Israel, que no hace mucho sufría la peor sequía de los últimos 900 años, cuenta ahora con un superávit de agua que obtiene del mar Mediterráneo. ¿Cómo lo ha conseguido?
“Israel ha logrado este notable cambio gracias a campañas nacionales dirigidas a conservar y reutilizar los escasos recursos hídricos del país, pero el mayor impacto vino de una nueva ola de plantas de desalación”, escribe el columnista Rowan Jacobsen en la revista ‘Ensia’.
Según Jacobsen, gracias a los numerosos avances en tecnología de membranas de dichas plantas, la desalación se ha vuelto mucho más eficiente. Israel ahora obtiene el 55% de su agua para uso doméstico de la desalación, “pasando de ser uno de los países más secos del mundo en un impensable gigante del agua”.
Todas las plantas de desalación proporcionan unos 600 millones de metros cúbicos de agua al año, y generarán aún más en el futuro, según el artículo.
Gracias a estos procesos, el mar de Galilea ahora está más lleno que en los tiempos de la sequía, mientras que las granjas israelíes prosperan. “Y ahora el país se enfrenta a una pregunta antes insondable: ¿Qué hacer con el exceso de agua?”, continúa el autor del artículo.
La desalinización solía ser cara, pero el tipo de tecnologías avanzadas ha cambiado el coste de agua en Israel. “El agua generada a través de desalación cuesta solo un tercio de lo que costó en la década de 1990”, explica Jacobsen, que agrega que la planta de Sorec puede producir 1.000 litros de agua potable por 58 céntimos de dólar. Según el artículo, los israelíes pagan por el agua alrededor de 30 dólares al mes, la misma cantidad que paga la mayoría de ciudades de Estados Unidos, y mucho menos que Las Vegas (47 dólares) o Los Angeles (58).
Asimismo, Jacobsen presenta la información sobre un “ambicioso” proyecto de Israel y Jordania para construir una gran planta de desalación en el mar Rojo que costará unos 900 millones de dólares. El agua recibida de la planta se dividirá entre israelíes (incluida Cisjordania), jordanos y palestinos.
“Abro el grifo y bebo una taza tras otra de lo que era el mar Mediterráneo hace 40 minutos. Su sabor es frío, claro y milagroso”, concluye Jacobsen.
0 comentarios:
Publicar un comentario