar de la Iglesia, y sostiene que el Cardenal Francis Arinze reúne esa cualidad. Y añade: "Durante el reino del Papa Pedro Romano comenzará la gran apostasía, y este Papa marcará la primera parte de la Gran Tribulación".
Sin embargo, en su libro "Petrus Romanus", Horn y Putnam evitan casarse con la premonición de Ronald Conte respecto a Pío XIII, y señalan también como posible Papa bajo el lema "Pedro Romano" a los cardenales Peter Turkson, Angelo Scola y otros "papables" que bien pueden caer bajo la figura de un Papa que, en medio de la apostasía, defenderá la doctrina y la supremacía y disciplina de la Iglesia Católica.
El libro, apoyado por 722 notas, ofrece un buen acercamiento para conocer la historia de la Iglesia y de los Papas, así como aspectos doctrinales esenciales. También para adentrarse en el tema de la infiltración de la masonería satánica en la Iglesia, comprender el contenido de la segunda parte del Tercer Secreto de Fátima, y tratar de visualizar lo que será un acontecimiento próximo: el último cónclave.
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Jorge Bergoglio, un furibundo opositor de Cristina Kirchner


(AFP)
La sorpresa ha sido suma. El argentino Jorge Bergoglio es el nuevo Papa y el primero de Latinoamérica en la historia de la Iglesia Católica. Ahora, a sus 76 años, pasará a llamarse Francisco I.
Pero un hecho que impacta notoriamente en su país es el fuerte perfil opositor que tiene ante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y del ‘kirchnerismo’ en general, razón por la que no ha dudado en fustigar las políticas oficiales.
Hace poco, por ejemplo, difundió una carta en la que se refería duramente a la situación social argentina, con especial énfasis en el trabajo indigno, la corrupción, la droga, la trata de personas y la delincuencia.
ANTIPATÍA NOTORIA
Por su parte, la presidenta Cristina Kirchner nunca disimuló su antipatía por el cardenal. Prueba de ello es que todos los 25 de mayo –fecha en la que se realiza el tradicional Te Dem en Buenos Aires–, la jefa de Estado se ha ausentado de la capital argentina para no asistir a la ceremonia.
De esta manera, mientras ella visitaba alguna iglesia del interior del país donde tenía garantías de que no escucharía un sermón plagado de críticas a su gestión, Bergoglio repetía sus acusaciones de cada año.
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Dos Papas

Entre las referencias que más destacan respecto al Anticristo, a quien el mismo San Pablo llamó también el “impío”, el “hombre sin ley”, el “hijo de la perdición”, el “adversario”, hay un elemento que nos indica en qué momento será su manifestación pública en el escenario mundial, por el hecho de que lo precede inmediatamente y se relaciona directamente con él.

Ese signo se encuentra en la segunda carta que el Apóstol escribió a la comunidad cristiana de Tesalónica, en seguimiento a la visita pastoral que realizó a esa ciudad. En dicho documento, San Pablo establece que antes de que se manifieste públicamente el Anticristo tiene que ser quitada de en medio una persona que “retiene” o retrasa esa manifestación:

“…Que nadie os engañe de ninguna manera; porque antes (del Retorno de Cristo) tiene que darse la apostasía y manifestarse el impío, el hijo de la perdición, el adversario que se levanta y se opone contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el templo de Dios, haciéndose adorar como Dios. ¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros? Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene, para que se manifieste en su momento oportuno. Porque el misterio de la impiedad ya está actuando.Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con la Manifestación de su Venida” (2 Tes 2, 3-8).

El motivo de la carta era suscitar esperanza en medio de las pruebas, pero también moderar el fervor de los tesalonicenses. San Pablo había predicado con tanto vigor en Tesalónica sobre el misterio de iniquidad, que los tesalonicenses llegaron a pensar que los Últimos Tiempos eran ya inminentes. Por ello, San Pablo les da a conocer la existencia de un “obstáculo” (en griego katejon) que primero tiene que ser removido, para que entonces pueda manifestarse públicamente el Anticristo.

En el versículo 6 utiliza el participio presente con pronombre neutro (to katejon) “Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene. En el versículo 7 lo utiliza con pronombre personal (ho katejon) “Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío”.

Una lectura cuidadosa del texto paulino nos lleva a concluir que el Apóstol deliberadamente utilizó dos géneros diversos para diferenciar realidades diferentes: el sentido neutro, para designar una realidad de impiedad y apostasía que ya actuaba desde aquella época y que los discípulos conocían perfectamente, y el masculino, para referirse a un personaje concreto cuya identidad ha sido un misterio para muchos a lo largo de la historia de la Iglesia, y que será precisamente el causante de que la manifestación pública del impío se retrase hasta que aquel no sea removido.

De esta forma, el katejon no puede ser tomado en sentido neutro, como si se tratase de una institución, o de un estado de cosas, o de un movimiento favorable al cristianismo. La referencia inmediatamente anterior de San Pablo para referirse a la apostasía y a la impiedad en el versículo 6 pone serias dificultades a esa interpretación, ya que el Apóstol habría utilizado las mismas palabras en el versículo siguiente.

Por ello, y porque San Pablo también se refiere al Anticristo en el sentido de un personaje concreto y preciso, se puede concluir que “el retenedor” es necesariamente una persona física, y que su acepción debe ser tomada en género masculino.

El sentido integral del versículo 7 parece indicar que San Pablo contrapone una persona, el Anticristo, a otra persona, precisamente la que retrasa u obstaculiza su manifestación pública. Es decir, nos encontramos ente una persona humana concreta, y una que no es histórica, sino futura.

Aparentemente, el señalamiento de San Pablo no aporta suficientes elementos para concluir a qué persona se refiere. Sin embargo, una detenida reflexión sobre el texto nos ayuda a encontrar dos indicaciones que apuntan a su identidad.

La primera, como ya dijimos, es que, al retrasar la manifestación pública del Anticristo, se trata necesariamente de alguien contemporáneo y con alguna relación directa al “impío”, por lo que no puede tratarse de un personaje lejano en la historia.

Lo segundo, es que esa relación se sitúa en el ámbito de lo espiritual, pues la manifestación del “impío” va ligada a la apostasía, abandono o negación de la verdadera religión. Es decir, el retenedor es un líder religioso, pastor ó místico, cuyo desempeño evita o retrasa que la doctrina apóstata tome preponderancia.

Analicemos nuevamente el texto: “…Que nadie os engañe de ninguna manera; porque antes tiene que darse la apostasía y manifestarse el impío (…) Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío…”

Con esos dos elementos, y dado que sólo a una persona Jesucristo prometió la asistencia particular del Espíritu Santo para garantizar la preservación del depósito de la fe, en contra de las diversas formas de apostasía, al Apóstol San Pedro y a sus sucesores legítimos, se podría concluir que el “retenedor” sea el Papa reinante cuando la disolución doctrinal llegue a tal nivel que el Anticristo pueda embaucar y fascinar al mundo.

Otra consideración importante es que ser quitado de en medio no es sinónimo de ser muerto. Un hecho tan grave lo hubiera señalado San Pablo con toda claridad. Aquí se trata de ser retirado, excluido, separado del cargo o del lugar desde el cual ejerce la función que precisamente retrasa la aparición pública del Anticristo, bien mediante la acción que ejerce, bien mediante la función que desempeña, o ambas.

Esta realidad lleva a preguntarnos si la profecía paulina del katejon pudiera ser la predicción y el fundamento escriturístico de la revelación que tuvo el Papa San Pío X y otros místicos católicos que hablan de una persecución violenta que le espera a un Papa, y de que un antipapa tome en ese momento el lugar físico de su Sede.

En 1909, el Papa San Pío X confió a su secretario particular y a otros eclesiásticos cercanos una revelación muy especial: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”.

Ese acontecimiento, que aún no ha sucedido, coincide casi literalmente con el contenido de la visión que tuvieron los niños de Fátima en 1917. A ellos, la Virgen María les mostró la escena de un obispo vestido de blanco huyendo de una ciudad en ruinas, sobre los cadáveres de muchos sacerdotes y laicos, para posteriormente ser asesinado.

Lo primero que salta a la vista es que ese hecho no ha tenido verificación, y que no se refiere, como El Vaticano quiso hacer creer el 26 de junio de 2000, al atentado que Juan Pablo II sufrió en 1981, ya que el Papa no huyó de Roma, esta ciudad no estaba en ruinas, no había cadáveres de sacerdotes y laicos por su camino, y no murió posteriormente asesinado.

Por otro lado, creciente número de investigaciones documentadas y serias demuestran que el Tercer Secreto de Fátima en realidad está compuesto de dos documentos diversos: las páginas que la Hermana Lucía escribió con la visión del obispo vestido de blanco que huye de una ciudad en ruinas, y otro, consistente en un pedazo de papel en el que escribió las palabras de la Santísima Virgen con las que explicó el sentido de la visión.

La historia es sencilla. La Hermana Lucía se enfermó gravemente en junio de 1943. Su superior, Monseñor Da Silva, Obispo de Leiría-Fátima, temiendo que pudiera fallecer por la enfermedad, le ordenó, el 15 de septiembre, escribir el Secreto de Fátima. La Hermana le pidió la orden formalmente y por escrito. A partir de que la recibió, a la monja le atacó una extraña parálisis que ella consideró de tipo sobrenatural. Finalmente, el 2 de enero de 1944, la misma Virgen María se le aparece nuevamente confirmándole que esa era la voluntad de Dios, y que le daría la fuerza y la luz necesarias para poder escribirlo, cosa que hizo al día siguiente. Sin embargo, por el decaimiento tan severo que tuvo, la Hermana Lucía sólo pudo escribir, en su diario, la visión, pero no las palabras de la Virgen que interpretan la visión.

No fue sino hasta el 9 de enero que la Hermana Lucía volvió a tener fuerzas y finalmente escribió, en una hoja, las palabras de la Virgen, hecho que sucedió en la Capilla del Convento de Tuy.

Lo que El Vaticano dio a conocer el 26 de junio de 2000 fue el primer documento, el de la visión, pero omitió dar a conocer el documento que contiene la interpretación.

Existen diversos testigos que confirman la existencia del documento no dado a conocer: el Cardenal Ottaviani, Monseñor Capovilla, secretario particular del Papa Juan XXIII, y el Padre Agustín Fuentes, sacerdote mexicano postulador de las causas de beatificación de Francisco y Jacinta y de los mártires mexicanos asesinados bajo el régimen de Plutarco Elías Calles. El Padre Fuentes entrevistó a la Hermana Lucía el 26 de diciembre de 1957.

Se sabe en qué fechas –diversas- llegaron ambos documentos a El Vaticano, en dónde se guardó cada uno, en qué fecha los Papas los leyeron. Toda esta historia contemporánea se haya reportada en diversas obras recientes como la de Andrea Tornielli (Il Segreto Svelato, Italia, 2000); la del vaticanista Marco Tossati (Il Segreto Nos Svelato, Italia, 2002), la de Solideo Paolini (Fátima, non Disprezate le Profezie, Italia, 2005), la de Antonio Socci (Il Quarto Segreto di Fatima, Italia, 2006), y la de Luís Eduardo López Padilla (Dos Papas en Roma, México, 2007). A pesar de todas las evidencias, El Vaticano sigue negando la existencia del segundo documento prefiriendo no dar a conocer las palabras de la Virgen, sino solo el primero, el de la visión.

Con todo, gracias a las concordancias y a varios testimonios como los señalados arriba es posible concluir que el segundo documento habla de una prueba máxima para la Iglesia Católica y Occidente en la que se dará una grave oposición de cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, laicos contra laicos, fruto de un cisma en el que un Papa legítimo tendrá que huir y refugiarse, mientras que un antipapa se encargará de liderar la “nueva iglesia” y difundir la apostasía desde la misma sede de Roma.

En palabras del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II: “El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia”.

En palabras del P. Paul Kramer, “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.

No sería algo nuevo. En la historia de la Iglesia han habido 37 antipapas, es decir, eclesiásticos elegidos ilegítimamente estando en vida el Papa legítimo. La gravedad de este cisma es que el contenido será eminentemente doctrinal. Puede ser que su génesis sea de poder, como una presión sobre el Papa legítimo para renunciar, o fingiendo su entierro cuando en realidad pudo huir de Roma. Pero lo grave será la oposición entre la nueva iglesia y la Iglesia de la Tradición, la iglesia adaptada al mundo y la Iglesia fiel.

Desde luego, la revelación de Fátima no tienen carácter infalible y de fe, como sí lo tiene la profecía pública sobre el katejon de San Pablo, pero Fátima es una de las pocas revelaciones marianas aceptadas por la Iglesia y de mayor credibilidad, sea por la señal cósmica acontecida el 13 de octubre de 1917, sea por el cumplimiento de una parte de la profecía que ya tuvo verificación, sea, sobre todo, por los frutos espirituales y de conversión.

Además de Fátima encontramos otras revelaciones privadas que coinciden con dicha profecía:

  • La más importante y conocida es la de San Francisco de Asís: “Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que causarán que muchos duden, aún aquellos en las distintas órdenes religiosas, hasta estar de acuerdo con aquellos herejes que causarán que mi Orden se divida. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran, aún los elegidos se perderían”.
  • Pero también están las palabras de Juan de Vitiguero, en el Siglo XIII: “Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia”.
  • De Juan de Rocapartida, un siglo después: “Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio”.
  • Nicolas de Fluh, en el siglo XV: “El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo”.
  • El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: “Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo”.
  • Las palabras de la Virgen reveladas en La Salette a Melania: “Roma perderá la fe, y se convertirá en la sede del Anticristo”.
  • La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: “Italia será sacudida por una gran revolución (…) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro”.
  • La beata Ana Catlina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.
  • Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: “El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro”.
  • Enzo Alocci: “El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia”.
  • La Beata Ana María Taigi: “La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”.
  • La mística María Steiner: “La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor”.
  • Las revelaciones en Garabandal: “El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse”.
  • El P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal: “Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo”.
Jesucristo relacionó una parte del discurso de la Última Cena con el hecho de que, una vez arrestado, sus discípulos lo abandonarían. Pero, en sentido más amplio, Jesús citaba una profecía del profeta Zacarías que tiene referencia a un pastor de los Últimos Tiempos, y que señala que a la Gran Tribulación sobrevivirá tan solo una tercera parte de la humanidad. Sus palabras son: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas, y tornaré mi mano contra los pequeños. Y sucederá en toda esta tierra –oráculo del Señor- que dos tercios serán exterminados, y el otro tercio quedará en ella”(Zac 13, 7-8).

Aquí, no solo encontramos un paralelismo entre la pasión del Maestro y la que tendrá que sufrir la Iglesia durante el Día del Señor y la Gran Tribulación, periodo en el que perecerán millones, sino que también contiene un anuncio para el Papa que esté reinando inmediatamente antes de la manifestación pública del Anticristo, haciéndole saber que su persona será objeto de un ataque, con la finalidad de dispersar a las ovejas unidas a él, para después arremeter contra los más débiles en la fe.

Además, la profecía de Zacarías no dice que el pastor será matado, como sucedió a Jesús, sino que será herido. La diferencia entre ambas situaciones es patente, y sirve para distinguir lo que sufrió Cristo, de lo que sucederá al pastor que reine cuando inicie el Día del Señor y la Gran Tribulación.

Por otro lado, el contexto específico de la apostasía generalizada apunta a que la dispersión de las ovejas debe ser moral más que física. Además, la herida debe contener algún elemento que pueda remover al katejon que retiene la manifestación pública de quien se beneficiará de la apostasía.

Un elemento adicional de las acciones que hieren al pastor es que estas permiten a los conjurados controlar la estructura eclesiástica para facilitar la entrada al lobo. Esta hipótesis encontraría su cumplimiento en el hecho de que el impostor pudiera arrebatar el lugar geográfico del verdadero pastor, es decir, Roma, lo cual expresaría la “abominable desolación” instalada “donde no debe”.

Los apóstoles conocían la amenaza y la identificaban con claridad, siendo conscientes de que los adversarios entrarían en medio de ellos como lobos feroces: salieron de entre ellos pero no eran de ellos, precisaría San Juan. El mismo Jesús les había advertido que entre el trigo crecería también la cizaña, hasta que llegase el tiempo de la siega en que Él mismo los habría de separar.

Contemplando que la apostasía está ya en curso, que la Iglesia ha sido infiltrada por la masonería iluminista-satánica para destruirla desde dentro con un cristianismo adaptado al mundo, y que altos eclesiásticos de ese grupo llegaron a la monstruosidad de asesinar al Papa Juan Pablo I el 28 de septiembre de 1978, y de atentar en diversas ocasiones contra la vida del Papa Juan Pablo II, es altamente probable que el katejon que debe ser removido para que se manifieste públicamente el Anticristo vaya a ser un Papa, uno que no comulga con los propósitos de ese grupo, y que por lo mismo les estorba.

Sobre el homicidio de Juan Pablo I por mano de cardenales afiliados a la masonería eclesiástica, hay que leer la obra del Obispo Jesús López Sáez, El Día de la Cuenta, Ed. Mediterráneo, Madrid, 2002. López Sáez es fundador de la comunidad de Ayala, experto en Juan Pablo I, miembro del Equipo Europeo de Catecumenado, responsable de la Comisión de Pastoral de los Adultos en el Secretariado Nacional de Catequesis de España. Desde 1985, López Sáez emprendió una investigación exhaustiva sobre los móviles que condujo a un grupo dentro de El Vaticano a asesinar al Papa recién electo. Su obra es, sin lugar a dudas, una de las más documentadas y reveladoras.

Dicho círculo de eclesiásticos masones promoverá en la sede de Pedro a un Papa que aceptará el matrimonio de los sacerdotes, la anticoncepción, las uniones homosexuales, el sacerdocio de la mujer, la autoridad colegiada de los obispos, la espiritualidad New Age, etc., etc… La mayoría de los católicos se alegrará de que finalmente haya llegado un Papa que entiende la modernidad y es capaz de adaptar la Iglesia al mundo.

Por el contrario, los fieles que mantengan la Tradición predicada por Juan Pablo II y Benedicto XVI serán ridiculizados y perseguidos.

El texto de la segunda carta de San Pablo a los Tesalonicenses sobre el katejon puede ser el fundamento escriturístico de la revelación privada que Lucía, Jacinta y Francisco recibieron hace poco más de noventa años, y que a su vez es confirmada por distintas revelaciones privadas, entre las que destaca la del Papa San Pío X, en el sentido de que a un Sumo Pontífice le espera el destino de una cruenta persecución y de una muerte brutal en cautiverio, y que esa situación provoque el mayor cisma de la Iglesia.

Lo más grave de todo, es que tal situación vaya a ser propiciada por altos jerarcas de la Iglesia que operan en la dirección del enemigo, y que la favorecen precisamente para sentar en el trono de Pedro a un impostor que más fácilmente pueda desviar a los fieles hacia la aceptación de sus modernas enseñanzas. Esa es precisamente la “abominación desoladora” predicha por el profeta Daniel, por San Juan y por San Pablo.

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Armagedón

La batalla de Armagedón es un conflicto mundial, posterior a la Tercera Guerra Mundial conocida como Guerra de Ezequiel o “Guerra de Gog y Magog”, que se llevará a cabo hacia el final de la Gran Tribulación, una vez que el Anticristo haya roto el acuerdo de paz que firmó al inicio de la Gran Tribulación y se vuelva contra los mismos judíos, para destruir Israel. La campaña de Aramagedón es descrita por el apóstol San Juan en el libro del Apocalipsis (Ap 16, 12-16), y es la que propiciará la Parusía, pues Jesús en persona volverá para salvar a Israel de la destrucción que le pretenderá infligir el Anticristo.

Paradójicamente, Jesucristo volverá por segunda vez no invocado por los cristianos, sino por los judíos, quienes viéndose acorralados por el Anticristo pensarán: si este, que nosotros pensábamos era el Mesías, ahora nos traiciona y se vuelve contra nosotros para destruirnos, a ver si el Mesías no es el que murió crucificado hace dos mil años. Entonces, los propios judíos clamarán a Cristo para que los libre de la destrucción, llevándose a cumplimiento la profecía de la conversión en masa de los judíos al cristianismo.

El Valle de Armagedón, llanura de Meguido, al norte de Israel, será el lugar físico donde tendrá lugar la Parusía o Retorno de Cristo. Allí volverá para derrotar al Anticristo “con el soplo de su aliento”.

Después de ese acontecimiento, Jesús subirá al Monte de los Olivos para llevar a cabo el Juicio a las Naciones y posteriormente dar inicio a su Reino en el mundo.

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Anticristo

La palabra “Anticristo” tiene dos acepciones: “el que combate a Cristo” o bien “el que suplanta a Cristo”. Este último es el sentido usado por San Juan. Al inicio, no se mostrará como un personaje violento, malévolo y cruel, sino como un líder carismático positivo que solucionará los principales problemas de la humanidad (la guerra, el hambre, el colapso financiero) seduciendo a la mayor parte de la humanidad con su ingenio y su aparente bondad.

El Anticristo, quien será tomado por los judíos como el Mesías prometido, celebrará un pacto con varios gobernantes, en favor de Israel, siendo un estratega y un embaucador que someterá a la humanidad, primero con seducción y argucia, y después mediante la fuerza. San Juan dice que, a la mitad de la semana (3 años y medio), reclamará para sí la adoración divina, promoviendo una religión apóstata universal y única, después de lo cual desatará la persecución no sólo contra los cristianos fieles, sino contra todos los que se resistieron a su dominio, incluidos los propios judíos hacia el final.

Acerca de la persona del Anticristo sabemos varios detalles: que recibirá el poder de Satanás (Ap 13, 2); que se hará adorar como Dios (2 Ts 2, 4); que será abatido de muerte y al tercer día se levantará (Ap 13, 12 y 14); que su reinado durará tres años y medio (Ap 13, 5); que será apoyado por un falso profeta que realizará prodigios embaucadores, el cual promoverá la unión de las religiones; que el “número de su nombre” (gematría) es 666, socializando y controlando a la humanidad mediante un sistema económico biotecnológico implantado en la mano derecha y en la frente, hecho que implica una adhesión a él por lo cual, quien lo reciba, no entrará al Reino de Cristo (Ap 13, 15-18).

Según la Tradición, el Anticristo será un judío de la tribu de Dan.

El Anticristo acabará con la guerra brindando a la humanidad su más profundo anhelo, la paz universal, si bien una paz sacrílega y falsa.

Igualmente, solucionará los problemas económicos y sociales, ofreciendo para todos sustento y bienestar, si bien dentro de una igualdad socialista forzada.

Liderará la más grande e impía confederación mundial. Negará, apoyado por su falso profeta, que Jesús es el Salvador (1Jn 2, 22), será recibido en lugar de Cristo por la mayoría de la humanidad (Jn 5, 43), se autodivinizará (2 Ts 2, 4), combatirá a los creyentes y someterá a los pueblos y a las religiones (Dn 7, 23).

Sin embargo, a pesar de que el demonio va a imperar mediante el gobierno de su ungido durante la Gran Tribulación, finalmente será derrotado y limitado su influjo sobre la creación.

Así lo reveló San Juan al hablar del futuro milenio del Reino de Cristo (Ap 20, 1) y así lo expresó el Papa Juan Pablo II poco antes de morir: “El incremento de la violencia y la injusticia en el mundo es obra de un Satanás furioso, al cual no le queda mucho tiempo. Él sabe que no le queda mucho porque la historia está a punto de experimentar un cambio radical en la liberación del mal, por lo cual Él está reaccionando con grande furia” (Audiencia General del 12/01/2005).

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"Pedro Romano: el ULTIMO Papa está Aquí"


Petrus Romanus
Se ha publicado en los Estados Unidos el libro "Petrus Romanus: The FINAL Pope Is Here", escrito por Thomas Horn y Cris Putnam. Se trata de una extensa obra que cruza dos líneas: la investigación periodística sobre acontecimientos internos de El Vaticano, y las profecías que se refieren al Papa que habrá de guiar la Iglesia durante la Gran Tribulación, último Papa de la serie romana.
El título se refiere a una de las principales profecías respecto a los Papas, la de San Malaquías, obispo irlandés que tuvo una revelación sobre la sucesión de romanos pontífices desde Celestino II hasta el último Papa de los tiempos actuales. La profecía está compuesta de lemas descriptivos correspondientes a cada uno de esos 112 Papas.
Los lemas pueden referirse a un símbolo de su país de origen, a su nombre, a su escudo de familia, o a alguna característica de su pontificado o de su vida.

Los últimos Papas son:
108: "Flos florum" (Flor de las flores) Pablo VI. Su escudo contenía una flor de lis, "flor de las flores".
109: "De medietate Lunae" (De la Media Luna) Juan Pablo I. Nació en la diócesis de Belluno, conocida como de bella luna.
110: "De labore solis" (Del eclipse del sol) Juan Pablo II. El día de su nacimiento y el día de su muerte hubieron eclipses de sol.
111: "Gloria Olivae" (La gloria del olivo) Benedicto XVI. Tomó su nombre de San Benito. Los monjes benedictinos, conocidos como olivetanos, tienen ramas de oliva en su heráldica.
Falta solo uno según la lista:
112: "Petrus Romanus" (Pedro Romano) Será el último Papa que gobierne la Iglesia desde Roma, inmediatamente antes de que acontezca el Retorno de Cristo.
El número 112 es del todo particular pues, a diferencia de los demás, es el único que lleva un párrafo descriptivo además del lema:
"En la persecución final contra la Santa Iglesia Romana reinará Pedro Romano, quien pastoreará a su grey en medio de muchas tribulaciones. Después de esto, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez justo volverá para juzgar a su pueblo".
Antes de abordar el contenido del libro "Petrus Romanus" es necesario hacer algunas precisiones. Cuando se habla de "el último Papa" no significa que nos encontramos ante el fin de la Iglesia o del mundo. La profecía se mueve dentro del esquema escatológico lacunziano que estipula, basado en las Escrituras, tres venidas de Cristo: 1) la de Belén, hace dos mil años; 2) la de su Parusía, retorno glorioso al final de los siete años de la Gran Tribulación: según San Juan y San Pablo, Cristo descenderá en el Valle de Armaguedón para derrotar al Anticristo y a sus ejércitos, y posteriormente llevar a cabo el Juicio a las Naciones; 3) la del fin del mundo, en el Cielo, para llevar a cabo el Juicio Universal.
Después de la Parusía y el Juicio a las Naciones la historia humana continuará en este mundo, si bien totalmente transformado, en un Reino de Dios en el que habrá paz, justicia y santidad verdaderas. Cuando Cristo inaugure su reino en el mundo, fruto social de la Parusía, Roma habrá sido destruida (según San Juan y coincidiendo con el lema 112 de San Malaquías), y el Papado volverá a ser ejercido desde Jerusalén, como lo fue en los inicios. Allí comenzará la serie de Papas jerosolimitanos, de la que a San Malaquías ya no le fue revelado nada.
También hay que decir, antes de abordar el punto central del libro, que además de San Malaquías existen otras muchas profecías sobre el futuro próximo del Papado y de la Iglesia, y que coinciden con el pontificado de Pedro Romano. De todas ellas podemos resumir varios elementos:
  1. Una elección confusa de la que surgen un Papa legítimo y un antipapa.
  2. Un Papa obligado a salir de Roma en circunstancias calamitosas.
  3. El antipapa usurpa la Silla de Pedro por la maniobra de una secta masónico-satánica que opera dentro de El Vaticano.
  4. Un gran cisma para la Iglesia, resultado de esa situación de dos Papas antagónicos.
Algunas de esas profecías:
  • San Francisco de Asís: "Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que causarán que muchos duden, aún aquellos en las distintas órdenes religiosas, hasta estar de acuerdo con aquellos herejes que causarán que mi Iglesia se divida. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran, aún los elegidos se perderían".[1]
  • Juan de Vitiguero, en el Siglo XIII: "Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia".
  • Juan de Rocapartida, un siglo después: "Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio".
  • Nicolas de Fluh, en el siglo XV: "El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo".
  • El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: "Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo".
  • Las palabras de la Virgen reveladas en La Salette a Melania: "Roma perderá la fe, y se convertirá en la sede del Anticristo".[2]
  • La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: "Italia será sacudida por una gran revolución (...) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro".[3]
  • La beata Ana Catalina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo".
  • Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: "El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro".[4]
  • Enzo Alocci: "El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia".[5]
  • La Beata Ana María Taigi: "La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma".[6]
  • La mística María Steiner: "La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor".
  • Las revelaciones en Garabandal: "El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse".[7]
  • Al P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, la Santísima Virgen le reveló: "Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo".[8]
  • Sor Agnes de Akita: "La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos".
  • Sor Sofía María Gabriel: "Habrán dos Papas rivales y una gran crisis centrada en el papado vaticano, y la Iglesia quedará dividida en dos bandos".
  • Cardenal Mario Luigi Ciappi: "La pérdida de la fe en la Iglesia, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia".
  • Papa San Pío X: "He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel".[9]
  • Padre Paul Kramer: "El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como lo dijo la Hermana Lucía, los partidarios de Satanás, quienes trabajan para el mal y no tienen miedo de nada".
  • Sor Lucía dos Santos, revelando el Tercer Secreto de Fátima: "Vimos a un obispo vestido de blanco, que temíamos fuera el Santo Padre, huir de una ciudad en ruinas, tembloroso y con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por los cadáveres que encontraba por el camino".
  • Cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: "Estamos ante la confrontación histórica más grande que la humanidad haya tenido. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar".
En diversas secciones, el libro "Petrus Romanus" menciona como la masonería iluminista (satánica) logró introducirse dentro de la Iglesia con el objeto de manipularla, destruyendo su fe, para poder convertirla en instrumento colaborador del gobierno mundial que en su momento ejercerá el Anticristo.
Esa tarea de infiltración lleva casi un siglo, y obedece a la estrategia del Caballo de Troya: introducirse para destruir desde dentro.
Si bien ya muchos miembros de la masonería eclesiástica han llegado hasta el nivel de obispos y cardenales, nunca han podido lograr su objetivo esencial, que es posicionar como Papa a uno de sus miembros.
La infiltración formal data de 1926 cuando, en Aix-La Chapelle de Aachen, los sacerdotes jesuitas Herman Gruber y Berteloot se reunieron con los tres eminentes masones Kurt Reichl, del Consejo Supremo de Austria, Eugen Lenhoff, gran maestre de la Logia Austriaca, y el doctor H. Ossian Lang, secretario general de la Gran Logia de Nueva York.
Posteriormente, en 1937, los dignatarios del Consejo Supremo de Francia emprendieron, con el cabalista Oswald Wirth y con el gran maestro grado 33 Albert Lantoine, del Supremo Consejo Escocés, la tarea explícita de propiciar el acercamiento entre sacerdotes católicos y la corriente espiritualista de la masonería negra. Participaban, entre otros, los sacerdotes Gruber y Mukermann. Todos coincidían en el empeño por crear un "socialismo cristiano global" vinculado al Marxismo.
El libro "Petrus Romanus" recuerda el caso significativo de un cardenal adherido a la masonería que estuvo a punto de llegar a ser Papa, el Cardenal Mariano Rampola.
A la muerte del Papa León XIII, todos daban por segura la elección del cardenal Mariano Rampolla, Secretario de Estado, como sucesor al trono pontificio. Sin embargo, durante el cónclave, el cardenal metropolitano de Cracovia marcó el alto mediante un telegrama de Su Majestad Franz Josef, del imperio Austro-Húngaro vetando esa nominación. Años después se supo que la objeción se debió a la notificación de que Rampolla pertenecía a la Gran Logia del Ordo Templis Orienti, en la que había sido iniciado en Suiza, llegando a escalar hasta el grado de Gran Maestro.
El libro también menciona el extraño caso del cardenal Giuseppe Siri mencionando que él ganó la mayoría de votos en los cónclaves de 1958 y 1963 pero, por presiones incomprensibles de la masonería, rechazó asumir el papado. Se cita la respuesta de Siri cuando veinte años después se le preguntó si era cierto que en ambos cónclaves él había sido inicialmente electo: "Estoy obligado al secreto. Ese secreto es horrible. Podría escribir libros acerca de lo que sucedió en esos cónclaves. Cosas verdaderamente serias acontecieron, pero no puedo decir nada"[10]
En Petrus Romanus se narra un acontecimiento que ya había sido dado a conocer en 1998 por el Padre Malachi Martin, la entronización de Satanás dentro de El Vaticano. Pero el libro lo relaciona con el tema de los Papas al subrayar que en esa misa negra fue consagrado a Satanás el sacerdote que habrá de ser el último Papa (antipapa) coincidiendo con Pedro Romano.
En efecto, en su libro "Windswept House" (Casa Azotada por el Viento), Malachi Martin (q.e.p.d.), sacerdote irlandés jesuita, cultísimo, gran teólogo, exorcista por 30 años y experto en Iglesia Católica, secretario del Cardenal Bea y consultor de varios Papas, dio a conocer que apenas electo Paulo VI se llevó a cabo, el 29 de junio de 1963, en la Capilla Paulina de El Vaticano, un ritual satánico en el que se entronizó a Satanás, y en el que participaron varios cardenales y obispos.[11]
Según Martin, se estaba cumpliendo una profecía del satanismo que anunciaba el comienzo de la"Era de Satanás dentro de El Vaticano" cuando un Papa tomara el nombre de Paulo. El último había sido Paulo V, Camilo Borghese, muerto en 1621. Montini fue electo el 21 de junio de 1963, y a los ocho días se llevó a cabo el ritual satánico, entre la noche del 28 y del 29. Se invocó a Satanás, afirman Horn y Putnam, siguiendo a Martin, no solo para entronizar a Satanás, sino para que éste invistiera con su poder a un joven sacerdote destinado a ser el antipapa que será el coincidente con Pedro Romano.
Se combinaron dos rituales que se llevaron a cabo simultáneamente, en El Vaticano, que fue incruento, y otro en una iglesia parroquial en Charleston, Carolina del Sur, que fue sangriento, los dos intercomunicados telefónicamente. Según Martin, el ritual en Charleston incluyó la violencia sexual contra un niño, en primer lugar drogado y abusado, y posteriormente sacrificado. A partir de esa misa negra simultánea comenzó a difundirse el abuso sexual de menores por parte de sacerdotes, así como otra serie de actos homosexuales y satánicos entre miembros del clero.
En otro 29 de junio, pero de 1972, el Papa Paulo VI admitió públicamente con amargura: "El humo de Satanás se ha introducido por las grietas de la Iglesia", refiriéndose sobre todo a la desacralización que se estaba llevando a cabo en la liturgia.
La Capilla Paulina, donde se llevó a cabo el ritual satánico, fue clausurada, y se reabrió en junio de 2009 cuando, después de haber sido restaurada, el Papa Benedicto XVI la volvió a consagrar a Dios.
El Padre Gabriele Amorth, experto exorcista y autor del libro "Habla un Exorcista" coincide con todo lo anterior y añade: "En El Vaticano hay cultos satánicos. No se ven, pero están en el mismo centro de la Cristiandad".
El hecho es que a partir de los años sesenta y posteriormente al Concilio Vaticano II, comenzó a fraguarse un cisma dentro de la Iglesia. Clérigos comenzaron a realizar todo tipo de cambios en la liturgia y en la disciplina, hasta llegar a nuestros días en que se promueve la abierta rebeldía contra el Papa y se presiona para que éste derogue el celibato sacerdotal, acepte los métodos anticonceptivos y abra las puertas al sacerdocio de la mujer y al gobierno colegiado de los obispos.
Pero ese cisma de la Iglesia, que hoy es soterrado, llegará a cristalizarse y a hacerse público, el día en que Pedro Romano ascienda al trono y un antipapa reclame el pontificado con un grupo de cardenales y obispos. Volvamos a la profecía de la beata Ana Catalina Emmerick, religiosa Agustina: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta".
En la historia de la Iglesia han habido 38 antipapas, es decir, Papas que han ejercido ilegítimamente el pontificado por una elección irregular. Pero la gravedad del antipapa que será reinante con Pedro Romano es del todo singular, pues es la primera vez que se da como infiltración de una secta masónico-satánica, y porque atacará directamente la doctrina con el fin de que la Iglesia sea puesta al servicio del gobierno mundial del Anticristo.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 675: "Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes". Y en el número 677 especifica: "La Iglesia sólo entrará en la gloria del reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección".
El libro menciona la predicción de Ronald Conte con relación al Papa Pedro Romano. Ronald L. Conte Jr. es teólogo, traductor de la Biblia, escritor experto en Iglesia Católica y en escatología. En el año 2002, Conte predijo correctamente que el Papa después de Juan Pablo II tomaría el nombre de Benedicto XVI.
Ahora en cambio, Conte afirma que el próximo Papa, al que tocará el lema de "Petrus Romanus", llevará el nombre de Pío XIII.[12] Conte escribe que el nombre de Pío está asociado históricamente a Papas que han enfatizado la autoridad doctrinal y disciplinar de la Iglesia, y sostiene que el Cardenal Francis Arinze reúne esa cualidad. Y añade: "Durante el reino del Papa Pedro Romano comenzará la gran apostasía, y este Papa marcará la primera parte de la Gran Tribulación".
Sin embargo, en su libro "Petrus Romanus", Horn y Putnam evitan casarse con la premonición de Ronald Conte respecto a Pío XIII, y señalan también como posible Papa bajo el lema "Pedro Romano" a los cardenales Peter Turkson, Angelo Scola y otros "papables" que bien pueden caer bajo la figura de un Papa que, en medio de la apostasía, defenderá la doctrina y la supremacía y disciplina de la Iglesia Católica.
El libro, apoyado por 722 notas, ofrece un buen acercamiento para conocer la historia de la Iglesia y de los Papas, así como aspectos doctrinales esenciales. También para adentrarse en el tema de la infiltración de la masonería satánica en la Iglesia, comprender el contenido de la segunda parte del Tercer Secreto de Fátima, y tratar de visualizar lo que será un acontecimiento próximo: el último cónclave.

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Jorge Bergoglio, un furibundo opositor de Cristina Kirchner


(AFP)
La sorpresa ha sido suma. El argentino Jorge Bergoglio es el nuevo Papa y el primero de Latinoamérica en la historia de la Iglesia Católica. Ahora, a sus 76 años, pasará a llamarse Francisco I.
Pero un hecho que impacta notoriamente en su país es el fuerte perfil opositor que tiene ante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y del ‘kirchnerismo’ en general, razón por la que no ha dudado en fustigar las políticas oficiales.
Hace poco, por ejemplo, difundió una carta en la que se refería duramente a la situación social argentina, con especial énfasis en el trabajo indigno, la corrupción, la droga, la trata de personas y la delincuencia.
ANTIPATÍA NOTORIA
Por su parte, la presidenta Cristina Kirchner nunca disimuló su antipatía por el cardenal. Prueba de ello es que todos los 25 de mayo –fecha en la que se realiza el tradicional Te Dem en Buenos Aires–, la jefa de Estado se ha ausentado de la capital argentina para no asistir a la ceremonia.
De esta manera, mientras ella visitaba alguna iglesia del interior del país donde tenía garantías de que no escucharía un sermón plagado de críticas a su gestión, Bergoglio repetía sus acusaciones de cada año.

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