JUICIO DE DIOS PARA VENEZUELA, 2010
Palabra de Dios de Juicio para Venezuela y de Juicio de Dios para su Pueblo que me fueron dadas a mi Ana Victoria Sanz, en Apure, Venezuela en la tercera semana del mes de Marzo de 2010. Para que las escribiera y se las entregara ya sea que las leyeran y las escucharan o las dejen de leer y de escuchar.
Así ha dicho Dios, el mismo Dios de los Ejércitos de ayer, de hoy y de siempre: “Oye bien y pon atento todo tu ser, a estas palabras que te hablo hoy, vuélvete a mí, vuélvete a mí, arrepiéntete y conviértete de tus malas acciones, de tus malas obras y de tus malos caminos ¿por qué moriréis? ¡Oye bien, Oh, venezolano y venezolana! ¡Oye bien, Oh, extranjero y extranjera que habitas en esta nación! ¿Por qué te empeñas a cerrar tus oídos? He aquí que el cielo se pone rojo mientras los incautos para confusión suya se sorprenden con la señal, en tanto salgo de mi lugar y desciendo sobre Venezuela, porque hollaré a esta nación como quien pisa un lagar de uvas con sus pies. La pisaré con mi ira y la fuerza de mi furor hará que se salpiquen en gran manera de rojo mis vestidos; con la fuerza de mi pie golpearé la tierra y esta abrirá su boca tan desmesuradamente que no habrá tiempo de pensar en nada y no descansará hasta saciarse del rojo purpura; con el mover violento de mis pies levantaré la gran marea roja que cubrirá las grandes ciudades costeras, y con mis saltos romperé las nubes y los rojos ríos bajarán de las montañas para cubrir los pueblos y con mi soplido agitado haré que la corriente enrarecida quite bruscamente el calor y cubra del frío rojo la tierra de débiles y fuertes; haré saltar de los montes las fieras que con su terror cubrirán de rojo las fronteras, llenaré los cielos de aves de rapiña de todo tipo y tanto será su ferocidad que volverán rojos los campos y como quien derrama un gran lagar desde lo alto, se empapará y salpicará el liquido rojo por todos lados, por el mar, por los campos, por las montañas, por los ríos, por los caños, por los pueblos, por las ciudades, por las quebradas, por las autopistas, por las avenidas, por las calles, por las veredas, por las cloacas, por las plazas y por los edificios y casas. Todo esto por la rebeldía y maldades de esta nación y por los pecados y desobediencia de mi Pueblo, que se empeña en no escuchar mi voz. No habrá quien escuche, no habrá donde acudir, no habrá a quién tocarle a la puerta, no habrá quién salve, cada quién correrá solo por su vida y no habrá terminado el aire de entrar completamente a sus pulmones cuando de nuevo mis pies se descarguen una y otra vez sobre esta nación, no se bastarán los que se conmuevan con tantas desolaciones seguidas hasta que cese de pisar.”
Venezolano, venezolana, extranjero y extranjera que habitas en esta tierra, así te dice el Señor, que hizo los cielos y la Tierra “¡Arrepiéntete y conviértete, vuélvete a Mí en tanto que hay tiempo, para que tenga misericordia de ti, no importa cuán pequeño o grande sea tu pecado, mi amor y misericordia aún se extienden hoy para ti, para limpiarte y perdonarte, vuélvete a Mí, hoy, porque desciendo con mi ira sobre este país, con mi juicio y ¡Ay de ti, que juntas hermosas casas, terrenos y empresas ávidamente con iniquidad y maldad en tu mano como si fueras a habitar tu solo la tierra! Pues tus muchas casas serán asoladas y quedarán sin que nadie de tu descendencia las habite. ¡Ay, de ti que amasas fortuna con los bienes de esta nación, que te sacias de los mejores vinos y te embriagas en tus banquetes fastuosos con las rameras, mientras alardeas con tus iguales la obra que han hecho tus manos y planeas con tu consejo tus nuevos manejos para engrandecer tu ego! ¿De qué te sirve lo que has logrado si la destrucción y muerte repentina tocará a tu puerta y lo que tienes no será más? ¡Ay, de ti que has entregado a los hijos de esta tierra a la muerte para mantenerte en el poder y para perpetuar tu grandeza! Dime ¿quién pone reyes y quita reyes? ¿No Soy Yo, Jehová de los Ejércitos? ¿Qué poder, fuera del Mío, puede engrandecerte, o humillarte, o quitarte o sostenerte en el tiempo? ¿No bajo Yo los ojos de los altivos y la soberbia de los grandes la pisoteo con mi pie? Tus hechos abominables llegaron al cielo y se volverán contra ti y tu descendencia, tus enemigos se volverán contra ti con la furia de muchos huracanes, también la naturaleza empeorará tus males, entonces, como liebre asustada acorralada por los perros, sin lugar donde esconderte y sin salida alguna, temblarás de terror, pero en mi misericordia por los muchos justos que claman por ti, dejaré que seas tú quien tomes la decisión de tu muerte. ¡Ay, de ti que violentas los derechos y la justicia del que reposa confiado en tu cuidado, que aprovechas tu poder para apoderarte de su heredad! ¿No Soy Yo, un Dios justo que extiendo mi mano para hacer valer el derecho y hacer resplandecer la justicia del justo? No habrá lugar donde te puedas esconder y tu dolor será en extremo grande. ¡Ay, de ti que te escondes tras la solapa y con tu cuello blanco maquinas en consejo, la forma de mover la voluntad de los jóvenes y de un pueblo para que se revelen contra la autoridad, colocándolos como carne de cañón para provocar el colapso que mueva la balanza hacia tus intereses! ¿No soy yo quién veo y peso en mi balanza los corazones? Pesaré tu corazón y lo encontraré falto y entonces tus blancos cuellos se volverán rojos y tus ojos no volverán a ver la luz. ¡Ay, de ti que vendes la nación al extranjero por unas cuantas monedas de plata! ¿No he hecho esta nación más rica que todas las demás de este continente, para que tú y tu familia con mi sabiduría trabajes y goces del fruto de su bien? Tu traición te perseguirá y alcanzará, tus entrañas se abrirán, otro ocupará tu lugar y la heredad que adquiriste con esa venta se bañará de sangre. ¡Ay, de ti que te empeñas en tener otros dioses, que desechas mi plan de salvación y te inclinas deliberadamente a la idolatría! ¿No habré Yo levantado tantos siervos míos de otras naciones y de esta misma nación para que enseñen a este pueblo que yo soy el único Dios? ¿No habré Yo roto la ligadura que mantenía legítimamente amarrada a esta nación a una fe idólatra? ¿Por qué te empeñas en no creer en Mí como único y verdadero Dios, celoso, que no comparto mi gloria con otros dioses que imitan mi poder? Yo Soy el único Dios que hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en él hay, que te formó y te da el aliento de vida, que lo entregó todo por ti, que despojé a Satanás de todo el poder de esclavitud, enfermedad, pobreza y muerte que tenía sobre ti, que pagué por precio de sangre por tu vida, que se inclina para escucharte y te extiende su mano para salvarte; pero tu encegueces tu entendimiento y te haces dioses y te tallas y moldeas imágenes pretendiendo que mi grandeza cabe en tu creación; Por tanto se ensancha el interior del sepulcro y no habrá quién oiga tu clamor, clamarás a tus dioses y no te oirán, suplicarás su ayuda y nunca llegará, pero ten en cuenta mi interés de que conozca que Yo Soy Dios y no aquellos a los que te postras hoy, que aún en mi misericordia por ti, en el día de la aflicción y de la destrucción repentina, si te acordares de estas Palabras y clamares a Mí y sólo a Mí, entonces yo oiré tu clamor y te mostraré que yo soy Dios. ¡Ay de ti que matas al inocente y despojas de él su bien, que arrebatas el pan del justo y dejas sin comida el hogar, que retienes con terror al que tiene para despojarlo de su riqueza, que coaccionas y asaltas al que bien trabaja, que no te importa enlutar a las familias con tu maldad, que dices a lo bueno malo y a lo malo bueno, que truncas la inocencia del infante y que siembras en la juventud tu ilusoria semilla de muerte, que devoras con tu maldad al joven y te enriqueces con su desgracia, que justificas al perverso de camino y al justo cercenas su derecho, que eres sabios en tu opinión y justificas tus malas acciones, que a la noche le dices día y al día le dices noche para cubrir tus maldades y decir -No sabía lo que estaba haciendo-! ¿Acaso, cerraré mis ojos a tu violencia y maldad? ¿No haré yo justicia al justo? ¿No escucharé yo el llanto de la madre, de la viuda y del huérfano? ¿Pasaré por inocente al culpable? En tu oscuridad vendrá la destrucción repentina y no habrá para ti amanecer, como el ave rapaz asalta a su presa el mal te asaltará a ti, en tu embriaguez beberás el cáliz amargo de tu tortura, no habrá quien te tienda la mano, tus miembros serán esparcidos y la muerte agónica te premiará, la fetidez de tu cuerpo se tapará con cal y sin nombre serás puesto junto a miles que nadie reclamará jamás. ¡Ay de ti que practicas lo oculto, lo pagano y lo profano, que haces ritos, haces pactos abominables con mi adversario, que engañas con tu maldad al crédulo y en tu depravación haces sacrificios de sangre que atan a ti a esta nación! ¿No conozco Yo tu maldad? ¿No conozco cómo destruyes al inocente y vuelves leña al incauto? ¿No conozco cómo embrujas esta nación y compras el alma de los decisores y los mueves con tus velos mágicos para que te entreguen la sangre y el alma de esta nación? ¿No conozco Yo tus abominaciones y maquinaciones contra Mi Pueblo? ¿No conozco Yo que te haces pasar por pueblo Mío para colocarles velos mágicos a mis apóstoles, pastores, profetas, evangelistas y maestros, que te vistes de oveja para desparramar a mis fieles tras tus encantos? Tu maldad te alcanzará y como el que muere en la angustia quemado por las llamas, tus gritos de agonía se harán oír y nadie los escuchará, porque como el fuego devora la paja, serás devorado en tu maldad, tu cadáver en podredumbre y gusano será arrojado y recogido como excremento y las aves de carroña lo comerán; no habrá quién llore, no habrá quien se conduela de ti, no habrá para ti tumba, ni lápidas que recuerden tu nombre; porque Dios no sólo te cortará de raíz, sino que también consumirá tus lugares altos y destruirá totalmente todo tus altares, como sitio desolado quedarán tus caminerías de procesiones y la tierra abrirá su boca para tragar los tronos de tus dioses y con la fuerza de Mi Mano los echaré, de una vez, totalmente, de esta nación.”
Así habla Dios a Venezuela: “¡Ay Venezuela! Cómo lloras tu despojo, cómo se han movido tus montañas y valles, cómo la gran montaña se sacudió y cómo se bajan los cerros y cómo el mar abre su gran boca para tragarse con brutalidad tu Perla y tus ciudades. Tu luto es en gran manera llorado por muchas naciones, tus pequeños son llevados lejos del seno de la que lo amamantaba; tus ciudades han sido desoladas; la destrucción repentina destruyó tus fuentes de energía; tus fuentes de alimentos y graneros ya no están más; Y buscarás con desesperación tus fuentes de aguas, pero las encontrarás destruidas, contaminadas o secas y llorarás junto a ellas como mujer que pierde a sus hijos.
¡Ay Venezuela! Tus jóvenes y tu fuerza de trabajo se volverán carne fresca para los depredadores que saltan del cielo y para las fieras salvajes hambrientas que emergen de los montes y el mar. El fuerte y valiente que desafiaba gigantes será abatido. No habrá quien salve, pues alcé pendón en la nación del norte y los vientos los pongo a su favor, levanto también pabellones en otros países con sed de tu sangre; la madre y la hija independiente se enfrentarán de nuevo en una historia que data de más de 500 años, y la tierra del León querrá sacar provecho; se enfrentará el gigante con el pequeño y yo no estaré con él; confiará el pequeño en sus hermanos y sufrirá su traición como la traición del que resguarda su pellejo; también sus aliados de lejos verán su infortunio, pero su ayuda se confundirá con el estruendo del poder del huracán del norte; no obstante, yo me ensañaré contra ellos y Mi juicio les haré conocer, por cuanto se burlaron de tu desgracia y su placer de verte caída se dejó saber en los cielos; en aquel momento me arrepentiré de pisarte y me volveré contra el gigante y lo haré caer. Entonces, Venezuela, detendré mi ira sobre ti y se apaciguarán los vientos, dejaré de pisar el lagar y te traeré paz y consuelo; me acordaré de tu remanente lo levantaré y le lavaré su sangre y le entregaré la herencia de esta nación; sanaré las heridas de tu tierra, haré que tu llanto se vuelva regocijo como la mujer después que ha dado a luz y tiene a su hijo en sus brazos; retiraré a todos tus predadores y te devolveré completamente tu tierra, caminarás en ella como quién camina sobre plumas finas, haré que los cielos la rieguen y el mar y los ríos produzcan sus peces en abundancia, los campos reverdecerán y la tierra dará su fruto y sus sabanas se llenarán de ganados, abriré nuevas fuentes de energía e industrias y tus riquezas sobreabundarán, yo seré tu Dios y derramaré sobre ti el fuego de mi Espíritu y avivaré tu tierra y levantaré bandera de Victoria y extenderé mi avivamiento y salvación a todas las naciones y vendrán a ver tu esplendor y conocerán que Yo soy el Dios tuyo.”
Así ha dicho Dios, el mismo Dios de los Ejércitos de ayer, de hoy y de siempre: “Oye bien y pon atento todo tu ser, a estas palabras que te hablo hoy, vuélvete a mí, vuélvete a mí, arrepiéntete y conviértete de tus malas acciones, de tus malas obras y de tus malos caminos ¿por qué moriréis? ¡Oye bien, Oh, venezolano y venezolana! ¡Oye bien, Oh, extranjero y extranjera que habitas en esta nación! ¿Por qué te empeñas a cerrar tus oídos? He aquí que el cielo se pone rojo mientras los incautos para confusión suya se sorprenden con la señal, en tanto salgo de mi lugar y desciendo sobre Venezuela, porque hollaré a esta nación como quien pisa un lagar de uvas con sus pies. La pisaré con mi ira y la fuerza de mi furor hará que se salpiquen en gran manera de rojo mis vestidos; con la fuerza de mi pie golpearé la tierra y esta abrirá su boca tan desmesuradamente que no habrá tiempo de pensar en nada y no descansará hasta saciarse del rojo purpura; con el mover violento de mis pies levantaré la gran marea roja que cubrirá las grandes ciudades costeras, y con mis saltos romperé las nubes y los rojos ríos bajarán de las montañas para cubrir los pueblos y con mi soplido agitado haré que la corriente enrarecida quite bruscamente el calor y cubra del frío rojo la tierra de débiles y fuertes; haré saltar de los montes las fieras que con su terror cubrirán de rojo las fronteras, llenaré los cielos de aves de rapiña de todo tipo y tanto será su ferocidad que volverán rojos los campos y como quien derrama un gran lagar desde lo alto, se empapará y salpicará el liquido rojo por todos lados, por el mar, por los campos, por las montañas, por los ríos, por los caños, por los pueblos, por las ciudades, por las quebradas, por las autopistas, por las avenidas, por las calles, por las veredas, por las cloacas, por las plazas y por los edificios y casas. Todo esto por la rebeldía y maldades de esta nación y por los pecados y desobediencia de mi Pueblo, que se empeña en no escuchar mi voz. No habrá quien escuche, no habrá donde acudir, no habrá a quién tocarle a la puerta, no habrá quién salve, cada quién correrá solo por su vida y no habrá terminado el aire de entrar completamente a sus pulmones cuando de nuevo mis pies se descarguen una y otra vez sobre esta nación, no se bastarán los que se conmuevan con tantas desolaciones seguidas hasta que cese de pisar.”
Venezolano, venezolana, extranjero y extranjera que habitas en esta tierra, así te dice el Señor, que hizo los cielos y la Tierra “¡Arrepiéntete y conviértete, vuélvete a Mí en tanto que hay tiempo, para que tenga misericordia de ti, no importa cuán pequeño o grande sea tu pecado, mi amor y misericordia aún se extienden hoy para ti, para limpiarte y perdonarte, vuélvete a Mí, hoy, porque desciendo con mi ira sobre este país, con mi juicio y ¡Ay de ti, que juntas hermosas casas, terrenos y empresas ávidamente con iniquidad y maldad en tu mano como si fueras a habitar tu solo la tierra! Pues tus muchas casas serán asoladas y quedarán sin que nadie de tu descendencia las habite. ¡Ay, de ti que amasas fortuna con los bienes de esta nación, que te sacias de los mejores vinos y te embriagas en tus banquetes fastuosos con las rameras, mientras alardeas con tus iguales la obra que han hecho tus manos y planeas con tu consejo tus nuevos manejos para engrandecer tu ego! ¿De qué te sirve lo que has logrado si la destrucción y muerte repentina tocará a tu puerta y lo que tienes no será más? ¡Ay, de ti que has entregado a los hijos de esta tierra a la muerte para mantenerte en el poder y para perpetuar tu grandeza! Dime ¿quién pone reyes y quita reyes? ¿No Soy Yo, Jehová de los Ejércitos? ¿Qué poder, fuera del Mío, puede engrandecerte, o humillarte, o quitarte o sostenerte en el tiempo? ¿No bajo Yo los ojos de los altivos y la soberbia de los grandes la pisoteo con mi pie? Tus hechos abominables llegaron al cielo y se volverán contra ti y tu descendencia, tus enemigos se volverán contra ti con la furia de muchos huracanes, también la naturaleza empeorará tus males, entonces, como liebre asustada acorralada por los perros, sin lugar donde esconderte y sin salida alguna, temblarás de terror, pero en mi misericordia por los muchos justos que claman por ti, dejaré que seas tú quien tomes la decisión de tu muerte. ¡Ay, de ti que violentas los derechos y la justicia del que reposa confiado en tu cuidado, que aprovechas tu poder para apoderarte de su heredad! ¿No Soy Yo, un Dios justo que extiendo mi mano para hacer valer el derecho y hacer resplandecer la justicia del justo? No habrá lugar donde te puedas esconder y tu dolor será en extremo grande. ¡Ay, de ti que te escondes tras la solapa y con tu cuello blanco maquinas en consejo, la forma de mover la voluntad de los jóvenes y de un pueblo para que se revelen contra la autoridad, colocándolos como carne de cañón para provocar el colapso que mueva la balanza hacia tus intereses! ¿No soy yo quién veo y peso en mi balanza los corazones? Pesaré tu corazón y lo encontraré falto y entonces tus blancos cuellos se volverán rojos y tus ojos no volverán a ver la luz. ¡Ay, de ti que vendes la nación al extranjero por unas cuantas monedas de plata! ¿No he hecho esta nación más rica que todas las demás de este continente, para que tú y tu familia con mi sabiduría trabajes y goces del fruto de su bien? Tu traición te perseguirá y alcanzará, tus entrañas se abrirán, otro ocupará tu lugar y la heredad que adquiriste con esa venta se bañará de sangre. ¡Ay, de ti que te empeñas en tener otros dioses, que desechas mi plan de salvación y te inclinas deliberadamente a la idolatría! ¿No habré Yo levantado tantos siervos míos de otras naciones y de esta misma nación para que enseñen a este pueblo que yo soy el único Dios? ¿No habré Yo roto la ligadura que mantenía legítimamente amarrada a esta nación a una fe idólatra? ¿Por qué te empeñas en no creer en Mí como único y verdadero Dios, celoso, que no comparto mi gloria con otros dioses que imitan mi poder? Yo Soy el único Dios que hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en él hay, que te formó y te da el aliento de vida, que lo entregó todo por ti, que despojé a Satanás de todo el poder de esclavitud, enfermedad, pobreza y muerte que tenía sobre ti, que pagué por precio de sangre por tu vida, que se inclina para escucharte y te extiende su mano para salvarte; pero tu encegueces tu entendimiento y te haces dioses y te tallas y moldeas imágenes pretendiendo que mi grandeza cabe en tu creación; Por tanto se ensancha el interior del sepulcro y no habrá quién oiga tu clamor, clamarás a tus dioses y no te oirán, suplicarás su ayuda y nunca llegará, pero ten en cuenta mi interés de que conozca que Yo Soy Dios y no aquellos a los que te postras hoy, que aún en mi misericordia por ti, en el día de la aflicción y de la destrucción repentina, si te acordares de estas Palabras y clamares a Mí y sólo a Mí, entonces yo oiré tu clamor y te mostraré que yo soy Dios. ¡Ay de ti que matas al inocente y despojas de él su bien, que arrebatas el pan del justo y dejas sin comida el hogar, que retienes con terror al que tiene para despojarlo de su riqueza, que coaccionas y asaltas al que bien trabaja, que no te importa enlutar a las familias con tu maldad, que dices a lo bueno malo y a lo malo bueno, que truncas la inocencia del infante y que siembras en la juventud tu ilusoria semilla de muerte, que devoras con tu maldad al joven y te enriqueces con su desgracia, que justificas al perverso de camino y al justo cercenas su derecho, que eres sabios en tu opinión y justificas tus malas acciones, que a la noche le dices día y al día le dices noche para cubrir tus maldades y decir -No sabía lo que estaba haciendo-! ¿Acaso, cerraré mis ojos a tu violencia y maldad? ¿No haré yo justicia al justo? ¿No escucharé yo el llanto de la madre, de la viuda y del huérfano? ¿Pasaré por inocente al culpable? En tu oscuridad vendrá la destrucción repentina y no habrá para ti amanecer, como el ave rapaz asalta a su presa el mal te asaltará a ti, en tu embriaguez beberás el cáliz amargo de tu tortura, no habrá quien te tienda la mano, tus miembros serán esparcidos y la muerte agónica te premiará, la fetidez de tu cuerpo se tapará con cal y sin nombre serás puesto junto a miles que nadie reclamará jamás. ¡Ay de ti que practicas lo oculto, lo pagano y lo profano, que haces ritos, haces pactos abominables con mi adversario, que engañas con tu maldad al crédulo y en tu depravación haces sacrificios de sangre que atan a ti a esta nación! ¿No conozco Yo tu maldad? ¿No conozco cómo destruyes al inocente y vuelves leña al incauto? ¿No conozco cómo embrujas esta nación y compras el alma de los decisores y los mueves con tus velos mágicos para que te entreguen la sangre y el alma de esta nación? ¿No conozco Yo tus abominaciones y maquinaciones contra Mi Pueblo? ¿No conozco Yo que te haces pasar por pueblo Mío para colocarles velos mágicos a mis apóstoles, pastores, profetas, evangelistas y maestros, que te vistes de oveja para desparramar a mis fieles tras tus encantos? Tu maldad te alcanzará y como el que muere en la angustia quemado por las llamas, tus gritos de agonía se harán oír y nadie los escuchará, porque como el fuego devora la paja, serás devorado en tu maldad, tu cadáver en podredumbre y gusano será arrojado y recogido como excremento y las aves de carroña lo comerán; no habrá quién llore, no habrá quien se conduela de ti, no habrá para ti tumba, ni lápidas que recuerden tu nombre; porque Dios no sólo te cortará de raíz, sino que también consumirá tus lugares altos y destruirá totalmente todo tus altares, como sitio desolado quedarán tus caminerías de procesiones y la tierra abrirá su boca para tragar los tronos de tus dioses y con la fuerza de Mi Mano los echaré, de una vez, totalmente, de esta nación.”
Así habla Dios a Venezuela: “¡Ay Venezuela! Cómo lloras tu despojo, cómo se han movido tus montañas y valles, cómo la gran montaña se sacudió y cómo se bajan los cerros y cómo el mar abre su gran boca para tragarse con brutalidad tu Perla y tus ciudades. Tu luto es en gran manera llorado por muchas naciones, tus pequeños son llevados lejos del seno de la que lo amamantaba; tus ciudades han sido desoladas; la destrucción repentina destruyó tus fuentes de energía; tus fuentes de alimentos y graneros ya no están más; Y buscarás con desesperación tus fuentes de aguas, pero las encontrarás destruidas, contaminadas o secas y llorarás junto a ellas como mujer que pierde a sus hijos.
¡Ay Venezuela! Tus jóvenes y tu fuerza de trabajo se volverán carne fresca para los depredadores que saltan del cielo y para las fieras salvajes hambrientas que emergen de los montes y el mar. El fuerte y valiente que desafiaba gigantes será abatido. No habrá quien salve, pues alcé pendón en la nación del norte y los vientos los pongo a su favor, levanto también pabellones en otros países con sed de tu sangre; la madre y la hija independiente se enfrentarán de nuevo en una historia que data de más de 500 años, y la tierra del León querrá sacar provecho; se enfrentará el gigante con el pequeño y yo no estaré con él; confiará el pequeño en sus hermanos y sufrirá su traición como la traición del que resguarda su pellejo; también sus aliados de lejos verán su infortunio, pero su ayuda se confundirá con el estruendo del poder del huracán del norte; no obstante, yo me ensañaré contra ellos y Mi juicio les haré conocer, por cuanto se burlaron de tu desgracia y su placer de verte caída se dejó saber en los cielos; en aquel momento me arrepentiré de pisarte y me volveré contra el gigante y lo haré caer. Entonces, Venezuela, detendré mi ira sobre ti y se apaciguarán los vientos, dejaré de pisar el lagar y te traeré paz y consuelo; me acordaré de tu remanente lo levantaré y le lavaré su sangre y le entregaré la herencia de esta nación; sanaré las heridas de tu tierra, haré que tu llanto se vuelva regocijo como la mujer después que ha dado a luz y tiene a su hijo en sus brazos; retiraré a todos tus predadores y te devolveré completamente tu tierra, caminarás en ella como quién camina sobre plumas finas, haré que los cielos la rieguen y el mar y los ríos produzcan sus peces en abundancia, los campos reverdecerán y la tierra dará su fruto y sus sabanas se llenarán de ganados, abriré nuevas fuentes de energía e industrias y tus riquezas sobreabundarán, yo seré tu Dios y derramaré sobre ti el fuego de mi Espíritu y avivaré tu tierra y levantaré bandera de Victoria y extenderé mi avivamiento y salvación a todas las naciones y vendrán a ver tu esplendor y conocerán que Yo soy el Dios tuyo.”