Robin Teresa Beck ha llevado un estilo de vida homosexual durante 35 años. Esta mujer que supera los sesenta años ha pasado más de la mitad de su vida buscando la felicidad creyendo encontrarla en una persona de su mismo sexo, hasta que se dio cuenta que aquella vida no le llenaba. Ha pasado más de una década desde que dejó el lesbianismo y ahora es feliz.
Su caso es uno más de los muchos que existen en el mundo pero que son ocultos de manera sistemática por el lobby gay, por lo cual no se puede hacer público que se pueda dejar de ser gay sin esperar las represalias. Un ejemplo de ello ha sido la dura campaña que ha experimentado el terapeuta Richard Cohen por publicar un libro en el que ayuda a dejar la homosexualidad para quien así lo quiera.
Esta mujer contó su experiencia en un libro I just came for Ashes (Vine sólo para las cenizas), en el que da importantes claves de cómo mucha gente acaba en el mundo homosexual. Siendo hija de padres alcohólicos, su padre abusaba de su madre, así que nunca sintió el afecto de ambos. Este hecho derivó que en su adolescencia y juventud buscara ese cariño que le faltaba en otras personas, en este caso en mujeres. Así empezó a tener distintas relaciones que acababan siempre rápidamente.
La mayoría de las mujeres lesbianas tiene una relación deficiente con su madre. No tuve el afecto necesitaba de mi madre y esto me provocó heridas que intenté curar pidiendo a otras mujeres que me dieran lo que mi madre no fue capaz de darme, manifestó la ex lesbiana Robin.
Luego de tantos desengaños durante años, tantas parejas, tantas relaciones, esta ex lesbiana asegura ahora que muchas personas que llevan un estilo de vida homosexual son personas heridas.
Aunque esta exlesbiana dice que esta afirmación le ha causado grandes problemas, incluso entre algunos cristianos, especialmente al catalogarse como ex lesbiana, incide en que todavía no conoce a ninguna persona activa en este estilo de vida que no esconda dolor, rechazo, ciertas carencias y por lo general desde la infancia.
Ahora como cristiana católica, Robin Teresa Beck afirma que en la Iglesia “ha encontrado la fuerza para renunciar” a esta forma de vida y “ni siquiera por un momento” se le ha pasado por la cabeza volver a practicar tales cosas.
Dada su experiencia y trayectoria esta mujer es una voz autorizada para entrar en el debate que se generó en el Sínodo impuesto por algunos obispos sobre la aceptación de la homosexualidad.
Los sacerdotes deben decir la verdad con amor y si la gente se enfada, que así sea. Cuando sus vidas se rompan, volverán, incluso si caen una y mil veces vamos a estar allí de nuevo. La Iglesia tiene que ser amorosa y sincera, si sólo ofrecemos la verdad sin amor es como una cirugía sin anestesia. La Iglesia tiene que ser un hospital de campaña pero la gente no puede empezar a recibir la cura hasta que no haya arrepentimiento, y nadie se arrepiente a menos que oiga la verdad, afirma de manera contundente Robin.
Y esta exlesbiana va más allá al afirmar que la verdad es que Dios nos creó hombre y mujer. A su juicio, la Iglesia debe decir la verdad con amor a los homosexuales y dejarles claros que lo que hacen es autodestructivo
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