Exembajador de Colombia en el Vaticano revela secretos sobre la renuncia de Benedicto XVI




Actualizado el jueves, 14 de febrero de 2013 20:40


Exembajador de Colombia en el Vaticano revela uno de los grandes secretos sobre la renuncia del papa Benedicto XVI.

# 1 El exembajador de Colombia ante la Santa Sede Guillermo León Escobar reveló esta noche uno de los grandes secretos sobre la renuncia del papa Benedicto XVI. 

El exdiplomático, quien fue compañero de estudio de Joseph Ratzinger cuando este era apenas obispo y cursaban en una universidad en Alemania, le reveló al agente 001 Carlos Ruiz cuál fue, en su opinión, el histórico antecedente precursor de la decisión de renuncia del pontificado que tomó el ahora santo padre. 
El precedente fue este: [...]. 

Pero el exembajador Escobar tiene muy claras además otras cuatro razones, que contribuyeron a que el papa abdicara. Esas cuatro razones serán el tema, mañana, de esta sección.
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URRA / El meteorito de Chelíabinsk y la defensa antimisil


Bólido
DAVID URRA / CONTRAINJERENCIA- La prensa internacional se hace eco del hecho absolutamente inusitado de la caída de un meteorito en esta región de Rusia que, aunque no es el primero, si es sumamente raro. Uno de los aspectos que se trata es el de su relación con medios militares. Pero, ¿Qué hay de cierto en esto? ¿Cuál es la relación que tiene con acciones de tipo militar?
Ante todo debemos señalar que el hecho, ampliamente difundido, de que los sistemas de Defensa Antimisil rusos prácticamente no lo detectaron, es solo una confirmación de algo que ya se sabia, pero que se oculta deliberadamente por razones estratégicas, los sistemas antimisiles no son infalibles.
Desde la época de la mal llamada “Guerra Fría”, se esta intentando crear un “Escudo” antimisil que le permita a las grandes potencias sentirse seguras de que la otra parte no pueda destruirlos. Se han derrochado miles de millones en este empeño, sin resultados que parezcan prometedores para ninguna de las partes.
Hasta tal extremo ha sido la frustración, que en los años 70 y 80, las grandes potencias de entonces, la Unión Soviética y EE.UU, decidieron sabiamente disminuir los arsenales de los escudos antimisiles mediante los tratados SALT y con ello reducir la posibilidad de una conflagración nuclear en la que desaparecería la especie.
Para algunos puede no estar esto claro ¿Cómo disminuir el peligro de un golpe nuclear, disminuyendo los medios de defensa contra ellos?
En síntesis el principio es el siguiente. Si alguna de las partes enfrentadas tiene la percepción de que es invulnerable al ataque del otro, entonces, aumenta la posibilidad de que con tal de prevalecer, pueda decidirse a atacar.
Pero esto fue en realidad solo una etapa, pues el afán de preponderar era mas fuerte que el de armonizar, fundamentalmente en EE.UU, donde el Complejo Militar Industrial y las fuerzas mas retrogradas empujaban hacia el aumento de los gastos militares, por lo cual una disminución de las tensiones no jugaba en su favor.
De ahí surgieron múltiples proyectos que pretendían torpedear el tratado SALT, comenzando por la estruendosamente fracasada Iniciativa Estratégica de la Guerra de las Galaxias en la época de Ronald Reagan.
Hasta tal punto los deseos iban mas allá que las posibilidades reales de desarrollarlos que en las pruebas de los sistemas de Defensa Antimisil, ante los continuos fracasos en la intercepción de objetivos, se decidió engañar a la opinión publica y al enemigo, trampeando las pruebas, para lo cual se hicieron varios intentos de intercepción empleando una fuente emisora en los supuestos blancos que facilitaba su localización por parte de los cohetes interceptores.
Esto permitió anunciar al mundo que había “nacido” un nuevo sistema “infalible” que revolucionaria la estrategia de Defensa en los EE.UU. Como es lógico los soviéticos se lanzaron inmediatamente a la búsqueda de una paridad, lo que les costo bastante caro.
Al final la mentira, como casi siempre ocurre salió a la luz y un ejemplo de ello fue la raquítica efectividad que tuvieron los sistemas Patriot contra los Scud lanzados por los iraquíes durante la Guerra del Golfo.
Los Scud, misiles subsónicos de diseño bastante atrasado para la época y que prácticamente no tenían ningún recurso de enmascaramiento o defensa, fueron por demás empleados con bastante torpeza por los iraquíes pero raras veces fueron derribados por los Patriot. Los israelíes y norteamericanos anunciaban derribos que en realidad fueron lanzamientos defectuosos o fallidos por desperfectos técnicos, dada la increíble impericia de los militares iraquíes. En algunos casos se conoce que los iraquíes, a pesar de que sabían el deplorable estado técnico en que estaban los cohetes, preparaban los lanzamientos para puros efectos propagandísticos.
Igualmente ocurre en la actualidad con los sistemas Aegis, largamente promocionados y muy duramente cuestionados, que pretenden sustituir a los inalcanzables proyectos de la Guerra de las Galaxias.
El problema consiste en que al ocupar la Presidencia de EE.UU el Presidente Obama, se percataron de que, buscando un sistema irrealizable, en realidad se habían quedado sin ninguno. Barack suspendió de inmediato la iniciativa estratégica y ordenó desarrollar un sistema realizable que se pudiera instalar en poco tiempo.
Es aquí cuando se retoma el Aegis que se había comenzado alrededor de los años 60 del siglo pasado y que tenía más posibilidades de realización que las fantasías galácticas de Reagan y sus tanques pensantes.
Pero había un problema, los rusos estaban en mejores condiciones de avanzar pues ya tenían muy adelantados los sistemas S-300 y proyectaban el S-400, además de otros como el “Krona” que se modernizó en el 2010, además de poseer un novedoso sistema de radar con capacidad para funcionar mas allá del horizonte que los norteamericanos no poseían.
Así las cosas se necesitaba tiempo para poder emparejar las acciones y en ese momento vino, como anillo al dedo, la inexplicable propuesta rusa en el 2008, hecha por el entonces Presidente Medvedev, de crear un Escudo Antimisil conjunto con Europa. Como es lógico, los europeos, aliados confesos de EE.UU, aprovecharon la situación, aceptaron la propuesta y dilataron todo lo posible las interminables negociaciones sobre el asunto.
En ese tiempo EE.UU desarrollo aceleradamente su sistema y cuando estuvo casi listo lo instaló con ayuda de los propios europeos en las narices de Rusia.
Claro que no todo es color de rosa. El Aegis tiene todavía numerosos defectos, entre ellos el que no tiene capacidad de intercepción fuera de la atmosfera, lo que lo hace poco efectivo. Para poder interceptar cohetes balísticos de largo alcance necesita encontrarse muy cerca del territorio de lanzamiento lo que están tratando de hacer, aunque la enorme profundidad del territorio ruso, hace la tarea muy difícil y poco efectiva.
Por otra parte el Aegis posee unos cohetes interceptores que para un neófito en el tema pueden parecer formidables, pero que para los conocedores están por debajo de lo de ellos se necesita. Su velocidad de desplazamiento hace que su tiempo de reacción ante los lanzamientos sea muy limitado ya que podrían no alcanzar a tiempo los objetivos.
Por otro lado las limitaciones de sus radares son un hándicap para el extenso y profundo territorio ruso.
Por ejemplo la basificación y despliegue en la zona de Rota, España, de los buques norteamericanos con este sistema es prácticamente inoperante y posee más un carácter propagandístico que operativo.
Hay muchos otros ejemplos de como estos sistemas son empleados para publicitar una supuesta superioridad y unas posibilidades que permiten “asegurar” la defensa antimisil.
Lo real es que en caso de un enfrentamiento con el empleo de cohetes de largo alcance y ojivas nucleares, poco podrán hacer los sistemas antimisiles, a pesar de las cacareadas exaltaciones a sus inmejorables posibilidades.
Lo único sensato en este caso es desacelerar la carrera armamentista destruir los arsenales nucleares con garantías jurídicas e internacionales de que nadie utilizara la fuerza como forma de solución de conflictos.
Lo más delicado de este tema es que existen en los medios de difusión un grupo de  “analistas” que desconocen los temas netamente militares, pero que dan constantes opiniones y evaluaciones de hechos relacionados con la esfera bélica. Esto en realidad confunde a muchos y da una imagen completamente distorsionada de la realidad que lejos de ayudar a tomar conciencia de las prioridades del mundo actual generan estados y matrices de opinión equivocadas y dañinas.
Esto nos hace recordar un refrán el cuál reza que “el que nunca ha tenido gallinas, piensa que hasta la mierda es huevo”.
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EDUARDO FEBBRO / Las verdaderas razones de la renuncia del papa Benedicto XVI


vaticano-plaza-de-san-pedro-en-la-noche
Los expertos vaticanistas alegan que el papa Benedicto XVI decidió renunciar en marzo del año pasado, después de regresar de su viaje a México y a Cuba. En ese entonces, el Papa que encarna lo que el especialista y universitario francés Philippe Portier llama “una continuidad pesada” con su predecesor, Juan Pablo II, descubrió la primera parte de un informe elaborado por los cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi. Allí estaban resumidos los abismos nada espirituales en los que había caído la Iglesia: corrupción, finanzas oscuras, guerras fratricidas por el poder, robo masivo de documentos secretos, pugna entre facciones y lavado de dinero. El resumen final era la “resistencia en la curia al cambio y muchos obstáculos a las acciones pedidas por el Papa para promover la transparencia”.
El Vaticano era un nido de hienas enardecidas, un pugilato sin límites ni moral alguna donde la curia hambrienta de poder fomentaba delaciones, traiciones, zancadillas, lavado de dinero, operaciones de Inteligencia para mantener sus prerrogativas y privilegios al frente de las instituciones religiosas y financieras. Muy lejos del cielo y muy cerca de los pecados terrestres. Bajo el mandato de Benedicto XVI, el Vaticano fue uno de los Estados más oscuros del planeta. Josef Ratzinger tuvo el mérito de destapar el inmenso agujero negro de los curas pedófilos, pero no el de modernizar la Iglesia y dar vuelta la página del legado de asuntos turbios que dejó su predecesor, Juan Pablo II.
Ese primer informe de los tres cardenales desembocó, en agosto del año pasado, en el nombramiento del suizo René Brülhart, un especialista en lavado de dinero que dirigió durante ocho años la Financial Intelligence Unit (FIU) du Liechtenstein, o sea, la agencia nacional encargada de analizar las operaciones financieras sospechosas. Brülhart tenía como misión poner al Banco del Vaticano en sintonía con las normas europeas dictadas por el GAFI, el grupo de acción financiera. Desde luego, no pudo hacerlo. El pasado turbio le cerró el paso.
Benedicto XVI fue, como lo señala Philippe Portier, un continuador de la obra de Juan Pablo II: “Desde 1981 siguió el reino de su predecesor acompañando varios textos importantes que él mismo redactó a veces, como la Condena de las teologías de la liberación de los años 1984-1986, el Evangelium Vitae de 1995, a propósito de la doctrina de la Iglesia sobre temas de la vida, o Splendor Veritas, un texto fundamental redactado a cuatro manos con Wojtyla”. Estos dos textos citados por el experto francés son un compendio práctico de la visión reaccionaria de la Iglesia sobre las cuestiones políticas, sociales y científicas del mundo moderno.
La segunda parte del informe de los tres cardenales le fue presentada al Papa en diciembre. Desde entonces, la renuncia se planteó de forma irrevocable. En pleno marasmo y con un montón de pasillos que conducían al infierno, la curia romana actuó como lo haría cualquier Estado. Buscó imponer una verdad oficial con métodos modernos. Para ello contrató al periodista norteamericano Greg Burke, miembro del Opus Dei y ex miembro de la agencia Reuters, la revista Time y la cadena Fox. Burke tenía por misión mejorar la deteriorada imagen de la Iglesia. “Mi idea es aportar claridad”, dijo Burke al asumir el puesto. Demasiado tarde. Nada hay de claro en la cima de la Iglesia Católica.
La divulgación de los documentos secretos del Vaticano orquestada por el mayordomo del papa, Paolo Gabriele, y muchas otras manos invisibles fue una operación sabiamente montada cuyos resortes siguen siendo misteriosos: operación contra el poderoso secretario de Estado, Tarcisio Bertone, conspiración para empujar a Benedicto XVI a la renuncia y poner a un italiano en su lugar, o intento de frenar la purga interna en curso y la avalancha de secretos, los vatileaks sumergieron la tarea limpiadora de Burke. Un infierno de paredes pintadas con ángeles no es fácil de rediseñar.
Benedicto XVI se hizo aplastar por las contradicciones que él mismo suscitó. Estas son tales que, una vez que hizo pública su renuncia, los tradicionalistas de la Fraternidad de San Pío X fundada por monseñor Lefebvre saludaron la figura del Papa. No es para menos: una de las primeras misiones que emprendió Ratzinger consistió en suprimir las sanciones canónicas adoptadas contra los partidarios fascistoides y ultrarreaccionarios de monseñor Lefebvre y, por consiguiente, legitimizar en el seno de la Iglesia esa corriente retrógrada que, de Pinochet a Videla, supo apoyar a casi todas las dictaduras de ultraderecha del mundo.
Philippe Portier señala al respecto que el Papa “se dejó sobrepasar por la opacidad que se instaló bajo su reino”. Y la primera de ellas no es doctrinal, sino financiera. El Vaticano es un tenebroso gestor de dinero y muchas de las querellas que se destaparon en el último año tienen que ver con las finanzas, las cuentas maquilladas y las operaciones ilícitas. Esta es la herencia financiera que dejó Juan Pablo II y que para muchos especialistas explica la crisis actual. El Instituto para las Obras de Religión, es decir el banco del Vaticano, fundado en 1942 por Pío XII, funciona con una oscuridad tormentosa. En enero, a pedido del organismo europeo de lucha contra el blanqueo de dinero, Moneyval, el Banco de Italia bloqueó el uso de las cartas de crédito dentro del Vaticano debido a la falta de transparencia y a las fallas manifiestas en el control de lavado de dinero. En 2011, los cinco millones de turistas que visitaron la Santa Sede dejaron 93,5 millones de euros en las cajas del Vaticano, ahora deberán pagar al contado. El IOR gestiona más de 33.000 cuentas por las que circulan más de seis mil millones de euros. Su opacidad es tal que no figura en la “lista blanca” de los Estados que participan en el combate contra las transacciones ilícitas.
En septiembre de 2009, Ratzinger nombró al banquero Ettore Gotti Tedeschi al frente del Banco del Vaticano. Cercano al Opus Dei, representante del Banco de Santander en Italia desde 1992, Gotti Tedeschi participó en la preparación de la encíclica social y económica Caritas in veritate, publicada por el Papa en julio. La encíclica exige más justicia social y plantea reglas más transparentes para el sistema financiero mundial. Tedeschi tuvo como objetivo ordenar las turbias aguas de las finanzas vaticanas. Las cuentas de la Santa Sede son un laberinto de corrupción y lavado de dinero cuyos orígenes más conocidos se remontan a finales de los años ’80, cuando la Justicia italiana emitió una orden de detención contra el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, el llamado “banquero de Dios”, presidente del Instituto para las Obras de la Religión y máximo responsable de las inversiones vaticanas de la época.
Marcinkus era un adepto a los paraísos fiscales y muy amigo de las mafias. Juan Pablo II usó el argumento de la soberanía territorial para evitar la detención y salvarlo de la cárcel. No extraña, le debía mucho, ya que en los años ’70 y ’80 Marcinkus había utilizado el Banco del Vaticano para financiar secretamente al hijo predilecto de Juan Pablo II, el sindicato polaco Solidaridad, algo que Wojtyla no olvidó jamás. Marcinkus terminó sus días jugando al golf en Arizona y en el medio quedó un gigantesco agujero negro de pérdidas (3,5 mil millones de dólares), inversiones mafiosas y también varios cadáveres.
El 18 de junio de 1982 apareció un cadáver ahorcado en el puente londinense de Blackfriars. El cuerpo pertenecía a Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano y principal socio del IOR. Su aparente suicidio corrió el telón de una inmensa trama de corrupción que incluía, además del Banco Ambrosiano, la logia masónica Propaganda 2 (más conocida como P-2), dirigida por Licio Gelli, y el mismo Banco del Vaticano dirigido por Marcinkus. Gelli se refugió un tiempo en la Argentina, donde ya había operado en los tiempos del general Lanusse mediante un operativo llamado “Gianoglio” para facilitar el retorno de Perón.
A Gotti Tedeschi se le encomendó una misión casi imposible y sólo permaneció tres años al frente del Instituto para las Obras de Religión. Fue despedido de forma fulminante en 2012 por supuestas “irregularidades en su gestión”. Entre otras irregularidades, la fiscalía de Roma descubrió un giro sospechoso de 30 millones de dólares entre el Banco del Vaticano y el Credito Artigiano. La transferencia se hizo desde una cuenta abierta en el Credito Artigiano pero bloqueada por la Justicia a causa de su falta de transferencia. Tedeschi salió del banco pocas horas después de que se detuviera al mayordomo del Papa y justo cuando el Vaticano estaba siendo investigado por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. En realidad, su expulsión constituye otro episodio de la guerra entre facciones. En cuanto se hizo cargo del puesto, Tedeschi empezó a elaborar un informe secreto donde consignó lo que fue descubriendo: cuentas cifradas donde se escondía dinero sucio de “políticos, intermediarios, constructores y altos funcionarios del Estado”. Hasta Matteo Messina Denaro, el nuevo jefe de la Cosa Nostra, tenía su dinero en el IOR. Allí empezó el infortunio de Tedeschi. Quienes conocen bien el Vaticano alegan que el banquero amigo del Papa fue víctima de un complot armado por consejeros del banco con el respaldo del secretario de Estado, monseñor Bertone, un enemigo personal de Tedeschi y responsable de la comisión cardenalicia que vigila el funcionamiento del banco. Su destitución vino acompañada por la difusión de un “documento” que lo vinculaba con la fuga de documentos robados al Papa.
Más que las querellas teológicas, es el dinero y las sucias cuentas del Banco del Vaticano lo que parecen componer la trama de la inédita renuncia del Papa. Un nido de cuervos pedófilos, complotistas reaccionarios y ladrones, sedientos de poder, impunes y capaces de todo con tal de defender su facción, la jerarquía católica ha dejado una imagen terrible de su proceso de descomposición moral. Nada muy distinto al mundo en el que vivimos: corrupción, capitalismo suicida, protección de los privilegiados, circuitos de poder que se autoalimentan y protegen, el Vaticano no es más que un reflejo puntual de la propia decadencia del sistema.
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¿Por qué renuncia el papa?


La sorprendente renuncia de Benedicto XVI es el mayor acto de honestidad que el mundo moderno ha presenciado últimamente. Sus palabras resuenan como campanazos en medio del ruido. “Después de haber examinando ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.

Él es un intelectual, un profesor universitario, un hombre de ideas, la mente más brillante que posee el catolicismo en el mundo de hoy, pero no es un luchador como Juan Pablo II. No está enfermo de gravedad, aunque lleva un marcapasos, es un hombre consciente de sus limitaciones.

¿Dónde perdió sus fuerzas el antiguo profesor de Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona? Él, que siempre ha tenido un pensamiento apegado a las Sagradas Escrituras y a los padres de la Iglesia.

La perdió ante el dolor causado a los niños abusados por una serie de curas pedestres y por otra serie de curas homosexuales, que le salpicaron su cara y le conmovieron sus entrañas de pastor, cuando tuvo que consolar a esas víctimas.

Él venía acostumbrado al trato elevado y culto de un Hans von Baltazar, Kar Raner y un Henry de Lubac, con los que discutía los temas de lo que fuera la revista teológica más importante de los tiempos modernos, Communion , y se topó con la lucha feroz de poder y corrupción de la Curia romana.

Aunque conocía a profundidad todos los secretos de la Curia, perdió sus fuerzas al leer en Castelgandolfo, marzo del 2012, el informe preparado por tres cardenales octogenarios, quienes con nombre y apellido describían lo que la prensa había publicado en la fuga masiva de documentos secretos (Vati-leak), acerca de toda esa lucha diabólica de poder entre cardenales, instituciones y órdenes religiosas, y lo más sórdido el control sobre el dinero.

La detención de su mayordomo, Paolo Gabriele (el hombre que le ayudaba por años a vestirse y le servía el desayuno) y el despido humillante de su amigo, el banquero Ettore Gotti Tedeschi, la persona a la cual el papa le había confiado la limpieza de las finanzas vaticanas, fueron quizás las gotas que derramaron el vaso.

Perdió sus fuerzas, quizás, al reconocer como irreversible el proceso de descristianización que vive Europa occidental, que en el pasado fuera el corazón de la cristiandad, pese a los esfuerzos de la Iglesia a través de los Sínodos de los obispos europeos de los años de 1991 y 1999 como la exhortación apostólica Ecclesia in Europa del 2013 y en la actualidad, como lo reconociera el cardenal primado de Hungría, arzobispo de Budapest, Peter Erdo —Un continente en donde miles de niños no han oído hablar siquiera de Jesucristo y no saben rezar a Dios— con lo que lleva a un buen número de pensadores a hablar de una “Era Pos Cristiana”.

Perdió sus fuerzas al reconocer su fracaso ante el mundo árabe, empezando con su famosa conferencia en Ratisbona en septiembre del 2006, que irritó al mundo del fanatismo musulmán por su referencia a la cita del emperador Bizantino Manuel II alrededor de Mahoma. Su debilidad al no haber puesto en el tapete de la opinión pública mundial la persecución que sufren los cristianos en ciertos países árabes, y la radicalización de algunos sectores ante el fenómeno cristiano.

Perdió sus fuerzas al comprobar, pese a su viaje al Brasil a la V Conferencia con el Episcopado Latinoamericano en Aparecida (del 13 al 31 de mayo del 2007), del empuje de las sectas evangélicas en nuestro continente, y el desarrollo en países profundamente católicos como el nuestro, de una cultura protestante, que nada tiene que ver con el acontecer católico.

El papa Ratzinger, como lo llaman los romanos, está solo, aparentemente ha perdido la batalla, aunque estoy seguro la historia le dará la victoria, se retira a orar como lo hizo nuestro padre Francisco de Asís, después de su fracaso con el lobo de Gubbia. “El viento del bosque llevará su oración, que será: Padre nuestro que estás en los cielos… El autor es abogado

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Georg Ratzinger Hermano del papa revela secretos sobre la renuncia


El obispo Georg Ratzinger (d.), hermano del papa Benedicto XVI, camina junto a él en el jardín de una residencia vacacional en Bressanone (Italia). La foto es del 2008.
Georg Ratzinger revela que el 18 de enero ya estaba decidida la fecha de la renuncia.
El sacerdote Georg Ratzinger, de 89 años recién cumplidos, no solo es el hermano mayor del papa Benedicto XVI, sino también su único pariente vivo y gran confidente desde la niñez. Más allá de los lazos de sangre, ambos están unidos por la vida sacerdotal desde comienzos de los años 50, cuando fueron ordenados sacerdotes en la Arquidiócesis de Múnich y compartieron presbiterado en la ciudad bávara de Ratisbona, donde Georg todavía vive, como capellán jubilado, y de la cual Joseph Ratzinger salió en 1993, como cardenal, durante el papado de Juan Pablo II. (Vea el especial multimedia de la renuncia de Benedicto XVI)
Desde el 2005, religiosamente, Georg Ratzinger ha sido huésped del Vaticano y de su hermano, el papa, 3 veces por año. Su última visita se produjo en Navidad y se prolongó hasta el 18 de enero, cuando el hermano mayor regresó a Ratisbona. Desde allí, contestó las preguntas de EL TIEMPO. (Lea también: Este sería el perfil del líder espiritual que necesitan los católicos)
¿Es verdad que el papa tomó la decisión de renunciar después de su viaje a México y Cuba, en marzo del año pasado?
No. El tema estaba latente en su conciencia desde hace más de tres años. Su compromiso era llevar adelante su misión papal por el mayor tiempo que le fuera posible, y ese tiempo llegó a su fin, espiritualmente, al comienzo de este año. (Lea también: Benedicto, en 7 palabras)
¿Qué precipitó la decisión?
La disminución de sus fuerzas. Nada más.
¿Así se lo dijo?
El 18 de enero regresé de mi visita de Navidad al Vaticano con la fecha exacta en que mi hermano renunciaría. (Lea también: Secretos de un reinado de 2.000 años)
¿Consultó con usted la decisión?
No. Simplemente me la comentó y estuve de acuerdo.
Expertos en el Vaticano dicen que el papa está muy enfermo…
Eso no es cierto. Sucede que la edad apremia. Cualquier persona que haya llegado a los 80 años sabe de lo qué él y yo estamos hablando.
Las fuerzas disminuyen y, no obstante, las inmensas tareas del compromiso papal siguen en aumento. Mi hermano es demasiado comprometido como para dejar que las circunstancias naturales de la vida fueran las que determinaran su porvenir en el apostolado.  (Lea también: Balance de un corto papado)
La decisión del papa sorprendió al mundo. Lo inédito del asunto ha suscitado mucho nerviosismo entre los católicos…
No lo crea. Los entendidos sabían, o por lo menos tenían que saberlo, que mi hermano ya había sugerido la posibilidad de su renuncia en el 2010. (Lea también: El hombre que empuñó la razón para defender la fe)
¿Cómo y cuándo lo dijo?
Lo expresó por escrito en el libro La luz del mundo (Peter Seewald). ¿No conoce el pasaje?: “Si un papa se da cuenta de que ya no es física, psicológica o espiritualmente capaz de ejercer el cargo que se le ha confiado, entonces tiene el derecho y (…) el deber de dimitir, lo cual podría darse en un minuto de intensa paz o cuando ya no pueda más”. (Lea también: El papado no será lo mismo)
¿En la mañana del 11 de febrero se produjo el ‘minuto de intensa paz’ o el ‘ya no puedo más’?
Él dijo que, en plena libertad, había examinado su conciencia y llegado a la certeza de que no podía más. Son palabras muy claras, que se refieren a lo que ya había expresado en el 2010 de forma racional y reposada, consciente de que con ello abría, desde el propio papado, un nuevo capítulo en el pensamiento sobre la vida papal. Pensar la Iglesia, vivir la Iglesia, dirigir la Iglesia de la mejor forma que le ha sido posible ha sido lo que ha hecho mi hermano desde el comienzo y hasta el fin de su pontificado. (Lea también: ‘La Iglesia hallará su senda si se hace más humilde’: Leonardo Boff)
La religión católica está llena de miedos y supersticiones. Muchos ven la renuncia del papa como un callejón repleto de incógnitas sobre cómo seguirá el curso de la Iglesia con dos papas vivos, una situación que no se da desde la Edad Media. ¿Cómo se lo imagina usted?
El papa en retiro, Joseph Ratzinger, se va a dedicar a la oración y a sus actividades intelectuales. No se va a inmiscuir en nada, pero tampoco va a sentarse a esperar la muerte. (Lea también: Las revelaciones del ‘vatileaks’)
¿Va a volver a visitarlo?
Sí. Por tarde, en abril, para su cumpleaños número 86. En su residencia va a haber una habitación para mí.
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Exembajador de Colombia en el Vaticano revela secretos sobre la renuncia de Benedicto XVI




Actualizado el jueves, 14 de febrero de 2013 20:40


Exembajador de Colombia en el Vaticano revela uno de los grandes secretos sobre la renuncia del papa Benedicto XVI.

# 1 El exembajador de Colombia ante la Santa Sede Guillermo León Escobar reveló esta noche uno de los grandes secretos sobre la renuncia del papa Benedicto XVI. 

El exdiplomático, quien fue compañero de estudio de Joseph Ratzinger cuando este era apenas obispo y cursaban en una universidad en Alemania, le reveló al agente 001 Carlos Ruiz cuál fue, en su opinión, el histórico antecedente precursor de la decisión de renuncia del pontificado que tomó el ahora santo padre. 
El precedente fue este: [...]. 

Pero el exembajador Escobar tiene muy claras además otras cuatro razones, que contribuyeron a que el papa abdicara. Esas cuatro razones serán el tema, mañana, de esta sección.

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URRA / El meteorito de Chelíabinsk y la defensa antimisil


Bólido
DAVID URRA / CONTRAINJERENCIA- La prensa internacional se hace eco del hecho absolutamente inusitado de la caída de un meteorito en esta región de Rusia que, aunque no es el primero, si es sumamente raro. Uno de los aspectos que se trata es el de su relación con medios militares. Pero, ¿Qué hay de cierto en esto? ¿Cuál es la relación que tiene con acciones de tipo militar?
Ante todo debemos señalar que el hecho, ampliamente difundido, de que los sistemas de Defensa Antimisil rusos prácticamente no lo detectaron, es solo una confirmación de algo que ya se sabia, pero que se oculta deliberadamente por razones estratégicas, los sistemas antimisiles no son infalibles.
Desde la época de la mal llamada “Guerra Fría”, se esta intentando crear un “Escudo” antimisil que le permita a las grandes potencias sentirse seguras de que la otra parte no pueda destruirlos. Se han derrochado miles de millones en este empeño, sin resultados que parezcan prometedores para ninguna de las partes.
Hasta tal extremo ha sido la frustración, que en los años 70 y 80, las grandes potencias de entonces, la Unión Soviética y EE.UU, decidieron sabiamente disminuir los arsenales de los escudos antimisiles mediante los tratados SALT y con ello reducir la posibilidad de una conflagración nuclear en la que desaparecería la especie.
Para algunos puede no estar esto claro ¿Cómo disminuir el peligro de un golpe nuclear, disminuyendo los medios de defensa contra ellos?
En síntesis el principio es el siguiente. Si alguna de las partes enfrentadas tiene la percepción de que es invulnerable al ataque del otro, entonces, aumenta la posibilidad de que con tal de prevalecer, pueda decidirse a atacar.
Pero esto fue en realidad solo una etapa, pues el afán de preponderar era mas fuerte que el de armonizar, fundamentalmente en EE.UU, donde el Complejo Militar Industrial y las fuerzas mas retrogradas empujaban hacia el aumento de los gastos militares, por lo cual una disminución de las tensiones no jugaba en su favor.
De ahí surgieron múltiples proyectos que pretendían torpedear el tratado SALT, comenzando por la estruendosamente fracasada Iniciativa Estratégica de la Guerra de las Galaxias en la época de Ronald Reagan.
Hasta tal punto los deseos iban mas allá que las posibilidades reales de desarrollarlos que en las pruebas de los sistemas de Defensa Antimisil, ante los continuos fracasos en la intercepción de objetivos, se decidió engañar a la opinión publica y al enemigo, trampeando las pruebas, para lo cual se hicieron varios intentos de intercepción empleando una fuente emisora en los supuestos blancos que facilitaba su localización por parte de los cohetes interceptores.
Esto permitió anunciar al mundo que había “nacido” un nuevo sistema “infalible” que revolucionaria la estrategia de Defensa en los EE.UU. Como es lógico los soviéticos se lanzaron inmediatamente a la búsqueda de una paridad, lo que les costo bastante caro.
Al final la mentira, como casi siempre ocurre salió a la luz y un ejemplo de ello fue la raquítica efectividad que tuvieron los sistemas Patriot contra los Scud lanzados por los iraquíes durante la Guerra del Golfo.
Los Scud, misiles subsónicos de diseño bastante atrasado para la época y que prácticamente no tenían ningún recurso de enmascaramiento o defensa, fueron por demás empleados con bastante torpeza por los iraquíes pero raras veces fueron derribados por los Patriot. Los israelíes y norteamericanos anunciaban derribos que en realidad fueron lanzamientos defectuosos o fallidos por desperfectos técnicos, dada la increíble impericia de los militares iraquíes. En algunos casos se conoce que los iraquíes, a pesar de que sabían el deplorable estado técnico en que estaban los cohetes, preparaban los lanzamientos para puros efectos propagandísticos.
Igualmente ocurre en la actualidad con los sistemas Aegis, largamente promocionados y muy duramente cuestionados, que pretenden sustituir a los inalcanzables proyectos de la Guerra de las Galaxias.
El problema consiste en que al ocupar la Presidencia de EE.UU el Presidente Obama, se percataron de que, buscando un sistema irrealizable, en realidad se habían quedado sin ninguno. Barack suspendió de inmediato la iniciativa estratégica y ordenó desarrollar un sistema realizable que se pudiera instalar en poco tiempo.
Es aquí cuando se retoma el Aegis que se había comenzado alrededor de los años 60 del siglo pasado y que tenía más posibilidades de realización que las fantasías galácticas de Reagan y sus tanques pensantes.
Pero había un problema, los rusos estaban en mejores condiciones de avanzar pues ya tenían muy adelantados los sistemas S-300 y proyectaban el S-400, además de otros como el “Krona” que se modernizó en el 2010, además de poseer un novedoso sistema de radar con capacidad para funcionar mas allá del horizonte que los norteamericanos no poseían.
Así las cosas se necesitaba tiempo para poder emparejar las acciones y en ese momento vino, como anillo al dedo, la inexplicable propuesta rusa en el 2008, hecha por el entonces Presidente Medvedev, de crear un Escudo Antimisil conjunto con Europa. Como es lógico, los europeos, aliados confesos de EE.UU, aprovecharon la situación, aceptaron la propuesta y dilataron todo lo posible las interminables negociaciones sobre el asunto.
En ese tiempo EE.UU desarrollo aceleradamente su sistema y cuando estuvo casi listo lo instaló con ayuda de los propios europeos en las narices de Rusia.
Claro que no todo es color de rosa. El Aegis tiene todavía numerosos defectos, entre ellos el que no tiene capacidad de intercepción fuera de la atmosfera, lo que lo hace poco efectivo. Para poder interceptar cohetes balísticos de largo alcance necesita encontrarse muy cerca del territorio de lanzamiento lo que están tratando de hacer, aunque la enorme profundidad del territorio ruso, hace la tarea muy difícil y poco efectiva.
Por otra parte el Aegis posee unos cohetes interceptores que para un neófito en el tema pueden parecer formidables, pero que para los conocedores están por debajo de lo de ellos se necesita. Su velocidad de desplazamiento hace que su tiempo de reacción ante los lanzamientos sea muy limitado ya que podrían no alcanzar a tiempo los objetivos.
Por otro lado las limitaciones de sus radares son un hándicap para el extenso y profundo territorio ruso.
Por ejemplo la basificación y despliegue en la zona de Rota, España, de los buques norteamericanos con este sistema es prácticamente inoperante y posee más un carácter propagandístico que operativo.
Hay muchos otros ejemplos de como estos sistemas son empleados para publicitar una supuesta superioridad y unas posibilidades que permiten “asegurar” la defensa antimisil.
Lo real es que en caso de un enfrentamiento con el empleo de cohetes de largo alcance y ojivas nucleares, poco podrán hacer los sistemas antimisiles, a pesar de las cacareadas exaltaciones a sus inmejorables posibilidades.
Lo único sensato en este caso es desacelerar la carrera armamentista destruir los arsenales nucleares con garantías jurídicas e internacionales de que nadie utilizara la fuerza como forma de solución de conflictos.
Lo más delicado de este tema es que existen en los medios de difusión un grupo de  “analistas” que desconocen los temas netamente militares, pero que dan constantes opiniones y evaluaciones de hechos relacionados con la esfera bélica. Esto en realidad confunde a muchos y da una imagen completamente distorsionada de la realidad que lejos de ayudar a tomar conciencia de las prioridades del mundo actual generan estados y matrices de opinión equivocadas y dañinas.
Esto nos hace recordar un refrán el cuál reza que “el que nunca ha tenido gallinas, piensa que hasta la mierda es huevo”.

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EDUARDO FEBBRO / Las verdaderas razones de la renuncia del papa Benedicto XVI


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Los expertos vaticanistas alegan que el papa Benedicto XVI decidió renunciar en marzo del año pasado, después de regresar de su viaje a México y a Cuba. En ese entonces, el Papa que encarna lo que el especialista y universitario francés Philippe Portier llama “una continuidad pesada” con su predecesor, Juan Pablo II, descubrió la primera parte de un informe elaborado por los cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi. Allí estaban resumidos los abismos nada espirituales en los que había caído la Iglesia: corrupción, finanzas oscuras, guerras fratricidas por el poder, robo masivo de documentos secretos, pugna entre facciones y lavado de dinero. El resumen final era la “resistencia en la curia al cambio y muchos obstáculos a las acciones pedidas por el Papa para promover la transparencia”.
El Vaticano era un nido de hienas enardecidas, un pugilato sin límites ni moral alguna donde la curia hambrienta de poder fomentaba delaciones, traiciones, zancadillas, lavado de dinero, operaciones de Inteligencia para mantener sus prerrogativas y privilegios al frente de las instituciones religiosas y financieras. Muy lejos del cielo y muy cerca de los pecados terrestres. Bajo el mandato de Benedicto XVI, el Vaticano fue uno de los Estados más oscuros del planeta. Josef Ratzinger tuvo el mérito de destapar el inmenso agujero negro de los curas pedófilos, pero no el de modernizar la Iglesia y dar vuelta la página del legado de asuntos turbios que dejó su predecesor, Juan Pablo II.
Ese primer informe de los tres cardenales desembocó, en agosto del año pasado, en el nombramiento del suizo René Brülhart, un especialista en lavado de dinero que dirigió durante ocho años la Financial Intelligence Unit (FIU) du Liechtenstein, o sea, la agencia nacional encargada de analizar las operaciones financieras sospechosas. Brülhart tenía como misión poner al Banco del Vaticano en sintonía con las normas europeas dictadas por el GAFI, el grupo de acción financiera. Desde luego, no pudo hacerlo. El pasado turbio le cerró el paso.
Benedicto XVI fue, como lo señala Philippe Portier, un continuador de la obra de Juan Pablo II: “Desde 1981 siguió el reino de su predecesor acompañando varios textos importantes que él mismo redactó a veces, como la Condena de las teologías de la liberación de los años 1984-1986, el Evangelium Vitae de 1995, a propósito de la doctrina de la Iglesia sobre temas de la vida, o Splendor Veritas, un texto fundamental redactado a cuatro manos con Wojtyla”. Estos dos textos citados por el experto francés son un compendio práctico de la visión reaccionaria de la Iglesia sobre las cuestiones políticas, sociales y científicas del mundo moderno.
La segunda parte del informe de los tres cardenales le fue presentada al Papa en diciembre. Desde entonces, la renuncia se planteó de forma irrevocable. En pleno marasmo y con un montón de pasillos que conducían al infierno, la curia romana actuó como lo haría cualquier Estado. Buscó imponer una verdad oficial con métodos modernos. Para ello contrató al periodista norteamericano Greg Burke, miembro del Opus Dei y ex miembro de la agencia Reuters, la revista Time y la cadena Fox. Burke tenía por misión mejorar la deteriorada imagen de la Iglesia. “Mi idea es aportar claridad”, dijo Burke al asumir el puesto. Demasiado tarde. Nada hay de claro en la cima de la Iglesia Católica.
La divulgación de los documentos secretos del Vaticano orquestada por el mayordomo del papa, Paolo Gabriele, y muchas otras manos invisibles fue una operación sabiamente montada cuyos resortes siguen siendo misteriosos: operación contra el poderoso secretario de Estado, Tarcisio Bertone, conspiración para empujar a Benedicto XVI a la renuncia y poner a un italiano en su lugar, o intento de frenar la purga interna en curso y la avalancha de secretos, los vatileaks sumergieron la tarea limpiadora de Burke. Un infierno de paredes pintadas con ángeles no es fácil de rediseñar.
Benedicto XVI se hizo aplastar por las contradicciones que él mismo suscitó. Estas son tales que, una vez que hizo pública su renuncia, los tradicionalistas de la Fraternidad de San Pío X fundada por monseñor Lefebvre saludaron la figura del Papa. No es para menos: una de las primeras misiones que emprendió Ratzinger consistió en suprimir las sanciones canónicas adoptadas contra los partidarios fascistoides y ultrarreaccionarios de monseñor Lefebvre y, por consiguiente, legitimizar en el seno de la Iglesia esa corriente retrógrada que, de Pinochet a Videla, supo apoyar a casi todas las dictaduras de ultraderecha del mundo.
Philippe Portier señala al respecto que el Papa “se dejó sobrepasar por la opacidad que se instaló bajo su reino”. Y la primera de ellas no es doctrinal, sino financiera. El Vaticano es un tenebroso gestor de dinero y muchas de las querellas que se destaparon en el último año tienen que ver con las finanzas, las cuentas maquilladas y las operaciones ilícitas. Esta es la herencia financiera que dejó Juan Pablo II y que para muchos especialistas explica la crisis actual. El Instituto para las Obras de Religión, es decir el banco del Vaticano, fundado en 1942 por Pío XII, funciona con una oscuridad tormentosa. En enero, a pedido del organismo europeo de lucha contra el blanqueo de dinero, Moneyval, el Banco de Italia bloqueó el uso de las cartas de crédito dentro del Vaticano debido a la falta de transparencia y a las fallas manifiestas en el control de lavado de dinero. En 2011, los cinco millones de turistas que visitaron la Santa Sede dejaron 93,5 millones de euros en las cajas del Vaticano, ahora deberán pagar al contado. El IOR gestiona más de 33.000 cuentas por las que circulan más de seis mil millones de euros. Su opacidad es tal que no figura en la “lista blanca” de los Estados que participan en el combate contra las transacciones ilícitas.
En septiembre de 2009, Ratzinger nombró al banquero Ettore Gotti Tedeschi al frente del Banco del Vaticano. Cercano al Opus Dei, representante del Banco de Santander en Italia desde 1992, Gotti Tedeschi participó en la preparación de la encíclica social y económica Caritas in veritate, publicada por el Papa en julio. La encíclica exige más justicia social y plantea reglas más transparentes para el sistema financiero mundial. Tedeschi tuvo como objetivo ordenar las turbias aguas de las finanzas vaticanas. Las cuentas de la Santa Sede son un laberinto de corrupción y lavado de dinero cuyos orígenes más conocidos se remontan a finales de los años ’80, cuando la Justicia italiana emitió una orden de detención contra el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, el llamado “banquero de Dios”, presidente del Instituto para las Obras de la Religión y máximo responsable de las inversiones vaticanas de la época.
Marcinkus era un adepto a los paraísos fiscales y muy amigo de las mafias. Juan Pablo II usó el argumento de la soberanía territorial para evitar la detención y salvarlo de la cárcel. No extraña, le debía mucho, ya que en los años ’70 y ’80 Marcinkus había utilizado el Banco del Vaticano para financiar secretamente al hijo predilecto de Juan Pablo II, el sindicato polaco Solidaridad, algo que Wojtyla no olvidó jamás. Marcinkus terminó sus días jugando al golf en Arizona y en el medio quedó un gigantesco agujero negro de pérdidas (3,5 mil millones de dólares), inversiones mafiosas y también varios cadáveres.
El 18 de junio de 1982 apareció un cadáver ahorcado en el puente londinense de Blackfriars. El cuerpo pertenecía a Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano y principal socio del IOR. Su aparente suicidio corrió el telón de una inmensa trama de corrupción que incluía, además del Banco Ambrosiano, la logia masónica Propaganda 2 (más conocida como P-2), dirigida por Licio Gelli, y el mismo Banco del Vaticano dirigido por Marcinkus. Gelli se refugió un tiempo en la Argentina, donde ya había operado en los tiempos del general Lanusse mediante un operativo llamado “Gianoglio” para facilitar el retorno de Perón.
A Gotti Tedeschi se le encomendó una misión casi imposible y sólo permaneció tres años al frente del Instituto para las Obras de Religión. Fue despedido de forma fulminante en 2012 por supuestas “irregularidades en su gestión”. Entre otras irregularidades, la fiscalía de Roma descubrió un giro sospechoso de 30 millones de dólares entre el Banco del Vaticano y el Credito Artigiano. La transferencia se hizo desde una cuenta abierta en el Credito Artigiano pero bloqueada por la Justicia a causa de su falta de transferencia. Tedeschi salió del banco pocas horas después de que se detuviera al mayordomo del Papa y justo cuando el Vaticano estaba siendo investigado por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. En realidad, su expulsión constituye otro episodio de la guerra entre facciones. En cuanto se hizo cargo del puesto, Tedeschi empezó a elaborar un informe secreto donde consignó lo que fue descubriendo: cuentas cifradas donde se escondía dinero sucio de “políticos, intermediarios, constructores y altos funcionarios del Estado”. Hasta Matteo Messina Denaro, el nuevo jefe de la Cosa Nostra, tenía su dinero en el IOR. Allí empezó el infortunio de Tedeschi. Quienes conocen bien el Vaticano alegan que el banquero amigo del Papa fue víctima de un complot armado por consejeros del banco con el respaldo del secretario de Estado, monseñor Bertone, un enemigo personal de Tedeschi y responsable de la comisión cardenalicia que vigila el funcionamiento del banco. Su destitución vino acompañada por la difusión de un “documento” que lo vinculaba con la fuga de documentos robados al Papa.
Más que las querellas teológicas, es el dinero y las sucias cuentas del Banco del Vaticano lo que parecen componer la trama de la inédita renuncia del Papa. Un nido de cuervos pedófilos, complotistas reaccionarios y ladrones, sedientos de poder, impunes y capaces de todo con tal de defender su facción, la jerarquía católica ha dejado una imagen terrible de su proceso de descomposición moral. Nada muy distinto al mundo en el que vivimos: corrupción, capitalismo suicida, protección de los privilegiados, circuitos de poder que se autoalimentan y protegen, el Vaticano no es más que un reflejo puntual de la propia decadencia del sistema.

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¿Por qué renuncia el papa?


La sorprendente renuncia de Benedicto XVI es el mayor acto de honestidad que el mundo moderno ha presenciado últimamente. Sus palabras resuenan como campanazos en medio del ruido. “Después de haber examinando ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.

Él es un intelectual, un profesor universitario, un hombre de ideas, la mente más brillante que posee el catolicismo en el mundo de hoy, pero no es un luchador como Juan Pablo II. No está enfermo de gravedad, aunque lleva un marcapasos, es un hombre consciente de sus limitaciones.

¿Dónde perdió sus fuerzas el antiguo profesor de Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona? Él, que siempre ha tenido un pensamiento apegado a las Sagradas Escrituras y a los padres de la Iglesia.

La perdió ante el dolor causado a los niños abusados por una serie de curas pedestres y por otra serie de curas homosexuales, que le salpicaron su cara y le conmovieron sus entrañas de pastor, cuando tuvo que consolar a esas víctimas.

Él venía acostumbrado al trato elevado y culto de un Hans von Baltazar, Kar Raner y un Henry de Lubac, con los que discutía los temas de lo que fuera la revista teológica más importante de los tiempos modernos, Communion , y se topó con la lucha feroz de poder y corrupción de la Curia romana.

Aunque conocía a profundidad todos los secretos de la Curia, perdió sus fuerzas al leer en Castelgandolfo, marzo del 2012, el informe preparado por tres cardenales octogenarios, quienes con nombre y apellido describían lo que la prensa había publicado en la fuga masiva de documentos secretos (Vati-leak), acerca de toda esa lucha diabólica de poder entre cardenales, instituciones y órdenes religiosas, y lo más sórdido el control sobre el dinero.

La detención de su mayordomo, Paolo Gabriele (el hombre que le ayudaba por años a vestirse y le servía el desayuno) y el despido humillante de su amigo, el banquero Ettore Gotti Tedeschi, la persona a la cual el papa le había confiado la limpieza de las finanzas vaticanas, fueron quizás las gotas que derramaron el vaso.

Perdió sus fuerzas, quizás, al reconocer como irreversible el proceso de descristianización que vive Europa occidental, que en el pasado fuera el corazón de la cristiandad, pese a los esfuerzos de la Iglesia a través de los Sínodos de los obispos europeos de los años de 1991 y 1999 como la exhortación apostólica Ecclesia in Europa del 2013 y en la actualidad, como lo reconociera el cardenal primado de Hungría, arzobispo de Budapest, Peter Erdo —Un continente en donde miles de niños no han oído hablar siquiera de Jesucristo y no saben rezar a Dios— con lo que lleva a un buen número de pensadores a hablar de una “Era Pos Cristiana”.

Perdió sus fuerzas al reconocer su fracaso ante el mundo árabe, empezando con su famosa conferencia en Ratisbona en septiembre del 2006, que irritó al mundo del fanatismo musulmán por su referencia a la cita del emperador Bizantino Manuel II alrededor de Mahoma. Su debilidad al no haber puesto en el tapete de la opinión pública mundial la persecución que sufren los cristianos en ciertos países árabes, y la radicalización de algunos sectores ante el fenómeno cristiano.

Perdió sus fuerzas al comprobar, pese a su viaje al Brasil a la V Conferencia con el Episcopado Latinoamericano en Aparecida (del 13 al 31 de mayo del 2007), del empuje de las sectas evangélicas en nuestro continente, y el desarrollo en países profundamente católicos como el nuestro, de una cultura protestante, que nada tiene que ver con el acontecer católico.

El papa Ratzinger, como lo llaman los romanos, está solo, aparentemente ha perdido la batalla, aunque estoy seguro la historia le dará la victoria, se retira a orar como lo hizo nuestro padre Francisco de Asís, después de su fracaso con el lobo de Gubbia. “El viento del bosque llevará su oración, que será: Padre nuestro que estás en los cielos… El autor es abogado

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Georg Ratzinger Hermano del papa revela secretos sobre la renuncia


El obispo Georg Ratzinger (d.), hermano del papa Benedicto XVI, camina junto a él en el jardín de una residencia vacacional en Bressanone (Italia). La foto es del 2008.
Georg Ratzinger revela que el 18 de enero ya estaba decidida la fecha de la renuncia.
El sacerdote Georg Ratzinger, de 89 años recién cumplidos, no solo es el hermano mayor del papa Benedicto XVI, sino también su único pariente vivo y gran confidente desde la niñez. Más allá de los lazos de sangre, ambos están unidos por la vida sacerdotal desde comienzos de los años 50, cuando fueron ordenados sacerdotes en la Arquidiócesis de Múnich y compartieron presbiterado en la ciudad bávara de Ratisbona, donde Georg todavía vive, como capellán jubilado, y de la cual Joseph Ratzinger salió en 1993, como cardenal, durante el papado de Juan Pablo II. (Vea el especial multimedia de la renuncia de Benedicto XVI)
Desde el 2005, religiosamente, Georg Ratzinger ha sido huésped del Vaticano y de su hermano, el papa, 3 veces por año. Su última visita se produjo en Navidad y se prolongó hasta el 18 de enero, cuando el hermano mayor regresó a Ratisbona. Desde allí, contestó las preguntas de EL TIEMPO. (Lea también: Este sería el perfil del líder espiritual que necesitan los católicos)
¿Es verdad que el papa tomó la decisión de renunciar después de su viaje a México y Cuba, en marzo del año pasado?
No. El tema estaba latente en su conciencia desde hace más de tres años. Su compromiso era llevar adelante su misión papal por el mayor tiempo que le fuera posible, y ese tiempo llegó a su fin, espiritualmente, al comienzo de este año. (Lea también: Benedicto, en 7 palabras)
¿Qué precipitó la decisión?
La disminución de sus fuerzas. Nada más.
¿Así se lo dijo?
El 18 de enero regresé de mi visita de Navidad al Vaticano con la fecha exacta en que mi hermano renunciaría. (Lea también: Secretos de un reinado de 2.000 años)
¿Consultó con usted la decisión?
No. Simplemente me la comentó y estuve de acuerdo.
Expertos en el Vaticano dicen que el papa está muy enfermo…
Eso no es cierto. Sucede que la edad apremia. Cualquier persona que haya llegado a los 80 años sabe de lo qué él y yo estamos hablando.
Las fuerzas disminuyen y, no obstante, las inmensas tareas del compromiso papal siguen en aumento. Mi hermano es demasiado comprometido como para dejar que las circunstancias naturales de la vida fueran las que determinaran su porvenir en el apostolado.  (Lea también: Balance de un corto papado)
La decisión del papa sorprendió al mundo. Lo inédito del asunto ha suscitado mucho nerviosismo entre los católicos…
No lo crea. Los entendidos sabían, o por lo menos tenían que saberlo, que mi hermano ya había sugerido la posibilidad de su renuncia en el 2010. (Lea también: El hombre que empuñó la razón para defender la fe)
¿Cómo y cuándo lo dijo?
Lo expresó por escrito en el libro La luz del mundo (Peter Seewald). ¿No conoce el pasaje?: “Si un papa se da cuenta de que ya no es física, psicológica o espiritualmente capaz de ejercer el cargo que se le ha confiado, entonces tiene el derecho y (…) el deber de dimitir, lo cual podría darse en un minuto de intensa paz o cuando ya no pueda más”. (Lea también: El papado no será lo mismo)
¿En la mañana del 11 de febrero se produjo el ‘minuto de intensa paz’ o el ‘ya no puedo más’?
Él dijo que, en plena libertad, había examinado su conciencia y llegado a la certeza de que no podía más. Son palabras muy claras, que se refieren a lo que ya había expresado en el 2010 de forma racional y reposada, consciente de que con ello abría, desde el propio papado, un nuevo capítulo en el pensamiento sobre la vida papal. Pensar la Iglesia, vivir la Iglesia, dirigir la Iglesia de la mejor forma que le ha sido posible ha sido lo que ha hecho mi hermano desde el comienzo y hasta el fin de su pontificado. (Lea también: ‘La Iglesia hallará su senda si se hace más humilde’: Leonardo Boff)
La religión católica está llena de miedos y supersticiones. Muchos ven la renuncia del papa como un callejón repleto de incógnitas sobre cómo seguirá el curso de la Iglesia con dos papas vivos, una situación que no se da desde la Edad Media. ¿Cómo se lo imagina usted?
El papa en retiro, Joseph Ratzinger, se va a dedicar a la oración y a sus actividades intelectuales. No se va a inmiscuir en nada, pero tampoco va a sentarse a esperar la muerte. (Lea también: Las revelaciones del ‘vatileaks’)
¿Va a volver a visitarlo?
Sí. Por tarde, en abril, para su cumpleaños número 86. En su residencia va a haber una habitación para mí.

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