El fenómeno vital humano tiene dos caras – la biológica y la espiritual – y está sometido, por tanto, a dos poderes distintos (José Ortega y Gasset)
La abrupta renuncia del Papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) sorprendió y consternó, no sólo a los 1.200 millones de católicos, sino al mundo entero porque las renuncias de papas sucedieron raras veces en los anales del catolicismo.
La presente es la séptima abdicación en la historia de la Iglesia Católica fundada en el año 33 d.C… El último en renunciar al pontificado fue Gregorio XII en 1415. En el documento de su renuncia Benedicto XVI explicó que ha llegado a la convicción de que “por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio a mi cargo”. Sin embargo, hay serias dudas respecto los entretelones de su renuncia.
Lo curioso fue que el mismo día después de anunciar Benedicto XVI su dimisión un rayo golpeó la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano desatándose una ola de rumores sobre una señal de descontento que estaría mandando Dios o insinuando la posibilidad de una conspiración utilizando el Proyecto norteamericano H.A.R.P. (High Frequency Active Auroral Research Program – Sistema para Modificar y Controlar el Clima, Tiempo e Ionosfera).
Aparte de todas las ideas que siempre ofrece la teoría de la conspiración, la posibilidad de la renuncia ya fue anticipada por el pontífice en una entrevista que fue concedida a un periodista católico alemán, Peter Seewald y reproducida el año 2010 en su libro “Luz del Mundo: el Papa, la Iglesia y los Signos de nuestro Tiempo”.
Allí Benedicto XVI expresó de que “cuando un Papa alcanza la clara conciencia de no estar bien física y espiritualmente para llevar adelante el encargo confiado, entonces tiene derecho en algunas circunstancias y también el deber de dimitir”. También en la curia romana se rumoreaba sobre esta posibilidad después del viaje que realizó el Sumo Pontífice a Cuba y México el año pasado.
Los defensores del Papa explican a la vez que los motivos reales de su renuncia no hayan sido su salud y edad, sino descarnadas luchas por el poder en el Vaticano y las permanentes intrigas de los burócratas que visten sotana que obstaculizaron todos sus intentos de limpiar la institución.
Como escribió el periodista Pablo Ordaz desde Roma “el Papa estaba rodeado por los lobos y, los lobos aunque se vistan de púrpura se excitan con la sangre”.
Lo que no menciona Ordaz es que el mismo Joseph Ratzinger ha sido parte de esta manada desde 1981 y sabía perfectamente cómo funciona. Los secretos, chismes, intrigas, ambiciones, negocios sucios, homosexualismo y corrupción en la Santa Sede, involucrando a monseñores, obispos y cardenales fueron divulgadas en el libro “Via col Vento in Vaticano” (“Lo que el Viento se llevó en el Vaticano”) y uno de sus autores el obispo Luigi Marinelli fue procesado por el Vaticano.
Siendo Benedicto XVI “una de las mentes más lúcidas y grandes en la Iglesia Católica”, según Peter Seewald, no podría no haber sabido los entretelones de su institución. Precisamente ese conocimiento le ayudó a escalar en la jerarquía eclesiástica rápidamente. A los 14 años siendo seminarista fue obligado a ser miembro de la Juventud Hitleriana y posteriormente tuvo que servir en el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial en el destacamento de defensa aérea.
Terminada la guerra prosiguió sus estudios de teología en varias universidades alemanas y posteriormente se dedicó a la carrera académica, abrazando muchas ideas progresistas las que cambió abruptamente después de la rebelión de los estudiantes en Europa en 1968.
Supo combinar su trabajo académico con el pastoral y en 1977 fue nombrado arzobispo de Munich y Freising convirtiéndose en cardenal, cuyo sobrenombre era “Panzercardenal” en alusión al tanque alemán de la Segunda Guerra Mundial caracterizado por la maniobrabilidad, precisión y velocidad en el ataque. Seguro que estas cualidades del cardenal Ratzinger en defensa de las tradiciones ortodoxas y conservadoras de la Iglesia Católica fueron tomadas en cuenta por el Papa Juan Pablo II pues en 1981 lo nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a quien en la época medieval llamaban el “Gran Inquisidor”.
Muy pronto se le agregó otro apodo el “Rottweiler de Dios” por sus ataques a los sacerdotes, teólogos y laicos que querían acercar la Iglesia a los tiempos modernos y especialmente abrazar la defensa del ser humano frente a la injusticia social, desigualdad y el hambre.
De acuerdo a uno de sus estudiantes de teología, Leonardo Boff, el cardenal Ratzinger, siempre era nostálgico de las posiciones reaccionarias, “teniendo la imagen de una Iglesia de mucha liturgia, mucho latín, mucho incienso, mucha piedad. No es la imagen de una Iglesia de compromiso en la sociedad y en el mundo, sino de una Iglesia fortaleza que se defiende contra los riesgos del mundo, es una nostalgia de la Iglesia que ya no existe”.
Sin embargo, la piedad del cardenal Ratzinger se quedaba enclaustrada dentro de las paredes del templo tradicional mientras era despiadado contra todo y todos los que desde su punto dogmático podrían hacer resquebrajar la armonía forzada de su templo espiritual artificialmente construido y ajeno al mundo contemporáneo.
Los sacerdotes latinoamericanos que en los años 1960 - 1980, período de las dictaduras militares y represión, crearon una corriente de pensamiento progresista llamada la Teología de la Liberación, fueron perseguidos sin piedad por el Gran Inquisidor Ratzinger.
Cuando el teólogo brasileño Leonardo Boff declaró que la Iglesia Católica no había comprendido al Jesús histórico, el prefecto Ratzinger le exigió silencio durante un año. No podía aceptar la idea de la Teología de la liberación de que no hay que esperar el paraíso en la tierra sino habría que construirlo en la tierra.
El 23 de noviembre de 1984 se hizo pública una “instrucción” sobre aspectos condenables de la Teología de la Liberación, que según el Gran Inquisidor exaltaba básicamente la contaminación marxista en el pensamiento teológico latinoamericano.
Para el inquisidor Ratzinger, el paraíso tenía que ser inamovible en el cielo mientras que en la tierra habría que seguir sufriendo para que después de la muerte se halle la paz eterna. Los teólogos que se atrevían a discernir y buscar nuevas fronteras de felicidad han sido perseguidos por el Vaticano y sus libros han sido duramente criticados y no aconsejados para la lectura.
Entre ellos figuraban “La pedagogía del Oprimido” de Paolo Freire, “Teología de la Liberación” de Gustavo Gutiérrez y “para una Ética de liberación Latinoamericana” de Enrique Dussel.
También durante su prefectura se exigió silencio de prominentes figuras de esta corriente del pensamiento como Hélder Cámara, Oscar Arnulfo Romero, Leonidas Proaño, José María Pires, Raúl Silva Enríquez, Ernesto Cardenal y muchos otros Mientras el cardenal Ratzinger y posteriormente el mismo en calidad de Papa no dudaba en utilizar mano dura contra cualquier exponente no solamente de las ideas progresistas sino liberales, pero irónicamente era blando con los corruptos.
Es muy sabido que no dudó en proteger al arzobispo Paul Marcinkus, hombre de confianza del Papa Juan Pablo II envuelto en el escándalo financiero del banco Ambrosiano, cuyo director Roberto Calvi, llamado “Banquero de Dios” era hombre clave de enlace con la mafia italiana y con la logia masónica P-2, fue encontrado colgado bajo un puente lo que fue considerado como un suicidio.
Los escándalos siguen y actualmente un confidente de Benedicto XVI y ex director del Banco de Vaticano, Gotti Tedeschi está en la cárcel acusado de lavado de dinero.
Lo más escandaloso de su gestión como Papa fue que tampoco aplicó mano dura contra los curas pedófilos que están llevando a la iglesia a la quiebra.
En una carta enviada a los católicos irlandeses el Pontífice, que prometió ante la tumba de Juan Pablo II “limpiar la iglesia de la suciedad” comentó refiriéndose a un caso de pedofilia que allí hubo “expresión de una santidad insuficiente más que un producto de procedimientos defectivos”.
Fue este Papa quien protegió al fundador de la Legión del Cristo, Marcial Maciel acusado de un sistemático abuso sexual de niños y jóvenes. También dio su apoyo al cardenal de Los Angeles, Roger Mahony por ocultar denuncias contra 124 sacerdotes acusados de abusos sexuales a 500 niños y jóvenes. La iglesia tuvo que indemnizar a las víctimas con 660 millones de dólares, es decir 1.200.000 a cada uno.
Actualmente una organización de apoyo llamada la Red de Supervivientes de Personas Abusadas por Sacerdotes (SNAP) presentó una demanda contra el Vaticano por su “participación en el encubrimiento generalizado y sistemático de violaciones y crímenes sexuales” contra niños en todo el mundo. Según estudios de la SNAP hay 100.000 víctimas menores de edad sólo en Estados Unidos y no se sabe cuántos han pasado por vejaciones en el resto del mundo.
Si los datos son ciertos, referente a Norteamérica, entonces la iglesia Católica estadounidense tendrá que pagar 132 mil millones de dólares en indemnización.
Todos estos escándalos y los nuevos divulgados por el mayordomo del Santo Padre, Paolo Gabriele, bautizados como Vatileaks explican claramente las causas de una masiva fuga de los creyentes católicos que son automáticamente absorbidos por las corrientes budistas, musulmanes, protestantes, ateístas, evangélicas etc.
En el mismo Estados Unidos las donaciones a la Iglesia Católica disminuyeron en los últimos cinco años de 12 mil millones al año a un seis mil millones. En el país más grande católico en el mundo, Brasil, el porcentaje de creyentes bajó en los últimos cinco años del 73.9 por ciento al 68.4 por ciento y en México, segundo país católico en el mundo sucede prácticamente lo mismo.
Mientras tanto el Papa en vez de ir a la base del catolicismo – a sus feligreses identificándose con sus problemas, restituyendo la labor pastoral y el trabajo apostólico, busca el apoyo entre los ricos y poderosos. Nombró como su asesor financiero al Director no Ejecutivo de Goldman Sachs, Peter Sutherland y su asesor geopolítico es uno de los “halcones” del ex presidente George W. Bush, Paul Wolfowitz, uno de los más ardientes promotores de la guerra preventiva que destruyó a Irak y Afganistán.
Con los asesores de este tipo y con los aliados reaccionarios incondicionales como Opus Dei, Los Legionarios de Cristo, Movimiento Comunión y Liberación y alejándose cada vez más de sus feligreses, la Iglesia Católica se está condenando a la desaparición.
Quizás la “mente más lúcida de la Iglesia” lo haya percibido finalmente y decidió retirarse a tiempo porque como decía José Ortega y Gasset, frecuentemente al atreverse el hombre “a mirar dentro de sí, se le nubla la vista y padece vértigo”.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
El papa dice que la Iglesia llama a la renovación y abandonar el egoísmo
El Papa Benedicto XVI ha lanzado un claro mensaje a los fieles y ha llamado a la Iglesia y a todos sus miembros a “renovarse” y a “reorientarse hacia Dios renegando del orgullo y del egoísmo”.
El Papa ha lanzado este mensaje en el rezo que ha dirigido hoy en la Plaza de San Pedro en su penúltimo Ángelus antes de su retirada. “La Iglesia llama a todos sus miembros a renovarse… lo que conlleva una lucha, un combate espiritual porque el espíritu del mal busca hacernos desviar de la ruta hacia Dios”, ha manifestado desde el balcón del Palacio Apostólico, delante de decenas de miles de seguidores en la Plaza de San Pedro.
Benedicto XVI también ha “suplicado” a los fieles que recen por él y por el próximo Papa. “Agradezco de corazón a todos su oración y afecto en estos días. Os suplico que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los Ejercicios espirituales, que empezaré esta tarde junto a los miembros de la Curia Romana”, afirmó.
El Pontífice hizo votos para que en este tiempo de Cuaresma la“contemplación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo nos ayude a seguirlo más de cerca”. ”Llenos de fe y esperanza, encomendemos la Iglesia a la maternal protección de María Santísima”, añadió, hablando en español.
Del Opus a los Legionarios y la P4: Los ‘neocon’ no confiaron en Benedicto XVI
En la mañana del domingo 17/02, Benedicto XVI recibió una fuerte ovación por decenas de miles de fieles cuando se asomó a la ventana de su apartamento en la plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus, el penúltimo que oficio antes de dejar de ser Papa el 28/02. En tanto, las disputas no cesan en el Estado pontificio.
Bajo sospecha: “Sua Eminenza Reverendissima Cardinale Tarcisio Bertone, alla carica di Segretario di Stato Vaticano; y Marco Simeon, Responsabile delle Relazioni Istituzionali della Cooperativa Sociale Il Cammino ONLUS.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Ante más de 50.000 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro,Benedicto XVI -casi de regreso en la personalidad falible de Joseph Ratzinger- ha agradecido “de corazón” a todos su afecto y, recordando los 40 días de Jesús en el desierto, tentado por Satanás, el ha destacado que“estas tentaciones son también falsas imágenes del hombre”.
El Papa, que presentaba buen aspecto, respondió con una sonrisa y los brazos extendidos, tras lo cual comenzó a leer el texto previo al rezo del mediodía.
El Obispo de Roma también ha exhortado a los fieles a no utilizar a Dios para sus propios beneficios, “dando más importancia al éxito y a los bienes materiales”.
Continua leyendo sobre Mafias, Masonerìa y logias que afectan el Vativano….“Agradezco de corazón a todos su oración y afecto en estos días. Os suplico que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los Ejercicios espirituales, que empezaré esta tarde junto a los miembros de la Curia Romana”, afirmó.
En tanto, en una muy interesante historia sobre la catedral de la Almudena, en Madrid, escribió Jesús Rodríguez en el diario El País, acerca de la disputa en el Vaticano:
“(… Un miembro de la curia romana de los jesuitas lo definió así a EL PAÍS al ser proclamado (N. de la R.: Benedicto XVI): “Es un misterio. Fue un teólogo avanzado durante el Concilio y luego tuvo miedo y se convirtió en el inquisidor de cámara de Juan Pablo II. Es un intelectual. Llora por un ojo mientras te mira con el otro”.
Ratzinger es indefinible. Uno de los hombres más poderosos de Roma cuando era cardenal de la Congregación para la Doctrina de la Fe que, sin embargo, nunca formó parte de los círculos conspiratorios de la curia ni confraternizó en ese momento con los nuevos movimientos. Implacable con los teólogos díscolos, Leonardo Boff, Hans Küng o Gustavo Gutiérrez (el cardenal Ratzinger llegó a ser conocido como el “rottweiler del Papa”), pasará, sin embargo, a la historia, como un abuelito venerable que supo retirarse a tiempo.
Durante su pontificado, ha dado a los neocon una de cal y otra de arena. Ha contado con sus servicios, pero menos que su difunto jefe; ha llegado a purgarles, como en el caso de los Legionarios de Cristo; dejarles en la reserva, como al Opus Dei —a cuyo portavoz de la Santa Sede con Juan Pablo II, el numerario del Opus Joaquín Navarro Valls, sustituyó por un jesuita, Federico Lombardi—, y poner en duda la ortodoxia de algunas ceremonias del Camino Neocatecumenal. Ha mostrado en general menos entusiasmo por sus andanzas económicas y manifestaciones públicas que su predecesor.
Durante su papado, ha repescado en la curia vaticana a las órdenes religiosas y ha mostrado predilección por los obispos alemanes y estadounidenses. Sin embargo, nunca llegó a apartarse de la estela neocon. Aprobó los Estatutos del Camino Neocatecumenal en 2008; nombró arzobispo de la poderosa diócesis de Milán a Angelo Scola, miembro de Comunión y Liberación y hoy papable y confió a cuatro laicas consagradas del mismo movimiento su asistencia personal; renunció a disolver la desprestigiada congregación de los Legionarios de Cristo tras hacerse público el escándalo por pederastia de su fundador, Marcial Maciel, y al final de su carrera recurrió a dos hombres del Opus Dei, el cardenal español Julián Herranz y el periodista estadounidense Greg Burke, para descubrir el origen de las filtraciones del Vatileaks y remozar la deteriorada imagen de la Santa Sede.
Cuando en octubre de 1978 Wojtyla ocupó el trono de Pedro, se encontró las iglesias desiertas y los seminarios en manos de los progres. La Teología de la Liberación triunfaba en Latinoamérica. Muchos religiosos ponían en duda el magisterio sobre el celibato y el papel de la mujer en la Iglesia. El hábito y la sotana se habían arrumbado. En la efervescencia posterior al Concilio Vaticano II, entre 15.000 y 20.000 sacerdotes habían abandonado su ministerio. La Iglesia católica se tambaleaba.
Wojtyla, originario de Polonia, acostumbrado a un catolicismo de resistencia, dio un golpe de timón. Cerró las ventanas que había abierto Juan XXIII en 1959 y se puso en manos de los neocon. El primer servicio que le prestaron vino de Marcial Maciel (al que llamaría “apóstol de la juventud”), que le organizó su gran viaje triunfal a México. Era enero de 1979 y había sido elegido Papa dos meses antes. Quería iniciar en Latinoamérica el contraataque. México fue un éxito.
Luego, el Opus Dei sería pieza clave en la refriega latinoamericana contra el marxismo, gracias a la labor de control y propaganda de dos obispos afines a la Obra, los colombianos Darío Castrillón Hoyos y Alfonso López Trujillo, y los buenos oficios de dos nuncios complacientes con el Opus Dei, Eduardo Martínez Somalo y Angelo Sodano. La Teología de la Liberación quedó laminada. Wojtyla premiaría al Opus con la concesión de una prelatura personal (una diócesis propia de carácter mundial) en 1982, la beatificación de Escrivá en 1992 y su canonización en 2002.
El Camino Neocatecumenal se convertiría en otro de los hijos amantísimos de Wojtyla, que concedería a los kikos una suerte de bula en 1990 donde ordenaba a los obispos del universo católico que respetaran y ayudaran a Argüello y su obra: “Deseo vivamente que los hermanos en el episcopado valoren y ayuden a esta obra para la nueva evangelización”. También les autorizaría a que abrieran sus seminarios Redemptoris Mater en todo el mundo.
Un sacerdote madrileño explica: “Para Juan Pablo II, en su estrategia para restaurar el poder de la Iglesia, esos movimientos eran acies ordinata (ejércitos en orden de batalla). Cada uno tenía su cometido. El Opus ponía sus colegios, universidades y cuadros bien formados con ramificaciones políticas y económicas; los legionarios, sus obras educativas, ardor ultra, su influencia en América Latina y su bolsa repleta de dólares; los kikos y los carismáticos, su capacidad para llenar la calle; Comunión y Liberación, su dominio de la universidad, sus contactos empresariales, su inmersión en el mundo de la cultura y sus excelentes contactos con la Democracia Cristiana italiana. En mayo de 1998, Juan Pablo II reunió a todos en Roma y les dio carta de naturaleza como un poder de la Iglesia paralelo al de los obispos. Era su consagración”.
Esa estrategia de depuración de la Iglesia diseñada por Wojtyla a nivel mundial fue teledirigida en España por el nuncio Mario Tagliaferri, junto a Suquía y Rouco. El plan consistía en la toma del poder en los seminarios, el control de las cátedras eclesiásticas, el cese de los directores progres de las revistas religiosas, la persecución de los teólogos renovadores, la purga de los párrocos refractarios y el nombramiento de obispos jóvenes y dóciles. Los sacerdotes volverían a usar alzacuellos.
En el asalto al seminario de Madrid, que dirigía el taranconista Juan de Dios Martín Velasco, tuvo mucho que ver a mediados de los ochenta el incipiente movimiento de Comunión y Liberación, agrupado en torno al sacerdote y más tarde primer obispo de la ultraconservadora diócesis de Getafe Francisco Pérez Fernández-Golfín. De ese equipo saldrían importantes nombres del movimiento, como su actual líder mundial, Julián Carrón, de 62 años; el responsable en España, Ignacio Carbajosa, o el actual rector de la Universidad de San Dámaso, Javier Prades. (…”.
Tal como lo señaló Urgente24, la designación de Ernst von Freyberg al frente del Instituto para las Obras de Religión o IOR (en italiano Istituto per le Opere di Religione), tiene un enorme significado como última decisión trascendente de Benedicto XVI antes de volver a ser Joseph Ratzinger.
Pablo Ordaz escribió desde Roma acerca de ese evento, también en El País, y es correcto su enfoque de que resulta un ajuste de cuentas de Ratzinger con Tarcisio Bertone, el secretario de Estado vaticano:
“El nombramiento in extremis del barón Ernst Von Freyberg, caballero de la poderosa Orden de Malta y constructor de buques de guerra, como nuevo presidente del banco del Vaticano supone sin lugar a dudas el capítulo final de esa guerra. En el sagrado reino de los símbolos y la diplomacia, resulta revelador que la última decisión de Ratzinger como Papa haya sido quitarle la llave del dinero a su fraternal enemigo Bertone.
Se trata de un auténtico ajuste de cuentas. Hace nueve meses —el 24 de mayo de 2011— fue el cardenal Bertone, de 78 años, quien se la jugó al Papa con la destitución del anterior presidente del IOR, el banqueroEttore Gotti Tedeschi. La caza de Gotti Tedeschi, amigo personal de Ratzinger, por parte de Bertone incluyó algunos episodios que reflejan muy bien la crueldad de las guerras vaticanas. El banquero, de 67 años, padre de cinco hijos, representante del Grupo Santander en Italia y miembro del Opus Dei, había llegado a la cumbre del IOR en septiembre de 2009 con el encargo de situar al banco en disposición de cumplir la normativa europea sobre blanqueo de capitales. Gotti Tedeschi se lo tomó tan en serio que empezó a colaborar con las autoridades italianas ante la sospecha de que el IOR seguía siendo una inmensa lavadora de dinero negro.
Fue su primer error. El segundo fue oponerse a los deseos de Bertone de utilizar el dinero vaticano para salvar de la quiebra el Hospital San Raffaele de Milán, fundado por el cura y médico Luigi Verzè, gran amigo de Silvio Berlusconi y de su turbia maquinaria de poder —el Vaticano apoya ahora a Mario Monti, pero durante el berlusconismo vivió años muy prósperos y felices—. El caso es que Gotti Tedeschi jugó con fuego y se quemó. La pira la preparó personalmente un misterioso personaje llamado Marco Simeon, de 33 años, dueño de una fulgurante carrera gracias a la protección, no menos misteriosa, del cardenal Tarcisio Bertone.Simeon ya aparece relacionado con negocios turbios en el informe —posteriormente filtrado entre los papales del escándalo Vatileaks— que hace llegar monseñor Carlo María Viganò a Joseph Ratzingeradvirtiéndole de la corrupción creciente que golpea al Vaticano.
En aquella misiva, Viganò le pedía al Papa que lo mantuviese al frente del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos— para frenar las prácticas ilegales, pero Bertone decidió mandarlo a Estados Unidos y Ratzinger, que dicen que lloró con aquella decisión, no fue capaz de contradecir a su secretario de Estado. Ante la posibilidad de que Gotti Tedeschi abriera a los investigadores la caja fuerte del IOR —verdadero sanctasantórum de los secretos de Italia y el Vaticano—,Marco Simeon, que ya lucía como director de la RAI Vaticano, pidió a un psicólogo que redactara un informe sobre “el comportamiento extraño” del presidente del banco. El psicólogo ni siquiera habló con Gotti Tedeschi, solo lo observó de lejos en la Navidad de 2011, pero eso fue suficiente para hacer correr entre la Curia el bulo de que el banquero había perdido el oremus y que podía meter a la Iglesia –y a Italia— en un lío si decidía revelar los nombres que se esconden tras las cuentas cifradas del banco del Vaticano.
La operación de acoso y derribo contra el anterior presidente del IOR se saldó con su despido fulminante el pasado 24 mayo, al socaire de la detención de Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa, acusado de difundir los documentos secretos. Según la prensa italiana, Gotti Tedeschi culparía de su desgracia a una conspiración de la logia masónica Propaganda 4 o P4, de la que formaría parte Marco Simeon. Al ser preguntado por el asunto, el protegido del cardenal Bertone se limitó a decir: “No formo parte de la P4, pero la masonería es un elemento fundamental del poder en Italia”. También es dueño de una frase que resume muy bien el tablao sobre el que baila la historia en esta parte del Tíber: “ El secreto es poder y el Vaticano enseña que quien sabe no habla, y quien habla no sabe. Yo nunca digo demasiado”.
No deja de ser significativo que la operación del Papa por situar al frente del banco al barón Von Freyberg haya coincidido con la caída en desgracia del joven protegido de Bertone, descabalgado de la dirección de RAI Vaticano. Lo más llamativo de la venganza de Joseph Ratzinger —los fieles se harán cruces con la expresión, pero cómo llamarla si no— es que ha sido ejecutada en el tiempo de descuento y a la vista de todos. No es extraño que las palabras vayan por un lado y los hechos por otro, pero la operación por retomar el control del dinero de la Iglesia demasiado evidente. Aunque se haya presentado bajo un disfraz perfecto —o casi perfecto— de transparencia. Para sustituir a Gotti Tedeschi, el Vaticano contrató los servicios de una conocida agencia de cazatalentos, Spencer & Stuart, de Frankfurt. La primera selección fue de 40 candidatos, luego quedaron seis y finalmente, tres. Sobre estos tres pugnaron durante los últimos días las distintas familias vaticanas, e incluso durante la semana se dijo que el financiero belga Bernard De Corte —al parecer el candidato de Bertone— había sido el elegido. El viernes finalmente salió a la luz que no, que fue el agraciado había sido el barón Von Freyber.
Siempre habrá maliciosos que piensen que el hecho de que el barón sea alemán, como Benedicto XVI, ocaballero de la poderosa Orden de Malta, fundada en 1048 y cuya sede está en Roma, haya podido jugar de forma determinante, por encima incluso de su reconocida solvencia profesional —es abogado y dirige unos astilleros que entre sus quehaceres fabrican fragatas de guerra para Alemania—, de su manejo de cuatro idiomas o de su dedicación a las obras de caridad. También habrá quien crea que el Papa, después de haber contemplado durante casi ocho años la impúdica conexión del Vaticano con los peores exponentes de la política italiana, haya querido evitar a toda costa que sea un hombre a las órdenes del cardenal Bertone el que maneje oscuramente los dineros de la Iglesia. Siempre habrá quien sospeche que Joseph Ratzinger, en su retirada, podría haber tenido un gesto más espiritual que empeñar su último aliento como Papa en recuperar las llaves del dinero.”
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