El Terremoto En Chile, ¿Anuncia La Venida De Cristo?


No hace mucho tiempo nos llegó la noticia del terrible terremoto que mató a cientos de miles de personas en Haití. De hecho, esa nación está hoy mismo al borde de un desastre aún mayor a consecuencia de la falta de alimento, y la amenaza constante de las pestes, por la insalubridad y la poca atención médica disponible.

No hemos aún terminado de lamentarnos, y otro desastre natural de enorme magnitud aflige a una nación en el continente americano. Esta vez le tocó a Chile.

Las estadísticas revelan que este siglo supera con creces en cantidad y magnitud de desastres naturales al siglo anterior. La evidencia nos muestra que hemos entrado en un período de alta actividad sísmica, que amenaza con destruir grandes porciones de la población mundial. Este tipo de períodos cataclísmicos se han repetido de forma cíclica a lo largo de la historia geológica de nuestro planeta y no son provocados por Dios, ni mucho menos son un castigo de su parte. El terremoto en Chile es tan solo uno más.

La biblia confirma que, por un tiempo determinado, Dios ha sometido a la humanidad a futilidad y no interviene para protegernos de los desastres que normalmente tienen que ocurrir. Según la escritura, vivimos en un tiempo en que Dios permite que seamos probados, mediante estar expuestos a sufrir las consecuencias de nuestros propios actos de injusticia, decisiones mal tomadas o simplemente por los sucesos que ocurren aleatoria e imprevistamente; y que no guardan relación alguna con nuestro grado de bondad o maldad. Según Cristo, si deseamos que se nos proteja, debemos orar intensa y continuamente, y, aún así, no hay garantías de que seamos librados inmediatamente. Un ejemplo de esto fue el apóstol Pablo, quien, aunque Dios le había concedido el poder de curar mediante el uso del nombre de Cristo, no pudo curarse a sí mismo una enfermedad que lo agobiaba. (Romanos 8:20,21; Lucas 13:1-5, 2 Corintios 12:7; Marcos 14:35,36; Lucas 18:1-8)

No obstante, aunque parezca contradictorio, el mismo Cristo nos aseguro que todos los cristianos fieles recibiremos alivio, curación, y que seremos recompensados de acuerdo con nuestro grado de aplicación al servicio a Dios. De hecho dijo que a sus hijos, Dios el Padre les concederá todas las cosas que pidan. ¿Cómo es esto? (Romanos 2:5,6; Juan 14:13,14)

Aún hoy mismo muchos logran alcanzar la misericordia de Dios, pero muy pronto toda la humanidad será curada y protegida. En aquel tiempo los desastres naturales ya no nos afectarán, porque nuestro Rey tiene control sobre la naturaleza y lo utilizará para nuestro beneficio. (Marcos 4:39)

Estamos hablando del tiempo en que Cristo retorne en poder, como único gobernante de la humanidad entera; y con la comisión de restaurarla, vendar sus heridas, y enseñarnos el camino hacia el único Dios Verdadero, Jehová. Es entonces cuando se nos concederá todo cuanto hayamos pedido.

Las escrituras dicen que Dios tiene para todo un tiempo señalado, y de ellas se puede inferir que el revelación de Jesucristo se ha acercado a la distancia de menos de una generación. De hecho, a mi parecer, muchos de los que lean este artículo serán testigos oculares de su Magnifica Revelación. Como dijo un famoso predicador de principios del siglo anterior: “millones que ahora viven no morirán jamás.” (Sal 102:13)

Dios determinó de antemano el tiempo preciso de la venida de su Hijo y sabía cuáles serían las características de los tiempos alrededor de este acontecimiento. Por esa razón, entre otras cosas, el Señor Jesucristo dijo que cuando estemos cerca del momento de su venida, habría un incremento de la actividad sísmica a nivel mundial. Además predijo que los hombres desmayarían por el temor a causa del bramido del mar. Los Tsunamis son una consecuencia de los terremotos y, según la profecía de Cristo, agobiarían a la humanidad. (Mateo 24:36; Lucas 21:10,11,25)

No podemos culpar a Dios por los desastres que ocurren, simplemente porque los predijo. Esto sería como pensar que alguien colocó un monumento o una montaña en nuestro camino, solamente porque nos dijo que lo encontraríamos al darnos una dirección. (Job 40:1-8)

Dios permitirá que la humanidad sea probada plenamente antes de traer su Reino y con este, la humanidad recibirá consuelo y alivio para siempre. (2 Pedro. 3:8-10; 1Pe. 5:10)

Las profecías de Cristo comenzaron a cumplirse en los tiempos apostólicos, con la terrible destrucción de Jerusalén en el año 70 EC. Desde entonces la humanidad ha sufrido gran tribulación, tal como Jesús lo predijo. La Tribulación a la que la humanidad ha estado sometida durante ya casi 2000 años no se repetirá, porque, una vez establecido el Reino de Jesucristo y sus santos, este reino durará para siempre. (Marcos 13:14-20; Lucas 19:4-44; Isa. 9:6,7)

De todos modos hemos de esperar que esta está gran tribulación se intensifique a medida que se acerca el tiempo de su venida, porque Cristo la asemejó al proceso de dar a luz de una mujer, el cual llega al clímax de dolor en el momento del parto. (Mateo 24:8, 1 Tesalonicenses 5:2,3)

Dios va a permitir que la humanidad sufra al punto en que la venida del Reino sea, evidentemente, su única esperanza, y acortará el tiempo de sufrimiento por causa de sus escogidos. (Mateo 24:21,22)

La venida de Cristo significara el re-establecimiento del reino de David en Jerusalén, y significará el fin de las guerras. (Hechos 1:4-7; 2 Samuel 22:51; Salmos 89:28,29; Hechos 13:34, Isaías 2:1-3)

La venida de Cristo significará salvación y perdón para la humanidad, no su destrucción. (Tim 4:10)

La venida de Cristo significa la resurresción de los muertos, los cuales esperan inconscientes a su llamado desde sus tumbas. (Juan 5:25-30; Eclesiastés 9: 5-10; Job 14:14,15; Isaías 38:18-20)

La venida de Cristo significa juicio y castigo en fuego llameante para aquellos que menosprecien las buenas nuevas acerca de su Reino y no se arrepientan. Para algunos esto será su destrucción absoluta y definitiva. Para los fieles, en cambio, es el tiempo de recibir su justa recompensa. (2 Tes 1:4-10; Lucas 12:40-48, Mat 25:14-46; Revelación 11:18)

Por estas razones, al ver suceder cosas como el reciente terremoto en Chile, tenemos que orar: “Venga tu Reino” y, “Ven, Señor Jesús” (Mateo 6:9).

Fuente:

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El Terremoto En Chile, ¿Anuncia La Venida De Cristo?


No hace mucho tiempo nos llegó la noticia del terrible terremoto que mató a cientos de miles de personas en Haití. De hecho, esa nación está hoy mismo al borde de un desastre aún mayor a consecuencia de la falta de alimento, y la amenaza constante de las pestes, por la insalubridad y la poca atención médica disponible.

No hemos aún terminado de lamentarnos, y otro desastre natural de enorme magnitud aflige a una nación en el continente americano. Esta vez le tocó a Chile.

Las estadísticas revelan que este siglo supera con creces en cantidad y magnitud de desastres naturales al siglo anterior. La evidencia nos muestra que hemos entrado en un período de alta actividad sísmica, que amenaza con destruir grandes porciones de la población mundial. Este tipo de períodos cataclísmicos se han repetido de forma cíclica a lo largo de la historia geológica de nuestro planeta y no son provocados por Dios, ni mucho menos son un castigo de su parte. El terremoto en Chile es tan solo uno más.

La biblia confirma que, por un tiempo determinado, Dios ha sometido a la humanidad a futilidad y no interviene para protegernos de los desastres que normalmente tienen que ocurrir. Según la escritura, vivimos en un tiempo en que Dios permite que seamos probados, mediante estar expuestos a sufrir las consecuencias de nuestros propios actos de injusticia, decisiones mal tomadas o simplemente por los sucesos que ocurren aleatoria e imprevistamente; y que no guardan relación alguna con nuestro grado de bondad o maldad. Según Cristo, si deseamos que se nos proteja, debemos orar intensa y continuamente, y, aún así, no hay garantías de que seamos librados inmediatamente. Un ejemplo de esto fue el apóstol Pablo, quien, aunque Dios le había concedido el poder de curar mediante el uso del nombre de Cristo, no pudo curarse a sí mismo una enfermedad que lo agobiaba. (Romanos 8:20,21; Lucas 13:1-5, 2 Corintios 12:7; Marcos 14:35,36; Lucas 18:1-8)

No obstante, aunque parezca contradictorio, el mismo Cristo nos aseguro que todos los cristianos fieles recibiremos alivio, curación, y que seremos recompensados de acuerdo con nuestro grado de aplicación al servicio a Dios. De hecho dijo que a sus hijos, Dios el Padre les concederá todas las cosas que pidan. ¿Cómo es esto? (Romanos 2:5,6; Juan 14:13,14)

Aún hoy mismo muchos logran alcanzar la misericordia de Dios, pero muy pronto toda la humanidad será curada y protegida. En aquel tiempo los desastres naturales ya no nos afectarán, porque nuestro Rey tiene control sobre la naturaleza y lo utilizará para nuestro beneficio. (Marcos 4:39)

Estamos hablando del tiempo en que Cristo retorne en poder, como único gobernante de la humanidad entera; y con la comisión de restaurarla, vendar sus heridas, y enseñarnos el camino hacia el único Dios Verdadero, Jehová. Es entonces cuando se nos concederá todo cuanto hayamos pedido.

Las escrituras dicen que Dios tiene para todo un tiempo señalado, y de ellas se puede inferir que el revelación de Jesucristo se ha acercado a la distancia de menos de una generación. De hecho, a mi parecer, muchos de los que lean este artículo serán testigos oculares de su Magnifica Revelación. Como dijo un famoso predicador de principios del siglo anterior: “millones que ahora viven no morirán jamás.” (Sal 102:13)

Dios determinó de antemano el tiempo preciso de la venida de su Hijo y sabía cuáles serían las características de los tiempos alrededor de este acontecimiento. Por esa razón, entre otras cosas, el Señor Jesucristo dijo que cuando estemos cerca del momento de su venida, habría un incremento de la actividad sísmica a nivel mundial. Además predijo que los hombres desmayarían por el temor a causa del bramido del mar. Los Tsunamis son una consecuencia de los terremotos y, según la profecía de Cristo, agobiarían a la humanidad. (Mateo 24:36; Lucas 21:10,11,25)

No podemos culpar a Dios por los desastres que ocurren, simplemente porque los predijo. Esto sería como pensar que alguien colocó un monumento o una montaña en nuestro camino, solamente porque nos dijo que lo encontraríamos al darnos una dirección. (Job 40:1-8)

Dios permitirá que la humanidad sea probada plenamente antes de traer su Reino y con este, la humanidad recibirá consuelo y alivio para siempre. (2 Pedro. 3:8-10; 1Pe. 5:10)

Las profecías de Cristo comenzaron a cumplirse en los tiempos apostólicos, con la terrible destrucción de Jerusalén en el año 70 EC. Desde entonces la humanidad ha sufrido gran tribulación, tal como Jesús lo predijo. La Tribulación a la que la humanidad ha estado sometida durante ya casi 2000 años no se repetirá, porque, una vez establecido el Reino de Jesucristo y sus santos, este reino durará para siempre. (Marcos 13:14-20; Lucas 19:4-44; Isa. 9:6,7)

De todos modos hemos de esperar que esta está gran tribulación se intensifique a medida que se acerca el tiempo de su venida, porque Cristo la asemejó al proceso de dar a luz de una mujer, el cual llega al clímax de dolor en el momento del parto. (Mateo 24:8, 1 Tesalonicenses 5:2,3)

Dios va a permitir que la humanidad sufra al punto en que la venida del Reino sea, evidentemente, su única esperanza, y acortará el tiempo de sufrimiento por causa de sus escogidos. (Mateo 24:21,22)

La venida de Cristo significara el re-establecimiento del reino de David en Jerusalén, y significará el fin de las guerras. (Hechos 1:4-7; 2 Samuel 22:51; Salmos 89:28,29; Hechos 13:34, Isaías 2:1-3)

La venida de Cristo significará salvación y perdón para la humanidad, no su destrucción. (Tim 4:10)

La venida de Cristo significa la resurresción de los muertos, los cuales esperan inconscientes a su llamado desde sus tumbas. (Juan 5:25-30; Eclesiastés 9: 5-10; Job 14:14,15; Isaías 38:18-20)

La venida de Cristo significa juicio y castigo en fuego llameante para aquellos que menosprecien las buenas nuevas acerca de su Reino y no se arrepientan. Para algunos esto será su destrucción absoluta y definitiva. Para los fieles, en cambio, es el tiempo de recibir su justa recompensa. (2 Tes 1:4-10; Lucas 12:40-48, Mat 25:14-46; Revelación 11:18)

Por estas razones, al ver suceder cosas como el reciente terremoto en Chile, tenemos que orar: “Venga tu Reino” y, “Ven, Señor Jesús” (Mateo 6:9).

Fuente:


No hace mucho tiempo nos llegó la noticia del terrible terremoto que mató a cientos de miles de personas en Haití. De hecho, esa nación está hoy mismo al borde de un desastre aún mayor a consecuencia de la falta de alimento, y la amenaza constante de las pestes, por la insalubridad y la poca atención médica disponible.

No hemos aún terminado de lamentarnos, y otro desastre natural de enorme magnitud aflige a una nación en el continente americano. Esta vez le tocó a Chile.

Las estadísticas revelan que este siglo supera con creces en cantidad y magnitud de desastres naturales al siglo anterior. La evidencia nos muestra que hemos entrado en un período de alta actividad sísmica, que amenaza con destruir grandes porciones de la población mundial. Este tipo de períodos cataclísmicos se han repetido de forma cíclica a lo largo de la historia geológica de nuestro planeta y no son provocados por Dios, ni mucho menos son un castigo de su parte. El terremoto en Chile es tan solo uno más.

La biblia confirma que, por un tiempo determinado, Dios ha sometido a la humanidad a futilidad y no interviene para protegernos de los desastres que normalmente tienen que ocurrir. Según la escritura, vivimos en un tiempo en que Dios permite que seamos probados, mediante estar expuestos a sufrir las consecuencias de nuestros propios actos de injusticia, decisiones mal tomadas o simplemente por los sucesos que ocurren aleatoria e imprevistamente; y que no guardan relación alguna con nuestro grado de bondad o maldad. Según Cristo, si deseamos que se nos proteja, debemos orar intensa y continuamente, y, aún así, no hay garantías de que seamos librados inmediatamente. Un ejemplo de esto fue el apóstol Pablo, quien, aunque Dios le había concedido el poder de curar mediante el uso del nombre de Cristo, no pudo curarse a sí mismo una enfermedad que lo agobiaba. (Romanos 8:20,21; Lucas 13:1-5, 2 Corintios 12:7; Marcos 14:35,36; Lucas 18:1-8)

No obstante, aunque parezca contradictorio, el mismo Cristo nos aseguro que todos los cristianos fieles recibiremos alivio, curación, y que seremos recompensados de acuerdo con nuestro grado de aplicación al servicio a Dios. De hecho dijo que a sus hijos, Dios el Padre les concederá todas las cosas que pidan. ¿Cómo es esto? (Romanos 2:5,6; Juan 14:13,14)

Aún hoy mismo muchos logran alcanzar la misericordia de Dios, pero muy pronto toda la humanidad será curada y protegida. En aquel tiempo los desastres naturales ya no nos afectarán, porque nuestro Rey tiene control sobre la naturaleza y lo utilizará para nuestro beneficio. (Marcos 4:39)

Estamos hablando del tiempo en que Cristo retorne en poder, como único gobernante de la humanidad entera; y con la comisión de restaurarla, vendar sus heridas, y enseñarnos el camino hacia el único Dios Verdadero, Jehová. Es entonces cuando se nos concederá todo cuanto hayamos pedido.

Las escrituras dicen que Dios tiene para todo un tiempo señalado, y de ellas se puede inferir que el revelación de Jesucristo se ha acercado a la distancia de menos de una generación. De hecho, a mi parecer, muchos de los que lean este artículo serán testigos oculares de su Magnifica Revelación. Como dijo un famoso predicador de principios del siglo anterior: “millones que ahora viven no morirán jamás.” (Sal 102:13)

Dios determinó de antemano el tiempo preciso de la venida de su Hijo y sabía cuáles serían las características de los tiempos alrededor de este acontecimiento. Por esa razón, entre otras cosas, el Señor Jesucristo dijo que cuando estemos cerca del momento de su venida, habría un incremento de la actividad sísmica a nivel mundial. Además predijo que los hombres desmayarían por el temor a causa del bramido del mar. Los Tsunamis son una consecuencia de los terremotos y, según la profecía de Cristo, agobiarían a la humanidad. (Mateo 24:36; Lucas 21:10,11,25)

No podemos culpar a Dios por los desastres que ocurren, simplemente porque los predijo. Esto sería como pensar que alguien colocó un monumento o una montaña en nuestro camino, solamente porque nos dijo que lo encontraríamos al darnos una dirección. (Job 40:1-8)

Dios permitirá que la humanidad sea probada plenamente antes de traer su Reino y con este, la humanidad recibirá consuelo y alivio para siempre. (2 Pedro. 3:8-10; 1Pe. 5:10)

Las profecías de Cristo comenzaron a cumplirse en los tiempos apostólicos, con la terrible destrucción de Jerusalén en el año 70 EC. Desde entonces la humanidad ha sufrido gran tribulación, tal como Jesús lo predijo. La Tribulación a la que la humanidad ha estado sometida durante ya casi 2000 años no se repetirá, porque, una vez establecido el Reino de Jesucristo y sus santos, este reino durará para siempre. (Marcos 13:14-20; Lucas 19:4-44; Isa. 9:6,7)

De todos modos hemos de esperar que esta está gran tribulación se intensifique a medida que se acerca el tiempo de su venida, porque Cristo la asemejó al proceso de dar a luz de una mujer, el cual llega al clímax de dolor en el momento del parto. (Mateo 24:8, 1 Tesalonicenses 5:2,3)

Dios va a permitir que la humanidad sufra al punto en que la venida del Reino sea, evidentemente, su única esperanza, y acortará el tiempo de sufrimiento por causa de sus escogidos. (Mateo 24:21,22)

La venida de Cristo significara el re-establecimiento del reino de David en Jerusalén, y significará el fin de las guerras. (Hechos 1:4-7; 2 Samuel 22:51; Salmos 89:28,29; Hechos 13:34, Isaías 2:1-3)

La venida de Cristo significará salvación y perdón para la humanidad, no su destrucción. (Tim 4:10)

La venida de Cristo significa la resurresción de los muertos, los cuales esperan inconscientes a su llamado desde sus tumbas. (Juan 5:25-30; Eclesiastés 9: 5-10; Job 14:14,15; Isaías 38:18-20)

La venida de Cristo significa juicio y castigo en fuego llameante para aquellos que menosprecien las buenas nuevas acerca de su Reino y no se arrepientan. Para algunos esto será su destrucción absoluta y definitiva. Para los fieles, en cambio, es el tiempo de recibir su justa recompensa. (2 Tes 1:4-10; Lucas 12:40-48, Mat 25:14-46; Revelación 11:18)

Por estas razones, al ver suceder cosas como el reciente terremoto en Chile, tenemos que orar: “Venga tu Reino” y, “Ven, Señor Jesús” (Mateo 6:9).

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