A finales de la década del 50 e inicios del 60, se celebró el afamado Concilio Vaticano Segundo, cuyos puntos tratados, fueron básicamente la posición de los evangélicos y otras religiones ante la colosal iglesia de Roma. La estrategia de llamar herejes a los evangélicos, ya no estaba dando resultado y cada vez mas feligreses abandonaban Roma y se volvían a las iglesias cristianas, por lo tanto, la nueva estrategia acordada fue tratarlos como “hermanos separados” cuya frase fue la consigna del mover ecuménico sin precedentes en la historia.
Durante la década del 60 comienza una fuerte campaña ecuménica emprendida por el vaticano, el consejo mundial de iglesias y grupos de agentes secretos al servicio de Roma (principalmente Jesuitas). Los objetivos eran infiltrar a seminarios, iglesias y corporaciones evangélicas, para cautivarlas diplomáticamente y llevar a todo un pueblo de regreso a Roma. Sin duda, estrategia dirigida por el espíritu del anticristo y que ha dado los resultados esperados por sus promotores.
Toda este comentario, apunta a entender las razones del porque una iglesia puede de un momento a otro, abandonar sus enseñanzas tradicionales y volverse a la mentira, convirtiendo un pastor en un clérigo hibrido sin sotana, pero con cuello clerical y otras cosas propias del romanismo. En este escenario, las enseñanzas apostólicas y ortodoxas, fueron reemplazadas por las antiguas enseñanzas dominionistas de Orígenes, Agustín y la madre de todas las abominaciones de la tierra, Roma. Por lo tanto, vamos lentamente descubriendo que la teología del “reino ahora” o dominionismo, proviene sin duda, del seno del Romanismo y no tiene nada que ver con las sagradas escrituras, aún cuando se citen pasajes bíblicos descontextualizados para pretender sustentarla. Roma y sus hijas, siempre han enseñando el dominionismo, lo que significa el poder temporal y el objetivo de conquistar el mundo, llegando al control de los poderes fácticos (económico, político y religioso) que son los hilos desde donde pende toda la sociedad mundial.
Roma levantó varios líderes con cariz evangélicos y que fueron muy eficaces al momento de cautivar a muchos incautos. Recordemos a Katheryn Kulman, Rex Humbard, Billy Graham, Paul Craoch, Jim Baker de la década del 70, y hace no mucho a Benny Hinn, Paul Yongi Cho, Cesar Castellanos, Marcos Witt entre otros, que han sido grandes ecuménicos y que han enseñado la teología del dominionismo en base del ecumenismo, es decir, que debemos volver a Roma bajo la tuición del papa.
Utilizando una particular interpretación bíblica, enseña entre otras cosas, que nosotros somos pequeños dioses, que Cristo no puede volver a la tierra si la iglesia antes no ha conquistado el mundo, que no existe el arrebatamiento y que eso es solo parte de una mente “escapista” por lo que debemos “activar el reino de Dios en medio de las circunstancias”.
Estas entre otras falsas enseñanzas, son las que hoy día recobran plena vigencia en muchos lugares evangélicos de corte Pentecostal liberal e inclusive conservador o fundamentalista reformado. En todo el mundo se ha propagado esta enseñanza que como vamos a ver más adelante, es un cúmulo de doctrinas que encierran el concepto de poder y la autosuficiencia del hombre (Paul Yongui Cho, Morris Cerillo, Robert Shuller, Kennett Copeland, Benny Hinn, entre otros), del concepto de mega iglesias (Rick Warren), y del evangelio de la prosperidad (Cash Luna, Rony Chávez, Alejandro Martínez, Fernando Chaparro, entre otros), y que es parte de una tarea sigilosa del diablo cuyo final es recibir con los brazos abiertos al anticristo, período que por cierto los verdaderos hijos de Dios, no presenciaremos ya que seremos arrebatados antes. Ellos, cual “Pinky y Cerebro” presentan serios rasgos de obsesión por conquistar el mundo. Esto nos hace recordar la oferta tentadora de Satanás quien tuvo la osadía insolente de presentársela al mismo Señor: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” Mateo 4: 8-9
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