No aprendáis el camino de las naciones, ni tengáis temor de las señales del cielo, aunque las naciones le teman. Jeremías 10:2.
Una parte significativa de los habitantes del planeta recibió el año 2012 invadida por una avalancha incontenible de augurios e interpretaciones apocalípticas basada en la predicción de la antigua cultura maya de que el fin del mundo ocurrirá el próximo 21 de diciembre.
Estas “profecías” han creado temor y toda una legión de crédulos que además de hacer caso omiso a la Palabra , tampoco creen en científicos acreditados de la NASA que han desmentido hasta la saciedad de que las teorías apocalípticas mayas basadas e la ocurrencia de un máximo solar que acabará con la Tierra , no tienen asidero científico.
Aún así, hay desconcierto aún en los estudiosos descendientes de los mayas que han atribuido a “antropólogos famosos que han escrito libros sin hablar con ellos”, el mito “apocalipsis maya” y dicen que el 21 de diciembre del 2012 no ocurrirá nada, siendo simplemente el “último día de la cuenta larga del calendario maya” que culmina ese día, una cuenta que comenzó 3 mil 114 años antes de Cristo.
Lo cierto es que desde hace algunos años, las especulaciones apocalípticas han ido creciendo, y ahora hay todo una teoría predictiva. No obstante, la Biblia es clara sobre este tipo de predicciones basadas en las “señales del cielo”, específicamente en el libro del profeta Jeremías 10: 2 que dice: No aprendáis el camino de las naciones, ni tengáis temor de las señales del cielo, aunque las naciones le teman. Es el mismo Jehová que nos advierte sobre la predicción basada en ciertos fenómenos celestiales por más raros y espectaculares que estos sean.
Sabemos y está comprobado, que los mayas adoraban al “ejército del cielo” (bíblicamente así se le llama a los astros y a las estrellas) una práctica que Dios aborrecía. Es por esa razón que la primera parte del versículo 2, hace una clara advertencia: “no aprendáis el camino de las naciones” o en otras palabras, las creencias de prácticas religiosas de pueblos paganos.
Ahora bien, curiosamente esa misma advertencia divina trasciende los tiempos, y es ahora que en pleno siglo XXI, millones de personas en el mundo le dan crédito a las “predicciones” de una cultura que desapareció hace cientos de años. Muchos se preguntarán el por qué de este fenómeno a lo que contestamos que la respuesta está en la proclividad humana en buscar respuestas a su insaciable e irrefrenable curiosidad de saber el futuro, basada en el culto a los astros.
Desde el punto de vista bíblico esa actitud ocurre por el gran poder seductor de la hechicería que patrocina la idolatría. El libro del profeta Nahum 3:4 dice: A causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones y a los pueblos con sus hechizos. En este versículo el profeta habla de Nínive que representa el sistema religioso apóstata del mundo gentil en los últimos tiempos, así como Babilonia representa el sistema político. Ahí se demuestra el poder seductor de la hechicería basada en las fornicaciones (idolatría) que encuentra fácil cultivo en las mentes débiles e inclinadas a los augurios.
En el libro del profeta Isaías, Dios es claro y específico acerca de su infinito poder y omnisciencia por lo que es dueño del porvenir y que como Creador, pone en “orden todo el ejército del cielo. Esta verdad bíblica la encontramos en el capítulo 45: 10-12 que dice: Así dice Jehová, el Santo de Israel, el que lo formó: “Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos y acerca de la obra de mis manos. Yo hice la tierra y creé sobre ella al ser humano. Yo, mis manos desplegaron los cielos y pongo en orden todo su ejército”.
En este versículo citado hay cuatro elementos a ser tomados en cuenta para que comprendamos el poder de Dios sobre la Tierra y los astros y el resto del firmamento: 1)Hizo la tierra y creó sobre ella al ser humano, 2) desplegó los cielos y puso en orden todo su ejército, en otras palabras el orden de todo el universo está bajo la soberanía de Dios.
Es así que tal como advierte el Señor a través del profeta Jeremías no debemos tener miedo a las señales del cielo, lo augurios que anuncian destrucción, puesto que él es el creador del universo.
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